Quién le iba a decir a Preysler que un día sería emérita. Y eso que, una audiencia de 5 millones es como una eliminatoria de Champions. Pero tiene su explicación. Queríamos verla humillada vendiendo sus intimidades y vergüenzas. Cuanto más alto subes, más dura será la caída. Y eso lo sabe bien la revista “Hola”. De otra cosa no tendrá zorra idea, pero no le discutas índices de popularidad. No quisiera estar en el pellejo de la Preysler (lo de pellejo no va con coña).
Su epopeya epistolar erótica con Vargas Llosa, apenas ha merecido en el “Hola” un reportajillo, detrás de 20 páginas a todo color (por 2ª semana consecutiva) de la boda de la hija de Antonio Banderas. Qué morbo y qué interés puede tener una parejita de novios guapetes, modositos, ilusionados, sin oficio ni beneficio escandaloso donde hincar el diente. Por mucho que haya llegado la hora del cambio, te digo yo que no es normal. Esto es edadismo, puro y duro. Y ojo, según qué cambios mejor quedarte como estás. Mira el rollo que se está tirando la cantante Rosalía vestida de monja llena de crucifijos. Lo que llaman estética “Christiancore” es más vieja que la tos. Y ya puestos, me quedo de largo con Madonna. Lo mío también será cosa de la edad, pero cada vez aguanto menos las tonterías, tío. Y las gilipolleces, ni te cuento.
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