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Quema de libros el 10 de mayo de 1933 en Berlín
Quema de libros el 10 de mayo de 1933 en Berlín

RESUCITANDO A TORQUEMADA

Por Azucena del Valle

La polémica que ha armado Netflix al reescribir las obras del escritor británico Roald Dahl ha sido monumental. En esta publicación, nos han dado su opinión 20 escritores, solo uno de los que hemos preguntado no ha querido hacer declaraciones por temor a represalias y lo sustituimos rápidamente por cobardón. La propia Azucena del Valle se mostró contraría a esa barbaridad en el artículo "¿Se deben reescribir los libros con lenguaje inclusivo? Veinte escritores nos responden a esta pregunta" y en "Recucitando a Torquemada" cargas las tintas contra todos los apocalípticos del lenguaje y la literatura. Torquemadas han habido muchos en la historia, pero ninguno como Goebbels. En ningún caso, quemar los libros es la solución, más bien el problema. El pensamiento ha de ser libre y los escritores se deben acoger a este principio. Nosotros así lo hacemos, hubiesemos censurado los relatos de Azu y sus amigas la Vani y la Puri una y mil veces, pero no lo hacemos pese a su lenguaje descarado, faltón y poligonero. Sustituyan estos calificativos por otros más inclusivos ustedes mismos.

- ¡No jodas Puri! ¿Qué ha resucitado Torquemada? y yo que creía que le habíamos enterrado hace años sin honores! ¡Menos mal que los censores del XXI no conocen el campo ni las amapolas, que si no ya estaban recogiendo hojarascas y troncos de árboles para hacer un pira y quemar la historia!

- ¡Ay Vani! La desazón me atenaza la garganta cuando me viene a la mente aquella noche del 10 de mayo de 1933 en el Opernplatz de Berlín, a donde jóvenes universitarios habían llevado más de 20.000 libros en carretillas y camiones, bien orquestado por el propio Goebbels y sus ligas estudiantiles. Los presentes no pertenecían, precisamente, a un Club de Lectura; eran una marabunta de locos odiadores, de cabrones abducidos y descarnados con proclamas de fuego. Dicen que fue el líder estudiantil Herbert Gutjahr el que dio el discurso incendiario dejando perlas como esta: “Hemos dirigido nuestro actuar contra el espíritu no alemán. Entrego todo lo que lo representa al fuego”. Miles de libros alimentaron la hoguera en una orgía de odio; obras de escritores, poetas y periodista considerados indeseables por no encajar en su ideario ideológico, léase, no comulgaban, según ellos, con el espíritu alemán. Fueron pasto de las llamas obras de Karl Marx, Heinrich Heine, Sigmund Freud, Erich Maria Remarque, Carl von Ossietzky, Kurt Tucholky, entre otros. Y no solo ocurrió en Berlín, esa noche hubo una sincronía perfecta en otras 22 ciudades alemanas…

- Si nos ponemos a rememorar la historia, hay artículos que hablan de estas barbaridades y nos pueden ilustrar, como el de The Clinic; los expertos estudiosos están de acuerdo en que muchas de las grandes bibliotecas han desaparecido como consecuencia de conflictos bélicos, sin contar los desastres naturales, claro. Pero me da que lo que prima en estas burradas intelectuales es ese sentimiento primario y negativo, origen de tantos males, causa de dolor y sufrimiento que anida en las mentes estrechas, incultas y rígidas: el odio

- Se perdió el 75% de la literatura almacenada en la Biblioteca de Alejandría; se asesinó de manera horrible a la matemática Hipatia; el emperador Shi Huandi, que construyó la Gran Muralla, enterró en una Gran Tumba los famosos 7000 guerreros de terracota y tuvo los cojones, también, de pasar a la historia por una Gran quema de libros.

- Ya Puri, ¿y qué me dices del Auto de Fe en Granada en 1500 llevado a cabo por Francisco Jiménez de Cisneros cuando, casa por casa, sacerdotes y soldados se apropiaban del libro sagrado del Islán, el Corán, para hacer desaparecer una cultura? ¿o lo que llamaron La Hoguera de las Vanidades el 7 de febrero de 1497 en Florencia, cuando el sermón del fraile iluminado Savonarola convenció a los crédulos feligreses que había que erradicar todo objeto que propiciara la vanidad humana aludiendo al malestar que sentía Dios por el lujo y los placeres terrenales? Aquí participaron incluso niños, reuniendo libros, que serían destruidos, sobre magia y cábala, a la vez que se llevaron por delante obras clásicas de Ovidio, Catulo y Marcial, textos de Dante y poetas de los cancioneros del amor gentil. ¡Y hasta diálogos de Platón! ¡Joder! a él también lo abrasaron en la Piazza della Signoria porque, en su fervor purificador, insultó al papa Alejandro VI. Disfrutó de su propia medicina, un suponer.

- ¡Vaya con los sotanas! En 1530, en Tetzcoco, el vasco Fray Juan de Zumárraga tuvo los huevos de destruir códices mayas y aztecas. Un tío que veía al diablo en todas partes, “obra” que continuó otro iluminado, Diego de Landa en 1562, que mandó quemar en el Auto de Maní cinco mil ídolos y 27 códices mayas.

