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Thomas Asbridge
Thomas Asbridge (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Thomas Asbridge: “En su origen, las cruzadas no tuvieron un aspecto económico. Su objetivo era conquistar Jerusalén y los Santos Lugares"

Autor de “Las cruzadas”
domingo 08 de septiembre de 2019, 12:40h

Casi diez años han tenido que pasar para que el historiador y presentador de televisión Thomas Asbridge haya podido ver su obra “Las cruzadas” traducida al castellano. “Hace unos años una fuerte editorial española se interesó por mi libro, pero no llegaron a traducirlo. Ático de los Libros se volvió a interesar por publicarlo y el resultado es el que tienes en tus manos”, me dice el escritor británico en la terraza del remozado Edificio España, que tiene unas vistas impresionantes de Madrid.

Thomas Asbridge
Thomas Asbridge (Foto: Javier Velasco Oliaga)

“La publicación del libro demuestra que no se ha perdido interés por las cruzadas, pese al tiempo transcurrido en que se llevaron a cabo, ya hace más de 800 años”, apunta el historiador británico que fue presentador en la BBC de un documental sobre su libro. El inicio de las cruzadas tuvo lugar en 1095 cucando el papa Urbano II decretó una guerra santa para recuperar los Santos Lugares. “Entonces la palabra cruzada no existía, se hablaba de un peregrinaje o de un camino hasta Jerusalén. No fue hasta 1135 cuando el término latino de cruz dio origen al de cruzadas”, explica el escritor.

Aunque en la primera cruzada participaron diferentes pueblos, fueron los francos los principales integrantes de la misma. “En su origen, las cruzadas no tuvieron un aspecto económico. Su objetivo era conquistar los Santos Lugares y reliquias de Jesucristo, querían conseguir trofeos religiosos, pero hay que reconocer que tuvieron distintos componentes como la espiritualidad y, también, la avaricia y la violencia”, sostiene Thomas Asbridge de manera ecuánime.

No sería hasta 1099 cuando se produjese la conquista de Jerusalén, después de lo conseguido, los cruzados fueron a dar las gracias al Santo Sepulcro. “La primera cruzada fue una victoria incuestionable de los cristianos, la de mayor éxito en todos los aspectos, pese a la poca colaboración de Bizancio. El emperador bizantino Alejo I no estaba muy interesado en Jerusalén, pero sí en consolidar nuevas conquistas en Asia Menor, como la ocupación de Antioquía. Utilizó la cruzada en su propio beneficio. Lo que sí hizo fue ser generoso con las tropas cristianas para evitar saqueos”, sentencia el autor de “Las cruzadas”, que tardó cerca de seis años en redactar su libro.

Sin embargo, la cruzada más mítica de todas fue la tercera, debido a que contó con la rivalidad de dos grandes genios guerreros, por parte cristiana el rey angevino Ricardo Corazón de León y por el lado musulmán el sultán Saladino. “Ambos personajes me fascinaron desde que era joven, pero tengo que reconocer mi preferencia por Saladino. Los dos fueron grandes generales militares capaces de actos de brutalidad extrema, pero también de generosidad”, evalúa el escritor británico.

“Ricardo Corazón de León, que muchos hablan de su supuesta homosexualidad por su relación con el rey de Francia, fue un gran estratega que consiguió mucho de sus objetivos tanto por vía militar como diplomática; llegó a ofrecer a Saladino un matrimonio de conveniencia entre su hermana y el hijo de Saladino para conseguir la paz”, cuenta Thomas Asbridge, que facilita muchos datos en su libro para que sea el lector el que saque sus propias conclusiones. “Para escribir el libro, he consultado numerosas fuentes. Son más ricas las de la tercera cruzada porque hay testimonios tantos de fuentes cristianas como musulmanas, mientras que de la primera y segunda cruzada sólo tenemos testimonios del lado cristiano”, puntualiza.

“Saladino era una persona clemente y justa, pero que ansiaba el poder para él”

“Los historiadores de la época describen a Saladino como una persona clemente y justa, pero que ansiaba el poder para él y sus descendientes. Quería crear su propia dinastía. Su objetivo fue aumentar el poder sobre su pueblo”, describe Asbridge durante la charla y añade que “no era un buen administrador y, en ocasiones, era capaz de tener una crueldad extrema, enviaba a la guerra a personas que no estaban acostumbradas a batallar, como carne de cañón. Pero, hay que juzgarle desde estándares de la Edad Media, no de la actual”.

El emperador de Bizancio utilizó las cruzadas en su propio beneficio

En las cruzadas, tuvieron un papel predominante las órdenes militares religiosas como los templarios, los hospitalarios o los caballeros teutónicos. “Realizaron una gran labor de protección de diversos lugares conquistados en la primera cruzada como hicieron con Crac de los Caballeros, gobernada por la Orden del Hospital de San Juan, que controlaba muchos territorios de la actual Siria, o Acre, pero se fueron perdiendo poco a poco”, apunta Asbridge.

Culpa de esa paulatina perdida de las tierras fue debida a la mala planificación de alguna de las cruzadas. “Siempre hubo muchos problemas con los suministros y los objetivos se dispersaron. En la cuarta cruzada se intento conquistar Egipto y se hicieron unos asentamientos en Croacia, lo cual estaba muy lejos de los propósitos iniciales de las cruzadas que era la salvación de las almas de los intervinientes de las cruzadas”, detalla con precisión el historiado que fue asesor de Ridley Scott en la película “El reino de los cielos”, a la que califica como una caricatura de la Edad Media.

En su opinión, “las cruzadas se saldaron con un rotundo fracaso por no haber sabido encauzar la devoción de los cruzados por los santos lugares y por la salvación individual con los intereses económicos y personales de diferentes líderes de las cruzadas”. Sin embargo, el interés por los Santos Lugares continua intacto. “Yo no soy una persona religiosa, pero entiendo la fascinación y obsesión por la Tierra Santa desde la perspectiva de las diferentes religiones monoteístas. Lo lamentable es que se siga manteniendo una visión fanática desde ambos bandos”, concluye Thomas Asbridge mientras observa las magníficas vistas que se divisan desde la terraza del Edificio España.

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Thomas Asbridge (Foto: Javier Velasco Oliaga)
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