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Galerías Lafayette de Paris
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Galerías Lafayette de Paris (Foto: Azucena del Valle)

¡CUÁNTAS COSAS VENDEN QUE YO NO NECESITO!

Por Azucena del Valle
Azucena del Valle sigue intensa, en esta época del año donde el consumismo nos sale por las orejas y por otros sitios que preferimos no describir, la escritora aboga por lo mucho que nos sobra en nuestros hogares y seguimos acumulando en cajones o armarios. Nos lo cuenta en su relato "¡Cuántas cosas venden que yo no necesito!" No seas como su panda, la Puri y la Vani, y recátate en los gastos que este año la inflación nos va a sacar los higadillos.

- ¡Qué estoy coreta Vani! Que con el cambio de armario cuando asoman los temblores del invierno y hay que sacar la ropa abrigadita, no tengo qué ponerme. Me hallo casi en cueros, por decir algo.

- Pero, ¡qué me dices Puri! ¡Te mata la exageración! Con un armario a reventar y todo arrugado por la proximidad de las prendas, es decir, apretadas entre sí como chorizos de Muñana; los trajes, las camisas, los top de cada color por eso de la concordancia; tanto jersey de escote a pico, cuello Perkins, a la caja, cuello cisne, barco, redondo, polo, vuelto, alto… ¡tanta ropa para un solo cuerpo!, que le decía el Pepito Grillo, léase Gonza, a su madre, que es casi como tú, la temporada pasada.

- La Terete afirma con rotundidad que me sobran dos cajones, el de “por si acaso” y el de “boba, si esto no pide pan”, con lo que me reafirmo en la primera aseveración: estoy coreta de solemnidad, porque no me gusta nada de lo que acumulo.

- ¡Ay flor de loto, que te escucho y me despeloto! Y esto, me retrotrae a tiempos pretéritos mayormente, cuando me sentaba de sufridora en una silla de pala en aquel aula lleno de jóvenes ilusionados con lograr un puesto fijo en una empresa seria -entonces-; todos con cara de futuro próspero, haciendo un semicírculo por eso de favorecer la interacción no solo con la profe sino también entre nosotros… y la seño, introduciendo el tema como el Valles el Telediario, soltó aquello de …paseaba el filósofo por un mercado abarrotado de tenderetes llenos de cachivaches, léase artículos,… estallaban los colores, la luz, los aromas… en definitiva, la abundancia incluso de gente que regateaba con los comerciante, cuando soltó aquella frase famosa por todos conocida: ¡Cuántas cosas venden que yo no necesito!

- Jo Vani, lo has clavao. Es lo mismo que me pasa a mí cuando abro el armario y observo la enormidad y profusión de prendas, porque solo hablaremos de ropa, porque si me voy a la cocina… ¡Cuántas cosas tengo que ya no necesito!

- Pues yo a eso lo llamo consumismo exagerado, hiperbólico y salvaje, que estoy living esta mañana, porque es una barbaridad almacenar tanto para una sola vida, que te vas al patio de los callaos desnudita, como viniste al mundo, o ¿a ti te parieron con puntillas?

- Si Vani, que te escucho y me da por el arrepentimiento al sentir que no progreso adecuadamente al verme aquejada por el mal de Diógenes y no ser capaz de ocupar de manera armónica el espacio que me circunda para lograr una influencia positiva. Me voy a poner con el feng shui hasta que queden huecos… en la cocina. Lo de la ropa lo dejo para la primavera porque la insatisfacción existencial la suplo con el placer de tener de todo, un suponer, que será por eso, porque manirrota, manirrota, tampoco me considero.

- Esto me recuerda a la madre de la Pilu, que la buena mujer cuando se pasaba toda la tarde del sábado con la bayeta en una mano y la fregona en la otra, cogía cabreada la cesta de las chufas y se subía a El Corte Inglés a comprarse un juego de toallas que tampoco necesitaba, y a la vuelta a reparar con una copa de crianza el sentimiento de culpa, mayormente por el despilfarro y el no tener dónde colocarlas.

