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"Los mitos de Cthulhu", de H.P. Lovecraft

Ed. EDAF. 2025
domingo 21 de septiembre de 2025, 21:20h
Los mitos del Cthulhu
Los mitos del Cthulhu

Simplemente se puede tildar de espectacular la nueva edición que ha puesto hace muy poco en circulación la editorial Edaf del clásico literario del horror cósmico "Los mitos del Cthulhu", firmado por H.P. Lovecraft en modo ciclo literario entre 1921 y 1935.

Lovecraft no desperdicia ni una sola palabra. Cada expresión, cada frase, está magistralmente seleccionada para evocar una sensación macabra. Como un cirujano magistral, la prosa meticulosa de Lovecraft es metódica y escrupulosa.

Esta maestría se extiende a lo largo de toda su obra, aunque La llamada de Cthulhu es, sin duda, el mejor ejemplo. Esta historia captura gran parte de la retorcida imaginación de Lovecraft; es la cumbre de su escritura, lo mejor de su estilo. Su brillantez reside en su capacidad para ser misteriosa, etérea e intocable, pero a la vez tan real y físicamente inquietante. Cthulhu es una entidad antigua, envuelta en el olvido, pero muy real en la mente de quienes la conocen y de quienes la veneran.

Oculto, enterrado en una oscura ciudad subterránea en las profundidades del océano, Cthulhu es más antiguo que el sol y las estrellas. Como nada que haya caminado jamás sobre la tierra, es mitad hombre, mitad dragón y mitad pulpo; Es un ser de proporciones cósmicas inimaginables: contemplar su forma basta para hundir al hombre más cuerdo en los abismos más profundos de la histeria y la desesperación. Aunque es casi imposible de encontrar, incluso para los más devotos y trastornados de sus seguidores, tiene el poder de encontrarte: tiene el poder de invadir tus sueños y desquiciar tus pensamientos para siempre.

El último elemento importante en la producción de terror es la forma en que Lovecraft juega con la proximidad y la inmediatez, dos cualidades que solemos asociar. De nuevo, el relato de aventuras habitual que involucra a dioses antiguos comienza con el héroe examinando una sucesión de manuscritos —desde modernos hasta medievales y antiguos—, el más antiguo de los cuales revela un secreto. Pero para que ese secreto sea inmediato y alcanzable, el héroe debe viajar a un destino específico. Entonces, cuando está cerca del secreto, el relato se vuelve vívido e inmediato, y la aventura alcanza su clímax.

En La llamada de Cthulhu, la relación entre proximidad e inmediatez se distorsiona deliberadamente. Hay una gran cantidad de lugares y pequeñas narrativas entrelazadas, pero la más cercana —el encuentro con el escultor local Wilcox— es la que más se aleja de la experiencia inmediata. Nuestro narrador —supongo que lo más cercano a un héroe— viaja a diversos lugares (Nueva Orleans, San Francisco, Nueva Zelanda, Noruega), pero la inmediatez de una aventura de búsqueda le es (afortunadamente) negada. En cambio, se le revela remotamente, a través del oscuro diario de un marinero noruego fallecido.

El lector, que experimenta indirectamente la inmediatez de la búsqueda del marinero, se desorienta al darse cuenta de que la narración ha cerrado el círculo y de que el horror de Cthulhu, del que Johansen es testigo, ocurrió la misma noche en que el escultor Wilcox soñaba. Sin embargo, aunque la narración ha cerrado el círculo, el lector permanece desorientado, disperso como el gran Cthulhu sobre las olas.

El alcance de semejante entidad me parece magnífico y el final abierto de esta historia espectacular. ¿Se alzará alguna vez Cthulhu? ¿Podría algo impedirle dominar la Tierra? ¿Llamará finalmente a sus seguidores a su lado?...¡No os lo perdáis!

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