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José Joaquín Bermúdez Olivares

19/09/2023@11:11:00

De acontecimiento tilda su editorial, Páginas de espuma, la aparición del nuevo libro de relatos de Eloy Tizón (Madrid, 1964), “Plegaria para pirómanos”, y no le falta razón, tanto desde el punto de vista puramente literario como del cronológico, pues se cumplen diez años desde que viera la luz el anterior “Técnicas de iluminación”. Nueve relatos con destellos de luminosa oscuridad, haciendo honor al apellido de su autor, estos textos comparten una escritura que es “súplica e incendio, una literatura que nos quema”.

Reseña del poemario "Lenguas en los árboles. Antología poética", de Antonio Manilla

Antonio Manilla (León, 1967) quiere dejar de ser considerado un joven poeta ─lo cual parece razonable tras veinticinco años de actividad poética publicada─, y esas bodas de plata son conmemoradas en esta antología "doble" que edita ahora Aliar. Decimos doble porque el casi centenar de poemas que selecciona están divididos en dos partes: una más "temática" y otra cronológica (si bien de cronología inversa, de lo reciente a lo remoto).

Una obra maestra del arte narrativo

Al hilo de la reciente publicación de la novela de Andrés Ibáñez "Leonís. Vida de una mujer" (Lumen, 2022), cuya historia se extiende desde 1485 a 1999 con el protagonismo de la literatura española y los avatares de Inés de Padilla quien, como homenaje al Orlando de Virginia Woolf, no envejece nunca y cambia (dos veces) de sexo, su autor (Madrid, 1961) nos atiende con este breve cuestionario.

Dice José Joaquín Bermúdez Olivares que desde 1992 efectuó una transición entre lo científico y lo literario, de modo que, «al concluir la publicación de mi Trilogía del medio siglo en 2019 (publicada en la Huerta Grande) me volví, de forma natural pero también impulsado por el confinamiento, hacia borradores e ideas de entonces».

Hace unos 35 años, cuando todos estábamos estudiando inglés, había un programa llamado Pedagogical pop, para hacernos llegar el “idioma de Shakespeare” mediante las letras de canciones. Nada nuevo, ya las letras de los Beatles (recuerden Vivir es fácil con los ojos cerrados) servían para eso ─presuntamente─ desde los años 60. Pero yo quería hablarles de un fenómeno distinto: lo que he titulado pop histórico, no porque los temas sean especialmente memorables, que también, sino por ser sus letras de dicho asunto.

Autor de “Los cuatro santos”

Con motivo de su visita a la Feria del Libro de Madrid 2019 donde ha dedicado ejemplares de sus obras (la trilogía de Rafael Sánchez cuyo último volumen "Los cuatro santos" acaba de editar la Huerta Grande, añadiéndose a los anteriores "El último de Cuba" (2016) y "El hombre de negro" (2017) y el poemario "La tierra del chaleco" (2018) de Lastura ediciones), charlamos en pleno centro de Madrid con el autor cartagenero, ya no tan moreno, José Joaquín Bermúdez Olivares.

Con el trasfondo del ‹‹legado Rubén Darío›› salvado gracias a Antonio Oliver y Carmen Conde (de cuya entrada en la Real Academia se cumplen ahora cuarenta años y a la que el autor dedica su personal homenaje), José Joaquín Bermúdez Olivares nos lleva desde Cartagena hasta la sierra abulense y desde la costa inglesa hasta Madrid, en una postrera peregrinación de su personaje Rafael Sánchez entre el conocimiento y la desolación.

“La recompensa del lector está en su propia esfuerzo”

El hombre de negro” es la segunda novela del escritor cartagenero José Joaquín Bermúdez Olivares. Y la segunda salida de Rafael Sánchez, el protagonista de “El último de Cuba”. Si ésta no era una novela histórica al uso, la nueva obra de Jota Jota no es una novela de espías al uso. José Joaquín Bermúdez Olivares sabe imprimir a sus novelas un halo de misterio que las diferencia de todo lo que estamos acostumbrados a leer.

