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Serotonina

19/09/2020@15:00:00

Este verano –ya lo he contado en alguna parte- he leído por fin “Serotonina” de Houellebecq. Siempre que puedo, evito hacer algo al mismo tiempo o en el mismo lugar que todo el mundo, ya sea leer una novela o cantar “Resistiré”, de ahí la demora. Y ese mismo escrúpulo antigregario ha complicado mucho mi fallida intentona de convertirme en un escritor destacado en este país en el que nadie lee pero todo el mundo publica, o lo hacían antes de la COVID. Pero ya llegaremos a eso.

Dante Alighieri narró en La Divina Comedia el descenso a los infiernos para representar el fin del Medievo en su tránsito hacia el Renacimiento. La labor del bardo, en ocasiones, es la de adelantarse a las grandes catástrofes de la Humanidad como si fueran profetas de toda una civilización.

¡Qué vienen las suecas!, gritaba un desaforado Alfredo Landa en una conocida película de los años sesenta. Ahora se podía sustituir por ¡Qué vienen las erasmas! o, por lo menos, eso dice Azucena del Valle en OHH LA-LA, ¡LE PRINTEMPS! cuando ve cómo se pone el templo de Debod de gente tomando el sol. También se podría decir: ¡Qué viene la primavera! y en pleno mes de febrero. Desde luego, a la climatología le falta un tornillo. En invierno llega la primavera y en verano llegará la glaciación. Lo cual nos vendrá de perlas para hacernos los cubatas con hielo de los polos.

"SOS probióticos", el nuevo libro de José Antonio Barroso

Hasta hace poco tiempo no hemos tenido conciencia de lo importante que es para la salud el consumo de los probióticos. Un palabro que cada vez tiene más presencia en una sociedad que está tomando conciencia de lo beneficioso que es su consumo para obtener una microbiota adecuada.

Allá donde no crecen las pelusas, en los confines del infinito que atrapa a nuestra imaginación y a nuestros sentimientos, en ese lugar que nadie conoce porque nadie se atreve a asomarse a él, la voz poética de Elena Medel va rebuscando en las inhóspitas paredes del alma, de su alma, esos porqués para los que nadie tiene respuesta.

Llegué a Carlos Marzal por la poesía, cuando yo buscaba, por las librerías, referentes contemporáneos para saber cómo escribían aquellos que ganaban premios como el Loewe o el Premio Nacional de la Crítica. Pues bien, entre esos escritores estaba Carlos Marzal, escritor ya consagrado y clasificado dentro de una generación, la poesía de la experiencia. Estar dentro de una generación son palabras mayores, significa entrar dentro del olimpo de la literatura, así que debía hacerlo muy bien. Solo tuve que empezar a leer para comprobarlo, y tanto que lo hacía muy bien. Sabes que alguien lo hace muy bien cuando al leer dices para ti expresiones como: “guau” o “genial”, porque sus poemas tienen alta capacidad de emocionar, que es mover tus entrañas o ponerte la piel de gallina. La emoción es lo que persigue el arte y la mayor parte de las veces viene dada por la intensidad de la obra en cuestión: intensidad propiciada por la belleza de la forma; intensidad conseguida por las ideas que transmite; intensidad por el dolor o la alegría en una historia que vivió otra persona y está contada de forma que nos conmueve.

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Nihilista lúcido, Michel Houellebecq construye un personaje y narrador desarraigado, obsesivo y autodestructivo, que escruta su propia vida y el mundo que le rodea con un humor áspero y una virulencia desgarradora. "Serotonina" demuestra que sigue siendo un cronista despiadado de la decadencia de la sociedad occidental del siglo XXI, un escritor indómito, incómodo y totalmente imprescindible.

Hoy, Azucena del Valle se nos ha puesto trascendente en su artículo "La malafollá, un suponer". Que si profecía autocumplida, que si una sonrisa vale menos que la luz y alumbra mucho más. Eso me recuerda a un autor hortera e iluminado que un día jugando con una ouija preguntó que a qué edad iba a morir. El vaso, que mejor hubiese sido una copa de vino, le dijo que a los 65 años. Se lo tomó a risa pero al llegar a una edad cercana a esa cifra empezó a preocuparse. Lo consultó con el gran Jodorowsky y le dijo que tenía que celebrar su muerte y renacer. Así lo hizo, se enterró en vida y ahora vive feliz. Otro caso para Iker Jiménez, con lo fácil que es poner buena cara al mal tiempo.

Hay cierta paradoja, en torno a la literatura, que se ha expresado muchas veces de distintos modos. Hace poco lo planteaba en Twitter Rafael Narbona, con notable contundencia. ¿Qué sentido tiene escribir para decir que nada merece la pena y que la vida es pura basura? Prima facie, da la impresión, en efecto, de que realmente tiene poco o ninguno. Si nada merece la pena ni siquiera merecerá la pena escribirlo, ¿no?

Nos lo cuenta el Dr. Antonio Escribano en Dieta para el cerebro
El reconocidísimo médico especialista en endocrinología y nutrición, Dr. Antonio Escribano, nos enseña en Dieta para el cerebro todo lo necesario para el buen funcionamiento de este órgano vital, y así ejercitarlo al máximo y exprimir todo su potencial. Tener el cerebro en forma es una de las claves para que el confinamiento sanitario discurra de la mejor forma posible.