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"Todos los evangelios", edición de Antonio Piñero

EDAF. 2024 (17ª edición)
martes 16 de septiembre de 2025, 21:20h
Todos los Evangelios
Todos los Evangelios
Este libro de Edaf es auténticamente magistral, por el hecho narrado, por el esfuerzo editorial, y por el editor, que es uno de los más documentados especialistas en Jesucristo o Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Por lo tanto, ya tenemos todos los ingredientes más que necesarios, para que este volumen merezca todos los parabienes. La obra presenta el total de los evangelios que han llegado hasta la actualidad, tanto canónicos como apócrifos, desde la segunda mitad del siglo I d.C.

Todo este conjunto de textos, se nos han presentado en diferentes formas, los hay completos, otros son fragmentos, a través de que los han referido otros autores, y, por fin, de algunos solo nos han transmitido el título del mismo. La palabra Evangelio, proviene del griego, y significa la proclamación de la buena nueva de la venida de Cristo al mundo, en griego se escribe como kerigma. En el siglo II d.C. el calificativo de estos textos evangélicos sería el siguiente: ‘Libro que recoge los hechos y palabras de la vida de Jesús de Nazaret como buena noticia de salvación para todos los seres humanos’. Los evangelios contemplados en el libro son: Los Cuatro Canónicos: de Marcos, de Mateo, de Lucas primera y segunda parte, de Juan. Los diversos Apócrifos: de la Natividad de Jesús, de la Infancia de Jesús, Cartas de Jesús, de la Pasión y de la Resurrección (de Pedro, Ciclo de Pilato, de Bartolomé). Evangelios Asuncionistas (de san Juan evangelista, el teólogo, de Juan, arzobispo de Tesalónica, Tránsito de la Virgen María o Narración del Pseudo José de Arimatea). Evangelios Gnósticos: Siglo II (de Judas, de Tomás, de María, Diálogo del Salvador, secreto de Juan, secreto de Santiago). Siglo III (según Felipe, Sabiduría de Jesucristo, Carta de Pedro a Felipe, Libro de Tomás el atleta, Revelación a Pedro, Revelación a Santiago, El libro del gran discurso iniciático/Los dos libros de Yesú, Pistis Sofía). Comentarios a las doctrinas secretas de Jesús (de los egipcios, de la Verdad). Textos Fragmentarios (de los nazarenos, de los hebreos, de los ebionitas, de los egipcios, tradiciones de Matías, de los adversarios de la Ley y de los Profetas, de Eva, Las grandes preguntas a María). Evangelios de Título Desconocido (9). Palabras de Jesús no recogidas en los Evangelios Canónicos/Ágrapha (4). Y, como apéndice La Fuente Q. Los traductores, realmente conspicuos, lo han realizado a partir de los textos originales, que se encuentran en bibliotecas universitarias diversas, y en lenguas antiguas, tales como el griego, el latín, el copto y el árabe. También se ha reconstruido el evangelio conocido como Fuente-Q. Se define como evangelios canónicos a los textos que, narrando la vida del Hijo de Dios, son admitidos como sagrados por la Iglesia Cristiana Católica, y el resto de las Confesiones Cristianas en general. El hecho diferencial se produjo por deseo expreso del emperador Constantino I “el Grande” en el Concilio de Nicea (325 d.C.).

Según el profesor Antonio Piñero: “En algunos casos, en concreto, en los evangelios canónicos, conocemos el presunto nombre de sus ‘autores’; pero se trata en verdad de tradiciones tardías, del siglo II, poco o nada fiables, puesto que son meramente intentos de ligar artificialmente las tradiciones sobre Jesús con nombres de personajes de su entorno o del de los primeros apóstoles. Detrás de esos nombres se esconde una personalidad para nosotros desconocida”. La lista o canon de los cuatro evangelios se extiende desde los alrededores del año 110 d.C. hasta el siglo X, en el que se aceptó, definitivamente, el texto eximio y críptico del Apocalipsis de San Juan. «La presente edición contiene todos los evangelios conocidos hasta ahora, tanto canónicos como apócrifos. Llamamos evangelio al término utilizado a partir del siglo II en toda la cristiandad: ‘Libro que recoge los hechos y palabras de la vida de Jesús de Nazaret como buena noticia de salvación para todos los seres humanos’. En lo que se refiere a los llamados evangelios gnósticos, entendemos como tales a ‘los libros que contienen la revelación de Jesús, normalmente tras su resurrección, acerca del Dios trascendente, de la esencia espiritual de los elegidos y de su salvación’. De este modo, son verdaderos evangelios también algunos libros que no se definen como tales y llevan títulos diferentes, Por tanto, el número de evangelios conocidos, y recogidos en este volumen, supera los setenta, aunque de algunos de ellos no conservamos más que el título o pequeños fragmentos. En este libro, un equipo de especialistas ha abordado por primera vez la traducción íntegra a partir de las lenguas originales -latín, griego, hebreo, siriaco, copto y árabe- de todos los textos evangélicos. Además, ofrecen al lector una ficha identificativa de cada texto -posibles autor y fecha del evangelio, lengua y fuentes disponibles-, así como una breve introducción que sitúa al lector en el contexto histórico y religioso del escrito. Una obra única y un referente absolutamente imprescindible para cualquier persona interesada en conocer y profundizar en el cristianismo». Esta obra se debe considerar imprescindible, para cualquier intelectual o humanista que se precie, e inclusive para todas las personas interesadas en conocer todo lo relativo al Hijo de Dios Hecho Hombre como Jesús de Nazaret, y a la luz de todas las fuentes que se conocen sobre él. Voy a realizar un acercamiento a las paradigmáticas fichas, que el profesor Antonio Piñero, dedica a cada texto canónico. Evangelio de San Marcos: “Se discute la fecha de composición de este escrito, que puede situarse entre el 60 d. de C. hasta el 71 d. de. C. Para su datación es básico cómo se entiende Mc 13, 2-3; 15, 38; 12, 1-12, que suponen por parte del autor conocimiento de la destrucción del Templo de Jerusalén llevada a cabo por los romanos en el 70 d. de. C. Parece probable que sea por tanto posterior; pero no mucho más, puesto que enseguida fue usado por Mateo y Lucas para la redacción de sus evangelios. El autor es desconocido. La tradición del siglo II (Papías, Exégesis de los dichos del Señor, obra perdida pero citada fragmentariamente por Eusebio de Cesarea, en Historia Eclesiástica III 39, 16) comienza a identificarlo con Juan Marcos, seguidor del apóstol Pedro. Pero la teología fundamental del evangelio, la valoración de la muerte y resurrección de Jesús como sacrificio expiatorio de la humanidad y la recogida de la traición paulina sobre la institución de la eucaristía hacen del autor más bien un discípulo de Pablo de Tarso (1 Cor 11, 23-26)”.

