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artículo literario

06/09/2020@13:00:00

La segunda serie en orden cronológico fue impresa en 1902 y se trata de una colección de 20 tarjetas postales editada por Hauser y Menet, que reproducen escenas de la primera parte del Quijote, dibujadas por García Sampedro, acompañadas de un breve párrafo alusivo al pasaje correspondiente de la novela de Miguel de Cervantes.

Las primeras tarjetas postales vieron la luz en la ciudad de Viena en 1869 y posteriormente llegaron a España hacia finales del año 1873. En un primer momento se trataba de enteros postales (es decir, una tarjeta de cartulina con un sello ya impreso de la Dirección General de Correos) y no llevaban dibujos ni imágenes.

No sé si recordaran que hace un año, en esta misma revista, publicaba un artículo titulado “El elixir oriental”, donde me burlaba —aunque no sin cierta amargura— de la penetración, so pretexto del yoga y otras prácticas más o menos tonificantes, de las creencias orientales en nuestra sociedad, fenómeno que ya sucedió en la Roma del s. I y II d. C., para lo que les mencionaba como acreditados ejemplos de lo acontecido entonces El asno de oro de Apuleyo y El asno de Luciano de Samósata, novelas humorísticas de aquel tiempo y a tal punto gemelas en el argumento que ni tan siquiera sus autores se molestaron en variarle el nombre al protagonista, el pobre Lucio, que se descubrió convertido en borrico por sortilegio de una hechicera de Isis.

Hace cien años, quiso el Demiurgo regalar a la Humanidad una extensión de sí mismo en ese fabuloso creador de mundos que fue Ray Bradbury (22 de agosto de 1920 - 5 de junio de 2012). Si tuviera que definirle como escritor, lo haría con el nombre de un cuento y un libro de su autoría: El hombre ilustrado porque desde los doce años fue -como el tatuado hombre del relato- puro cuento de la cabeza a los pies.

En un reciente viaje a la ciudad portuguesa de Coimbra, antigua capital del Reino de Portugal, tuve la oportunidad de visitar la Biblioteca Joanina, una de esas joyas donde los libros no pueden encontrar un mejor acomodo. Lástima que las restricciones impuestas por el coronavirus no permitan que disfrutemos más de las obras que allí se encuentran. El turismo se ha impuesto y la visita a la biblioteca se ha quedado en un mero paseo por sus desiguales cinco salas. Todo se queda en un mero negocio mal gestionado.

“El Licenciado le dijo que le daría a un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado a leer libros de caballerías, el cual con mucha voluntad le pondría a la boca de la mesma cueva (la de Montesinos) y le enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas ansimismo en toda la Mancha y aún en toda España.” (El Quijote, cap. XXII, 2ª parte)
La cuarta es haber sabido con certidumbre el nacimiento del rio Guadiana, hasta ahora ignorado de las gentes.” (El Quijote, cap. XXIV, 2ª parte)

La tradición cervantina alcazareña tiene cuatrocientos sesenta y dos años, remontándose a la propia época en la que vivió Miguel de Cervantes que fue bautizado en Alcázar de San Juan un 9 de noviembre de 1558.

Me pregunta un lector, así como al desgaire, que si mi última novela publicada (Las fisuras, editorial Caligrama) es autoficción. Le miro con gesto contenido, sin saber muy bien qué responderle. Normal, pienso yo, hasta este lector que lee más bien poco, por no decir nada (un par de libros al año), ha oído hablar de la autoficción.

«El último Secreto metafísico – sí es que podemos llamarlo así, es que el universo carece de fronteras. Las fronteras son meras ilusiones, productos no tanto de la realidad como del modo en que la cartografiamos. Está muy bien cartografiar la realidad, pero resulta fatal confundir el mapa con el territorio» Estas palabras de Ken Wilber nos sirven para introducirnos en nuestro tema o lo que él mismo denomina La Gran Mente.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

Los nuevos documentos, descubiertos por el historiador egabrense Antonio Moreno Hurtado, ponen de relieve que el alcalde ordinario de Cabra, Andrés de Cervantes (1510-1593), esposo en primeras nupcias con Francisca de Luque y Aranda y en segundas nupcias con Elvira Rodríguez de Úbeda, firmó más de 150 testimonios legales a lo largo de su vida. Es de destacar, además, que el Cronista Oficial de Cabra, Antonio Moreno Hurtado, localizó más de 143 nuevos datos legítimos de inestimable valor para la biografía de Andrés, tío paterno del héroe de Argel, y sus parientes, puestos en letras de molde en sus excelentes libros: Egabrenses en Indias (2018), y en Los Cervantes y Cabra (2020).

Coimbra fue capital del Reino de Portugal entre los años 1139 y 1255. El primer rey de Portugal, Afonso I, nació muy cerca de Coimbra, en el castillo de Guimarães, y murió en la capital del reino. Tanto él como su hijo Sancho I se encuentran enterrados, frente por frente, en el ábside del Monasterio de la Santa Cruz, en pleno centro de la ciudad y a unos centenares de metros del rio Mondego que divide en dos la ciudad.

Me tenía prometido este par de páginas sobre la magnífica exposición de Ramón Masats en la Tabacalera de Madrid, pues si alguna vez he dudado, en mitad del tráfago de colorín y metacrilato de estas últimas décadas, sobre cuál era mi país, me bastaba con echarle un vistazo a cualquiera de sus fotografías para reconocerlo y acomodarme en él de inmediato.

Cuando el cuatro de Agosto de 1975 -tal día como hoy de hace 145 años- el escritor danés Hans Cristian Andersen (1805) fallecía víctima de un cáncer de hígado, se supieron de él dos cosas. Una, que en su testamento había legado parte de su fortuna a instituciones benéficas que proporcionaban formación a niños pobres. La otra, que llevaba al cuello la carta de Riborg Voigt, una joven con la que décadas atrás había mantenido un idilio.

Ya lo sabrán; murió Marsé. Y he aquí que andaba pensando en escribirles unas entusiastas líneas sobre la exposición de Ramón Masats en la Tabacalera de Madrid, cuando me senté a comer y el televisor me anunció con una bandita continua que Juan Marsé había muerto esa noche. De pronto caí en la cuenta y no pude sino imaginarme la risa que le habrá entrado al Java, al Sarnita y al resto de la canalla del barrio al saberlo, porque también es mala pata ir a morirse un dieciocho de julio y, encima, sábado; exactamente como aquel cuando los africanos pusieron al país patas arriba.

«¿Estamos siendo testigos de primera mano de lo que, en el imaginario hindú, es el arquetipo del habitante de Occidente, o nos estaban utilizando por razones pastiches?» Esta pregunta ha sido formulada por Armando Croda Naveda en uno de sus artículos en donde habla de la India en un monógrafico junto a otros autores. Es cierto. En la India aunque las cifras pueden variar nos encontramos con hinduistas un 83%, un 11% de musulmanes y una cifra bastante menor entre catolicos y protestantes. Sin embargo cada vez son más los trabajos efectuados por las relaciones bilaterales entre España y la India y lo que es la economía entre ambos países y muchos de ellos incluyen como es el caso de Pablo Bustelo en su «Chindia. Asia a la conquista del siglo XXI» algunas apreciaciones.