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"El islam", de David Waines

Editorial Akal (3ª edición) 2008
martes 28 de octubre de 2025, 21:20h
El islam
El islam
Esta obra de Akal es una auténtica joya historiográfica sobre el Islam; que, como doctrina social, política y religiosa tan compleja, es preciso conocer a pies juntillas, para que no nos coja de sorpresa su, en ocasiones, comportamiento paradójico y radicalmente sorprendente. El profesor David Waines lo es como emérito en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Lancaster. Cuando nazca el Islam, será, sensu stricto, porque su Dios supremo Allah se incardinó en la Tierra dentro del grupo de los árabes paganos.

Este dios será aquel al que se dirija y en cuyo nombre predique un joven Profeta llamado Mahoma o Muhámmad, en primer lugar, a sus parientes en La Meca, y más tarde a sus seguidores en Medina, que será el lugar donde comenzará a nacer y crecer el embrión de la comunidad islámica. El Profeta del Islam arrumbará la concepción pagana de Allah, y creará, con su nueva concepción religiosa un nuevo mapa religioso en el Medio Oriente. Para los paganos de la Arabia del primer Medioevo, Allah era el Sumo Dios, y no era la única divinidad existente, pero sí el más importante de todas ellas.

Primero, como dador de la lluvia, aseguraba el mantenimiento de la vida a los habitantes de este árido desierto y región esteparia de la tierra. Luego, como garante de los juramentos, era considerado crucial para dar carácter obligatorio a los acuerdos tribales o individuales que se hubiesen jurado en su nombre. La violación de un juramento semejante se percibía como una grave ofensa, ya que suponía serias consecuencias para la paz y el orden sociales. También, aunque de manera vaga, se veían a Allah como el creador de los cielos y de la tierra, si bien, en general, no se habían sacado de esto ninguna conclusión moral que afectase al comportamiento individual y al bienestar futuro”.

Allah era el señor del templo central de La Meca, que era una estructura cúbica llamada Ka’ba. Los encargados de los servicios del templo eran muy bien pagados, por las prebendas que obtenían en las festividades. Los guardianes del templo eran escogidos, con todo cuidado, de entre los miembros de la tribu de los Quraish, que era la que estaba conformada por los familiares del futuro Profeta del Islam. Este templo de La Meca era el más importante de Arabia, aunque existían otros, y, además, los nómadas del desierto arábigo aportaban en sus diversas migraciones todo tipo de dioses familiares portátiles. “Al mismo tiempo, se creía que los árboles, las piedras, las fuentes y otros objetos naturales eran lugares en los que residían dioses menores. En algunos casos, la veneración de los ancestros había elevado a éstos a deidades”.

En este mundo tan complejo y proceloso, con tantos límites rituales, y donde estos árabes obedecían más a la tradición oral tribal o sunna, sociedad cohesionada que presentaba a partes iguales, desde la generosidad hasta los actos de coraje, y la lealtad al juramento otorgado, como la venganza contra los actos reprobables, entre otros comportamientos de mayor o menor enjundia. Por lo tanto, este sería el mundo en el que nacería su Profeta por antonomasia, Mahoma o Muhámmad, quien sería definido como el Mensajero de Allah. Existen dos textos esenciales para conocer, de forma fehaciente, la vida y la obra del Profeta del Islam, que son de difícil comprensión y muy complicados de llevar al lenguaje moderno, porque, aunque las interpretaciones de los imanes son habitualmente aceptadas por los fieles, la praxis es retorcida y no muy pacífica en algunas de las surah y, estimo que es muy probable que Allah-Dios y su Profeta Mahoma no se refirieran a la conversión del infiel por el método de la violencia o por la tremenda, cuando más si cabe que tenían muy próximos los ejemplos del habitual pacifismo o mansedumbre de los seguidores del Hijo de Dios hecho Hombre, Jesucristo. La primera de las fuentes es el Libro del Corán, que consiste en el cúmulo de revelaciones realizadas a Muhámmad por el ángel Gabriel, precisamente el que habría anunciado su embarazo milagroso a la Virgen María. El segundo texto es aquel que está conformado por la amplísima cantidad de material existente sobre las probables anécdotas históricas y los dichos pragmáticos del propio Mahoma, durante su vida pública.

En este sentido, la tradición representa los esfuerzos subsiguientes de la comunidad para preservar, registrar, entender y transmitir el significado completo de ese acontecimiento profético-revelatorio. Por su misma naturaleza, el Libro no podía proporcionar información biográfica pura sobre la vida del Profeta, mientras que la Tradición, como cabe esperar, suministra abundante material, aunque a veces éste sea confuso y contradictorio en los detalles. Sin embargo, tanto el mensaje como el mensajero son los pilares sobre los que finalmente se erigió el edificio de la cultura islámica, cada uno sosteniendo al otro, ya que se clasifican y explican mutuamente”.