Estoy a favor de este hecho bibliográfico, ya que en el citado evangelio se refiere un hecho extraño y paradójico, que puede tener un significado prevalente, y que se refiere a como el evangelista refiere la existencia de un joven que sigue a Cristo, en su prendimiento de Getsemaní, y se le describe desnudo y cubierto con una sábana, los soldados del Sumo Sacerdote José ben Caifás intentaron prenderlo, y huyó desnudo sin sábana. Podría ser Juan Marcos (‘…y un cierto joven seguía con él vestido de una sábana sobre su cuerpo desnudo, y lo capturan; pero dejando a un lado la sábana huyó desnudo’), ya que la tradición indica que en la casa de su madre se celebró la Última Cena, y solo los miembros de la clase adinerada dormían desnudos con sábanas. Y, para seguir con el ensayo crítico sobre esta obra sobresaliente, y necesaria, voy a presentar el praefactum ilustrativo sobre el texto del Evangelio de San Mateo. La causa estriba en que la existencia de este narrador religioso, si es que se refiere, a pesar de los pesares, a Mateo o Leví, este era un hombre de poder económico, por ser un publicano o recaudador de impuestos para el SPQR o Senatus Populusque Romanus, lo que define que Cristo vino para la redención o aceptación de todos los seres humanos. Aunque el profesor Piñero duda del hecho. “… La tradición de la Iglesia desde el siglo II (Papías: véase Evangelio de Marcos) lo denomina con este nombre, al autor, pero de él nada sabemos en realidad. Ciertamente, no es posible que sea el discípulo de Jesús llamado Mateo, o en otras ocasiones Leví, ya que no es un testigo visual, sino que utiliza textos previos escritos en griego: la Fuente Q y el Evangelio de Marcos. Aparte de estas fuentes, contiene tradición propia, muy probablemente de origen oral. Mateo ofrece bastantes variaciones sobre su antecesor debidas a un plan consciente de reelaboración del material que tiene ante sus ojos. Es como una edición nueva, ampliada y corregida, del Evangelio de Marcos”.

Como me interesa lo ciertamente dubitativo del aserto, yo sí estimo que puede ser el apóstol Mateo, entre otras razones de mayor o menor enjundia, porque sabría leer y escribir, con cierta cultura, y el que corrija o amplié a Marcos no lo descalifica para que sea Mateo. En el Evangelio de San Lucas: “… Lucas se muestra con más claridad aún que Mateo insatisfecho con los escritos evangélicos anteriores y pretende escribir su versión propia ofreciendo una ‘narración ordenada’, que presupone una investigación personal”. Como siempre se ha considerado que estamos ante un profesional, sirio, de la Ciencia Médica, es el único que está preparado para poder explicar el fenómeno de la trasudación hemoptoica de Jesús de Nazaret en Getsemaní, muy mal traducida, en otros libros, por hematidrosis, falso de toda falsedad, ya que esta patología vicariante se produce por un sufrimiento psicológico incoercible, y solo se rompen pequeños capilares, pero nunca gruesas gotas de sangre caen al suelo. Evangelio de San Juan: “… El redactor del evangelio presenta como garante de su información a un ‘discípulo amadode Jesús, a quien nunca se denomina por su nombre. Por ello muchos intérpretes creen que este personaje es solo, o ante todo, la figura literaria del discípulo ideal de Jesús…”. Este Evangelio narra un hecho axiomático en el cenáculo, y que se refiere a como Cristo se equipara al Dios Padre, Yahwéh, Ego Sum Qui Sum, El ser Por Si Mismo, ya que el Padre y Él son una misma cosa. En suma, recomendación, sin ambages, de esta obra, de la que, inclusive, destaco su cuidada y exquisita traducción. «Ut placeat Deo et hominibus. ET. Auditur et altera pars».

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