- Es el ciclo demoledor de la compra innecesaria e impulsiva que ataca, sobre todo, a la mujer madura de vida solitaria y mayormente insatisfecha con su vida personal, porque a los tíos les da por comprar en el Club del Gourmet y ni sienten ni padecen, digo yo. A nosotras nos arrollan las emociones que acontecen cuando no tienes cosas mejores con las que llenar la existencia: huida, deseo de satisfacción inmediata y culpa; eso, si no te da por ir a gastarte los cuartos en las tragaperras, que eso ya es caer más bajo y pena me da cuando veo a alguna con el carrito entrar en esos tugurios de perdición…

- Ay Puri, que andamos todo el día a cuestas con el medio ambiente y las churras y las merinas y luego compramos a mansalva sin pensar en el planeta. Es bueno que reflexionemos una reflexión ahora que se acercan épocas de derroches y excesos antes de que pongan las Rebajas, que esa es otra, porque llego casi sin blanca.

- Pues con los sinsabores que te da la vida, no entiendo por qué no me puedo dar un homenaje… o varios sin contaminar. Estoy decidida a comprar prendas de fibra natural, mayormente de origen vegetal como el algodón, bonote, cáñamo, lino, ramio o sisal y, si me apuras, también alguna de origen animal sin que se enteren esas que todo lo joden, porque me mola el mohair y el cachemir y no digamos la seda para la ropa interior y el cuero para unos pantalones ajustaditos…

- No te pases Puri, que está muy bien la intención, pero no te llega el presupuesto aunque tengas dos pagas, pero tampoco te veo yo llevando prendas de fibras sintéticas, enteramente químicas que provienen de diversos productos derivados del petróleo y apenas transpiran, un suponer, y no te voy a contar la clasificación que se basa en la obtención de la molécula, ni de los copolímeros ni de la polimerización por adición, que te me pierdes por ser de letras y yo lo di en química, aunque también el nylon, las fibras de poliéster y las acrílicas tiene sus ventajas, por ejemplo, el bajo peso específico que permite un alto rendimiento tisular, termo-plasticidad, repelencia al agua, facilidad de lavado…

- No me jodas Vani, que no quiero saber más de tejidos no naturales, que me estás quitando las ganas de ir de tiendas, y si hablamos del impacto en el medio ambiente, c´est fini lo que se daba, porque me han contado que el lavado de materiales sintéticos genera cada año unos 0,5 millones de toneladas de microfibras que acaban en los océanos… algo así como que supone el 35% de los microplásticos primarios liberados en el medio ambiente cuando lavamos la ropa sintética, por no hablar de los tintes y los productos de acabado… Y sigo, la industria de la moda contamina más que el Falcon de Pedro Antonio, que diría mi amiga Begoña, ¡un 10 % de las emisiones mundiales de carbono! ¿Y paso a los residuos textiles en vertederos al deshacernos de la ropa que no nos gusta?

- Puri, que esto es muy fuerte y no hemos dicho nada de la explotación de los trabajadores en las fábricas ubicadas en países subdesarrollados y menos de los niños, que UNICEF calcula que unos 150 millones de niños entre 5 y 14 años son víctimas del trabajo infantil, sin atender a su educación y desarrollo, y menos a su salud y bienestar, que es uno de los mayores escándalos sobre violación de los Derechos Humanos. ¿Y dónde ocurre eso? En todos los países donde hay hambre, Bangladés, China, India, Vietnan y un sinfín de países más. ¿No te has preguntado nunca por qué algunas tiendas venden prendas tan baratas? Eso sí merece una buena reflexión y una toma de conciencia en condiciones…

- Vani, tengo el corazón en un puño, encogido y triste cuando pienso en lo que me sobra…y ya me he decidido. Estas Navidades paseamos viendo luces y belenes y luego nos quitamos el frío con un chocolate en San Ginés.

- Eso engorda Puri, que todavía queda el roscón. ¿Qué tal unos vinitos por la Cava Baja?

- Ahí me has dao Vani, ¡ahí me has dao!

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