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«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

Miguel Cervantes Saavedra
Miguel Cervantes Saavedra (Foto: Archivo)

Tres nuevos documentos inéditos y una firma autógrafa de Miguel de Cervantes Saavedra en Utrera, ciudad del poeta Rodrigo Caro (1573-1647), sacerdote católico del Siglo de Oro español

viernes 17 de diciembre de 2021, 14:00h

El benemérito historiador Julio Mayo Rodríguez, archivero municipal de los Palacios y Villafranca, de la provincia de Sevilla, y autor de los excelentes estudios históricos y culturales, verbi gratia, «Descubrimiento de la Imagen de Nuestra Señora de las Rocinas: estudio interpretativo de la leyenda que vincula a la ermita y a la Virgen del Rocío con Almonte» (Huelva, 2015), «Francisco de Paula Baquero, cofundador de la Academia Sevillana de Buenas Letras» (Sevilla, 2009), y «Romería y procesión de la Virgen de Consolación de Utrera: siglo XVII y XVIII» (Sevilla, 2000), descubre tres nuevas joyas documentales de vital importancia, con una firma autógrafa del «Rey de la Literatura española», para la biografía del «Príncipe de las Letras españolas», dejadas en el tintero por los biógrafos cervantinos.

El primer testimonio legítimo de inestimable magnitud trata de una carta-poder con la firma autógrafa del héroe de Lepanto, elaborada entre el 29 y el 30 de marzo de 1593 en la ciudad de Utrera-, fundada según la obra «Convento jurídico de Sevilla» (Sevilla, 1634), del abogado utrerano Rodrigo Caro, en el año 2637 de la creación del mundo-, dirigida al arriero Juan de Balbuena, vecino de Marchena, en el mesón de Felipe de Rojas, «uno de los más distinguidos del pueblo según el investigador Mayo Rodríguez» (J. Mayo Rodríguez, «Cervantes en Utrera», 123), para que recibiese 170 fanegas de trigo y 20 de cebada con objeto de alimentar a las bestias que realizasen el porteo de los granos del Ayuntamiento, exigiendo al arriero que «el dicho trigo y cebada que así recibiere sea buen trigo, nuevo, limpio y enjuto de dar y de recibir, medido con buena medida de la Ávila» (A. Dávila Oliveda, «Juan Titón de Cervantes…», 2-3) «para el proveimiento y bastimento de los galeones y armadas del rey nuestro señor de la guardia de las Indias, por comisión de Cristóbal de Barros, proveedor general de los dichos galeones y armadas…», y refrendada, el 21 de febrero de 1593 en Sevilla, por su secretario Juan Saen Egoen (J. Mayo Rodríguez, «Cervantes en Utrera», 129, 134).

En verdad, se desconoce cuántos días pasó Cervantes en la ciudad de Utrera-, considerada una de las cunas históricas del flamenco-, después de haber encomendado a Balbuena la recogida de la cebada y el trigo, puesto que se documenta que desde el 21 de febrero de 1593 hasta el 28 de abril, el famoso alcalaíno recogía aceite, cebada, garbanzos, habas, queso y trigo durante 48 días, entre otros, en Arahal, Carmona, Marchena, Morón de la Frontera, Osuna, Paradas, La Puebla de Cazalla y Villamartín.

La segunda perla documental del investigador Mayo Rodríguez comprueba que el 8 de abril de 1593 en Utrera-, ciudad de la fortaleza, pieza clave de la defensa de Sevilla, controlada por el mariscal Fernán Arias de Saavedra (1370-1435), alcaide del castillo de Triana y de Cañate La Real-, Juan de Balbuena proporcionó al alguacil mayor Juan de Luna, en presencia del escribano Martín Jiménez de Santiago, una carta de pago, en la que daba «fe de haber conocido a Miguel de Cervantes y se declaraba satisfecho con la entrega» (J. Mayo Rodríguez, «Cervantes en Utrera», 136).

El tercer dato, del archivero Mayo Rodríguez, del 28 de noviembre de 1593, atañe al sanluqueño Juan Titón de Cervantes, comisario real de abastos de Felipe «el Prudente» (1527-1598), e hijo de Hugo Titón de Cervantes, comerciante de Bristol, corsario y espía inglés al servicio de «Friedensfürst» en el mar Mediterráneo, llamado por los hebreos «el Gran Mar», establecido en Sanlúcar de Barrameda.

El comisario Juan, con quien «el alcalde Alonso Jiménez Bohórquez concertó la extracción de 500 fanegas de trigo el 3 de septiembre de 1592» (J. Mayo Rodríguez, «Cervantes en Utrera», 117), fue a Utrera al servicio del ejército español, coincidiendo con «el comisario real de abastos Miguel de Cervantes Saavedra en las mismas fechas» (A. Dávila Oliveda, «Juan Titón de Cervantes…», 3-4). Dicho documento fue firmado por el primer Proveedor General en la Casa de Contratación de los galeones de la Armada y Flotas de la Carrera de las Indias, Cristóbal de Barros y Peralta, cuyas 500 fanegas de trigo, sacadas por Titón, fueron destinadas para la flota española que iba y venía al Nuevo Mundo.

