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Que mejor imagen que un plato de jamón y queso ibérico con una cervecita
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Que mejor imagen que un plato de jamón y queso ibérico con una cervecita

REMEMBER ME

Azucena del Valle se nos ha vuelto canapera. En "Remember Me" se sincera y nos dice que le gusta que la inviten para poder comer el jamón que no puede comer en su casa. Otras canaperas, llevan regalos a las organizadoras para que las sigan invitando a eventos. Y todo para hablar de la imagen que nosotros tenemos de nosotros mismos. Lo peor sería volverse como la madre de Blancanieves que termina por romper el espejo en que se miraba. Mejor ser prudentes y vestir como queramos y no como esas góticas, más que la catedral de León, que dieron el cante ante el hombre más poderoso del mundo.

- ¡Para que luego digas que si la Aitana tal y tal Pascual! En contra de lo que predica Yoli tenacillas, léase también La Tucán, Loro Park y no sigo porque me sé más, mi sobrina está por el pluriempleo precario para poderse pagar el alquiler del piso, los modelis y los gin. Además de trabajar en la panadería La Rosca será promotora de fideos los findes en unos Grandes Almacenes. ¡Ahí lo dejo! ¡Eso son ganas de progresar ganándose el pan con el sudor de su frente!

- ¡Otros se los ganan con el sudor del de enfrente! Y digo yo, ¿en vez de fideos no podía promocionar jamón y nos dábamos tú y yo unos cuantos paseos a la hora del aperitivo? Un suponer…

- Tía, cuando dan jamón o bombones a mí nunca me toca… Chope alguna vez, ¿por qué será?, si cuando voy al super solo llevo el conch piercing, el koka, el Bridge, los cuatro de la oreja derecha, la chupa de chapa, los vaqueros con agujeros, las biker boots con hebillas y los labios pintados de negro. Que digo yo que llamaban más la atención las hijas de Zapatero cuando fueron a la Casa Blanca. Cómo si yo fuera diciendo ¡aquí estoy!

- ¡Joder, Vani!, que parece que vas a atracar, aunque no se te vea la pistola. Y no soy de escandalizarme ni censurar, tía. Cada uno puede ponerse lo que quiera, allá cada cual, pero tiene que ser consciente de lo que proyecta su imagen. Es nuestra tarjeta de presentación ante los demás, lo primero que percibe el otro. ¡Vivimos en la sociedad de la imagen, pequeño saltamontes!

- Entonces, antes de que hable o me conozcan ¿me presenta mi imagen y el otro interpreta?

- Más o menos. La imagen (del latín imago) es una representación visual, que manifiesta la apariencia visual de un objeto real o imaginario. Nuestra apariencia, comunica muchas cosas de nosotros: cómo somos, nuestro estado de ánimo, la seguridad, la autoestima, confianza, rebeldía… y provoca un impacto en los demás cuando su mente registra algo que la perturba positiva o negativamente. En solo siete segundos el otro comienza a buscar recuerdos como estereotipos, status social (perfil económico, intelectual, social), si se parece a alguien que conoce… Una imagen vale más que mil palabras, sin hablar de los gestos ni del discurso, mayormente, que ahí podríamos hacer un tratado completo, pero el que quiera saber, que vaya a la escuela ahora que Pedro Antonio (que dice mi amiga Begoña) ha prometido 500 millones de euros para que entendamos los cuentos que nos cuenta (léase comprensión lectora y matemáticas).

- Puri, pues yo soy una tía optimista y segura a pesar de los labios negros y el atuendo, ¡no te digo! Y me la pela lo que piensen los demás. Voy cuqui, no cringe; en plan adolescente que me mola, y si me hacen un next no dramo. Hago un ghosting y me piro sin el jamón.

- Me da que sí que te importa… tus verbalizaciones apoyan la teoría de Charles Horton Cooley, que afirma que el grado de inseguridad personal que exhibimos en las situaciones sociales está determinado por lo que creemos que otras personas piensan de nosotros. Y cuando te ningunean tú sientes rabia, como mínimo. Tu cuerpo está transmitiendo, de manera inconsciente, tu estado de ánimo, tus emociones, los rasgos de su personalidad. El cuerpo expresa, seduce, agrede y miente.

- Pues afirmo con rotundidad y sin alevosía que estoy encantada con mi imago. ¡LOL! (Lots of laughs: léase, me parto el culo). Yo soy como me veo.

- Vuelves a equivocarte, Vani. La forma en que nos vemos no proviene de lo que realmente somos, sino más bien de cómo creemos que los demás nos ven. El concepto de Cooley del Yo Espejo, afirma que el yo de una persona crece a partir de las interacciones sociales que el individuo ejerce con los que le rodean.

- ¡Joder!, ¡cada día más literal, Puri! ¡Qué yo solo quiero que me den jamón, como a las pijas! Esas que son capaces de presentar hasta siete tipos de sonrisa: sincera, atenuada, falsa, burlona, orgullosa, temerosa y triste, como dice el psicólogo estadounidense Paul Ekman. Qué yo también las sé poner cuando me interesa. ¡Miérder! ¡Me putoencanto yo misma!

- Lo cierto es que yo no te veo racheta (léase chicas de barrio con amor por el leopardo, el chándal y las uñas de gel). Será porque te conozco y te quiero, pero los demás ven la imagen que se hacen de ti por lo que tu imagen trasmite. Y si no te renta… cambia a swag, es decir, lleva un outfit y serás una tía muy top. ASAP (As soon as posible, léase, lo más pronto posible).

- ¿Dejar de ser yo por el puto jamón? Me sentiría fake, una falsificación de lo auténtico.

- Todos tenemos un concepto, de nosotros mismos; una autoimagen sobre el tipo de personas que somos, que se forma a través de nuestra propia conciencia (lo que creemos ser), lo que deseamos ser, lo que los demás ven en nosotros, lo que nos identifica

- Ya estamos con que crece la autoestima cuando mi yo real coincide con mi yo ideal. ¡Y todo por el puto jamón ibérico que a mí nunca me toca! ¡La culpa es de las promotoras, que casi siempre son féminas! ¡Ellas son las que interpretan! ¿Y los vendedores que no te ven siquiera? ¿Y aquellos que te saludan un día sí y otro no? ¡Ya estamos con la puta intermitencia! Ahora sí, ahora, no, ahora te quiero, ahora me la pela… Todos necesitamos que nos vean, que nos recuerden…

- Ya te he dicho que todos juzgamos, en pocos segundos, por la imagen. ¿Qué nos mola y encontramos conexión y afinidad? Nos acercamos porque podría ser hasta nuestra colega. ¿Qué algo nos cruje y no nos encaja? Hasta luego Lucas y a por otra. Ese flash condiciona la relación, como ya lo estudió Edward Thorndike, investigando sobre los errores constantes en la calificación psicológica. Está claro que no hay segundas oportunidades para ofrecer una primera impresión.

- Resumiendo y concluyendo, si yo provoco un impacto en el colega de enfrente, y él interpreta, ambos somos culpables si la chispa no se enciende, digo yo.

- Se trata, como dicen los psicólogos, del Efecto Halo, un sesgo cognitivo, cuando la percepción de un solo rasgo afecta a todos los demás.

- ¿Cómo lo de creer que todas las rubias son…? ¡Pues lo llevo clarinete!

- Cien por cien Vani, cien por cien

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