En la primera biografía del Profeta Mahoma que ha llegado hasta la actualidad, y que fue escrita por un Muhammad Ibn Ishaq (m. 151 AH/770 d.C.), en versión editorial de Abd al-Malik Ibn Hisham (m. 213 AH/828 d.C. o 218 AH/833 d.C.), se funden, perfectamente, los elementos escritos en el Libro Santo del Islam y de la Tradición. Es preciso indicar que los musulmanes cuentan o refieren el tiempo de una forma diferente a las siglas de los cristianos, a.C. o d.C.; y que es nominado por las palabras AH, que definen el tiempo de la Hégira (15 de julio del año 622 d.C.) o Huida de Mahoma de La Meca a Medina, cuando pudo ser asesinado por sus múltiples enemigos, y por la indubitable hostilidad que había concitado entre los habitantes de su ciudad de nacencia, por su novísima prédica. Esa fecha es el punto de partida para el cómputo de la era mahometana. Por todo lo que antecede, los seguidores del Profeta/Al-Nabi ya tuvieron argumentos suficientes como para fundir e ilustrar las creencias, y el modelo sobre el que fundar su pensamiento.

La Tradición fija la fecha del nacimiento de Muhammad en La Meca en torno al 570 d.C. Huérfano a temprana edad, fue criado primero por la familia de su abuelo, y, después, por su tío Abu Talib. Durante su juventud trabajó como encargado de la empresa comercial de una viuda, Jadiya, con la que más tarde se casaría. De todos los hijos habidos de esta unión que sobrevivieron, su hija Fátima fue la más conocida y venerada, como esposa del primo de Muhammad, ‘Ali’ hijo de Abu Talib, y cuarto sucesor en el liderazgo de la comunidad después de la muerte del Profeta”.

Cuando Mahoma tenía ya unos cuarenta años, y que era el momento más espiritual de su vida, ya que se solía retirar durante largos espacios de tiempo a una montaña cercana, recibió la misión profética para comenzar su predicación, y todo ello le acaeció mientras estaba durmiendo en una cueva, allí se le apareció el ángel Gabriel como enviado de Allah-Dios para indicarle la misión que se le había encomendado, de forma taxativa y obligatoria: “¡Lee en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo de sangre. ¡Lee! Tu Señor es el Dadivoso que ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía”. Al seguir recibiendo más revelaciones, Muhámmad llegó a la convicción de que ese Dios, Allah, que se le revelaba no era el Alto-Dios del poeta Zuhair, sino alguien muy diferente de las divinidades de sus parientes árabes paganos. En ese momento histórico, ya existían en las tierras de Arabia diversas comunidades de gentes de la Biblia o judíos en la parte septentrional arábiga, y grupos de cristianos en el meridión de Arabia, aunque en este caso eran los muy peligrosos y rigurosos doctrinales gnósticos, que se saludaban con besos en la boca, y que consideraban inferiores a las féminas. De todos ellos llegaría a incrementar su bagaje cultural y religioso el Mensajero/Al-Rasul del Islam. Aunque, es obvio pensar que esos grupos no serían más que minoritarios dentro del global politeísmo de los árabes paganos. El que el Profeta israelita Abraham se sometiese a Yahwéh-Dios Todopoderoso cuando le indica, para comprobar el alcance de su fe, que debe sacrificar a su único hijo Isaac, motivó que Mahoma considerase que su semejanza con él facedor de la identidad étnica israelita era muy semejante y simbiótica, y así lo reflejó en el Corán. Aquí estuvo ya la semilla prístina de que la comunidad histórica del Islam era una continuidad, sin la más mínima solución de salto histórico alternativo, dentro de las religiones del monoteísmo, y por lo tanto, los musulmanes o sometidos a Allah-Dios serían los que continuarían, pero a la par se alejarían, para poder llegar a la auténtica perfección doctrinal, de las fes monoteístas de judíos y de cristianos. Ambas religiones tenían su Sagrada Escritura, el Antiguo Testamento de la Biblia para los hebreos o israelitas, y la Biblia global del Antiguo y del Nuevo Testamento para los seguidores de Cristo. Por todo ello, es por lo que nunca aceptaremos los cristianos ese aserto de rebaja para el Hijo de Dios o Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que es Jesucristo, al rol de Profeta sea o no muy conspicuo, por revelación esencial revelada como Verdad Absoluta por Yahwéh-Dios.

«El islam es la segunda religión más extendida del mundo, con unos 1.300 millones de practicantes de muchas culturas y naciones. A lo largo de catorce siglos de historia la religión musulmana se ha extendido desde sus modestos orígenes en La Meca a todos los rincones del globo, siendo, en la actualidad, la religión mayoritaria en Oriente Medio, el norte de África y el Sudeste Asiático. Este libro, clásico y de lectura ineludible, profundiza en las creencias y en las prácticas islámicas, y en cómo éstas se desarrollaron desde el período formativo hasta la actualidad. Asimismo, también analiza detalladamente la historia moderna del islam, a lo largo de los dos últimos siglos, durante los cuales los musulmanes han sido desafiados por la hegemonía occidental y han buscado establecer un sentido moderno de autenticidad». Pues bien, estamos ante un libro de primer nivel historiográfico, rigor, calidad y necesidad, para poder tener un conocimiento correcto sobre lo que representa el Islam en la actualidad, y por ello mi absoluta recomendación. ¡Estupendo y completo! «Donec Bithynio libeat vigilare tyranno».

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