De igual modo, es de destacar que la documentación conservada no pone de relieve cuándo, cómo y en qué circunstancias se conocieron Juan y Miguel, quien en su comedia intitulada El Rufián Dichoso (Madrid, 1615) rememoró su estancia en Utrera así: «yo, en ayunando estoy malo, flojo, indevoto y mohíno. De un otro talle y manera, me hallaba yo cuando era en Sevilla tu mandil; que hacen ingenio sutil, las blancas roscas de Utrera», y quien en su novela bizantina, titulada: La española inglesa (Madrid, 1613), pone en evidencia referencias a la Inglaterra del dramaturgo William Shakespeare (1564-1616).

Pese a ello, huelga resaltar que el biógrafo cervantino Alfonso Dávila Oliveda alega que «la familia Titón formaba parte de la colonia de mercaderes ingleses establecidos en Sanlúcar de Barrameda en los años 1517 ó 1518, que acabó de formar parte de la rica colonia inglesa de Sevilla, al amparo del comercio con América, especializados en el comercio de las especias, los esclavos y el azúcar» («Juan Titón de Cervantes…», 3), y sostiene que «Cervantes debe conocer a su pariente desde hace tiempo, quizás desde el presidio de Argel, recogiendo su carácter en La Galatea, como marido de la Aurora» («Juan Titón de Cervantes…», 4). En relación con eso, cabe hacer especial hincapié en que también Julio Mayo Rodríguez asegura que «por las venas de Miguel de Cervantes Saavedra corría sangre inglesa» (Mariló T.A., «La conexión inglesa de Cervantes…», 2016-VI-6).

A continuación, en conformidad con el nuevo documento del 16 de diciembre de 1596, destapado por el investigador Alfonso Dávila Oliveda, tocante al Memorial para Felipe II con sus servicios y la oferta de quemar la flota inglesa en Plymouth, Juan de Titón de Cervantes empezó su servicio para asuntos secretos y reservados del hijo del «rayo de la guerra» Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1500-1558) con diecisiete años; en 1573 inició su carrera de espía en Bristol; en 1585 hizo dos viajes durante las negociaciones de paz entre España e Inglaterra; y tras el fracaso de la «Grande y Felicísima Armada» prestó sus servicios en Argel, Marsella y Valencia.

De acuerdo con el historiador burgalés Alfonso Dávila Oliveda, Juan Titón de Cervantes mandó un memorial al «Rey del ancho suelo Hispano», certificado por el secretario del Consejo de Guerra en Madrid, Andrés de Prada y Gómez de Santalla (1545-1611), sobre «un plan para dar un golpe de mano para quemar a la flota inglesa en el puerto de Plymouth» (A. Dávila Oliveda, Miguel de Cervantes…, III: 34) en revancha por el saqueo de Cádiz, entre el 30 de junio y el 15 de julio de 1596, que reza que «en la ocasión que quiero seruir a Vuestra Magestad es quemar mucha parte de la armada ynglesa en el puerto de Plimua que es puerto donde recoge y apresta la ynglesa la mayor parte de su Armada y es vno de los buenos puertos que tiene y esta catorze leguas del cabo de Inglaterra y es puerto auierto y la experiençia que tengo della se en los dichos dos viajes que hyze de la dicha ciudad de Londres y entre en el con tiempo de ser cabo en una nao francesa digo inglesa y los vientos que son faborables para entrar en el dicho puerto son veste y sudueste sur y subeste que cualquiera dellos se ha de esperar para entrar para hazer el dicho efecto» (A. Dávila Oliveda, Miguel de Cervantes…, III: 39-40).

En vista de ello, se plantean las siguientes preguntas; ¿sabía Miguel de este memorial?; ¿estuvo presente durante su redacción?; y ¿qué conocimiento tenía sobre la posible quema de la Invencible Inglesa, llamada también Contraarmada o Expedición Drake-Norris, de los marinos isabelinos?

En conclusión, le agradezco al ejemplar historiador palaciego, Julio Mayo Rodríguez, su excelente colaboración y a la par le felicito por el espléndida aportación de los nuevos documentos inéditos para la vida del autor de La Galatea (Alcalá de Henares, 1585), así como para la Historia de Bristol, condado del sureste de Inglaterra, España, Inglaterra, Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, y Utrera, ciudad de las Torres de molino de aceite, testimonios que deberían estar puestos en letras de molde, rectificando así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!

«Laus in Excelsis Deo»,

Krzysztof Sliwa

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