Dice Kant en su Crítica del juicio que en poesía todo ocurre honrada y sinceramente. Incluso en poetas que como Pessoa -al que José Joaquín Bermúdez Olivares trae a colación en su excelente prefacio-, de quien conocemos varias personalidades a través de sus heterónimos, intuimos la verdadera naturaleza del autor a través de sus versos. De hecho, se suele incluir en el género de ficción a todas las narraciones creativas, como si no hubiera fingimiento -y no entremos en Pessoa de nuevo ya en el primer párrafo- en lo que los poetas crean.

Editorial La Huerta Grande. Madrid. 2022

Lo que sigue pretende ser unas palabras en torno a un libro escrito por alguien que no deja nada al azar: todo es por algo aquí, y mi inmodesto propósito es entender el avieso plan que el autor (y amigo) nos propone. La clave máxima —si descartamos alguna clase de artificio cabalístico relacionado con el nombre del autor que no acertamos a identificar— es el título: "Función de pérdida" (FP), un concepto que, como se explica en la nota preliminar, busca medir la merma de estofa.

No vamos a hablar aquí del salero con el que algún dirigente dispone sobre la soberanía del Sáhara “español” ni sobre las guerras verdaderas que nos afligen (dejamos los temas de actualidad para la incisiva y simpar Begoña Ameztoy), pero sí de curiosidades sobre una guerra del pasado y, en general, de un fenómeno lingüístico bien conocido: el de usar nombres propios como comunes.

Una breve mirada sobre un grupo de escritores ingleses nacidos a principios del siglo XX, para ser leídos un siglo después

Puesto que en español el marbete ‹‹la otra generación del veintisiete›› se utiliza para agrupar a esos genios que, como López Rubio, Mihura, Jardel, Tono, Neville et al. Coinciden cronológicamente pero no estética (ni políticamente en muchos casos) con los del 27, usamos el barbarismo tuentiseven para referirnos a un conjunto de escritores ingleses nacidos a principios del siglo XX, y que en algún caso mantuvo estrecha relación personal. Me gustaría indicar, incidentalmente, que nunca he sabido porqué los García, Alberti, Cernuda… eran los unos y aquellos citados los otros, como no sea por el unamuniano ‹‹hunos y hotros››.

El tiempo transcurrido desde la aparición del primer volumen de la trilogía, El último de Cuba, algo más de tres años, me ha enseñado que hay mucho de cierto en aquel adagio que reza ‹‹no dudes en cantar tus propias alabanzas, al fin y al cabo eres el único que conoce la tonada››. La superproducción de títulos, la precariedad laboral del sector cultural, las dificultades de difusión de las obras llamadas independientes y la funesta manía de no leer, hacen casi imposible gozar de la casualidad (o causalidad) de una reseña, mucho menos de una crítica profunda. Todo ello con honrosas excepciones, como este medio. No es una queja, sino la mera constatación de un hecho.

La preparación de estas interesantes jornadas coincide con la última (en su doble acepción de más reciente y de postrera, según su autor) novela de Frederick Forsyth, el autor de Chacal. Los autores anglosajones han sido, tradicionalmente, los más asiduos practicantes del género de espionaje; cuando no espías ellos mismos, desde Defoe hasta el propio Forsyth. En España hemos ido a la zaga, bien porque (en magistral expresión de Fernando Martínez Laínez) ‹‹ algunos creen que en España…lo único digno de espiar es la tortilla de patata›› (1), o porque los resabios de la dictadura y el difícil acceso a los secretos oficiales han dificultado la práctica del mismo.

Tras su aventura en ‹‹El último de Cuba››, Rafael Sánchez, vuelve para protagonizar "El hombre de negro", por decirlo al modo cervantino, desde el corazón de Europa (la Ginebra de 1957). Un periplo que lo llevará a Roma, Madrid, Santander, Nueva York, la selva colombiana y Brasil. Un variado periplo conducido por la mano de su autor José Joaquín Bermúdez Olivares.