- Y nos estamos viniendo cada vez más cerca de nuestro tiempo en este recorrido maldito… 30 de agosto en Argentina, donde también ardieron un millón y medio de libros y folletos que rociaron los agentes con nafta; 1992 en Sarajevo, donde la noche del 25 de agosto la Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina fue bombardeada perdiendo casi dos millones de volúmenes a pesar de la cadena humana que hicieron los amantes de los libros por salvar alguna obra; 13 de abril de 2003 en Bagdad una multitud alterada prendió fuego a los anaqueles de la Biblioteca Nacional perdiendo millones de libros… Para llorar y no parar.

- ¡Ay Vani! Un hecho cercano que me hiela la sangre solo con recordarlo es la celebración de la Feria del libro, el 30 de abril de 1939, en el patio central de la Universidad Central de Madrid, donde el catedrático Antonio Luna pronunció estas palabras: “para edificar a España una, grande y libre, condenamos al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los de la leyenda negra, los anticatólicos, los de romanticismo enfermizo, los pesimistas, los pornográficos, los de modernismo extravagante, los seudocientíficos, los cursis, los cobardes, los textos malos y los periódicos chabacanos. E incluimos en nuestro índice a Juan Jacobo Rousseau, Carlos Marx, Voltaire, Lamartine, Máximo Gorki, Remarque, Freud y al Heraldo de Madrid”. Entonando el Cara al sol comenzó a arder la hoguera, en la que se perdieron también obras de Unamuno, Olmeda, Blasco Ibáñez o Baroja…

- Puri, ¡cómo me gustaría cambiar la historia y borrar de un plumazo tamañas barbaridades! ¡Cuánto trabajo, memoria y joyas perdidas! ¡Cuánta sinrazón, ignorancia e intolerancia!

- ¡Pues estás a tiempo! Porque, en pleno Siglo XXI estamos empezando a reescribir aquellas obras que no encajan con el ideario izquierdista más rancio y atrasado. Eso sí, todo lo hacen por nuestro bien y por la protección de unos infantes que consideran gilipollas o los quieren anular la capacidad de discernimiento; olvidan que son el reflejo de una época y de una sociedad, que nos guste o no, era la que era. Libros de Roald Dahl y Enid Blyton han empezado a pasar por la criba de una censura moderna tan absurda como rígida y atrasada. Son los nuevos Torquemada que no entienden que la historia no se puede borrar y que nuestros ojos no pueden juzgar lo que alguien creo viéndolos con otros.

- ¿Qué Matilda ya no lee a Joseph Conrad sino a Jane Austen? ¿Qué se acabó decir que el tío estaba muy abultado y era corpulento, un suponer, un gordo de toda vida que lo clava en un periquete? ¿Y cómo denomino yo a mi garbancito querido que tiene una barriga oronda? Mira que a la fea de cojones hace tiempo que digo que es de belleza distraída o difícil de mirar. Joder, sin quererlo ¡me estaba adelantando a la censura! ¡Si soy una puta crack!

- Vani, no creo que podamos decir puta tampoco, ni calva, ni cara de caballo, ni mecanógrafa, ni cajera de supermercado, ni madres, ni padres, ni sirvienta… un suponer.

- Pues vamos de culo, colega. Para unas poligoneras, esto es un trágico final porque si, a estas alturas de la película, tengo que aprender un nuevo idioma concordante con un régimen mentecato y cerrado, me voy a enfadar mucho y puedo empezar a desbarrar. Cuando quiero insultar, lo hago sin problemas (aunque me contengo, tía), y si quiero utilizar mi idioma correctamente porque es rico y lo hablan casi 500 millones de criaturas, pues lo utilizo sin ambages. La maldad y la intransigencia no están en las palabras, sino en el corazón y en las mentes sucias de quienes las interpretan de manera incorrecta.

- Y que lo digas tía, existen colores, formas… diferentes que describen perfectamente personas, cosas, lugares y que me niego a erradicar de mi vocabulario porque el lenguaje ha de servir para unir y no separar. Los Aristogatos, Dumbo o Peter Pan ya no pueden ser vistos por menores de siete años por ser estereotipos raciales; lo mismo que se elimina por el mismo motivo una escena de Breakfast at Tiffany´s (léase Desayuno con diamantes) que podría ofender a la comunidad asiática; HBO eliminó de su repertorio Lo que el viento se llevó, premiada con un Oscar a la mejor película en 1939, por dar una visión idealizada de la esclavitud y ¿qué me dices de Tintín en el Congo?

- Que cuando me entero me despeloto, tía. Solo nos falta que no podamos tomar Cola-Cao por lo del anuncio que cantábamos de pequeños “…yo soy aquel negrito del África Tropical…” ¿Tu amigo Falu no es negro?

- Como un tizón, ¿o tengo que decir que es de color? Solo nos falta que dejen de poner en la tele Pretty woman y que garbancito deje de llamarme pretty doll cuando anda con la compensación…

- No jodas Puri, si eso se pierde, se jodió el romanticismo… No nos pongamos tan drásticos, que no somos ingleses, aunque como decía el poeta Heinrich Heine, “Dónde se queman libros se terminan también quemando personas”; nosotros hemos comenzado por una censura a todo lo que se mueve… aunque empiezan a oírse voces. Esperemos que esto no se quede en un simple murmullo y los escritores echen cojones al asunto si no quieren ir de cráneo.

- Pues hala Vani, vamos a entonar unas coplas en El Pepe, que todavía escuchan a Doña Concha. ¡Y esta vez pago yo!

- Cien por cien Puri, cien por cien…

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