Geminello Alvi: "Excéntricos"

El animal, esencialmente –aunque sea definido como humano- siente una curiosidad innata hacia el ejemplar de la misma especie -¿tal vez sea ahí donde se guarda el secreto del miedo?- razón por la cual la curiosidad se manifiesta como infinita: por la condición de vigilancia que arrastran unos y por la condición de extrañeza, de uno u otro grado, que contiene la otra parte.

Eso aunque la distinto sea también distinto entre sí: no es lo mismo enterarse de alguien del que se dice: “En 1927, Joe Patrick Kennedy, sentado a la mesa en el restaurante Barclay`s, no era, pese a sus hazañas de granuja corrupto, más que otro multimillonario cuarentón de esos que tanto abundan en Estados Unidos” (Aclaración: el autor se está refiriendo al año de 1927), que de otro, el que había de ser conocido como el escritor de aventuras orientales, bajo el nom de plume de Malayo Salvaje, esto es, el mismísimo Emilio Salgari’ Un extraño visionario descrito así: “en 1881, visitando el Congreso Geográfico Internacional que se celebró en el Palacio Real de Venecia, admiró las monjas lascivamente desnudas por el Mahdi, la gigantesca ‘Rafflesia arnoldii’ y las carabinas del explorador Gessi. Casi le dio fiebre, y en cualquier caso, le bastó para convencerse de que había estado en Ceilán, Borneo o Sumatra. Después de eso, devino Sandokán, ‘el vengador a quien más de una vez se había visto bebiendo sangre humana” Antes, nuestro aventurado Geminello Alvi, el autor de este libro, había escrito que ‘sería inútil buscar Mompracem en los atlas actuales’ Pura construcción fantástica, una forma de creación, en realidad.

¿Quiere esto decir, o puede deducirse de la intención del autor del libro, que muchos nombres distinguidos (por distintas razones) no son, ellos o su obra, sino resultado del ejercicio libérrimo de la imaginación?. Bien, sería un oportuno argumento.

El libro es sustancioso, por ello, de arriba abajo, y la aventura lectora del que leyere está más que garantizada. Y la nómina de citados es bien amplia: Pancho Villa, general polígamo; Monsieur Willy, agorafóbico; Gerónimo, jefe indio especialmente dotado como tahúr y perseguidor de señoritas; en fin, Raffaelle Bendandi, telúrico, amén de algún ciclista o traductor o ayunadora, que también quedan aquí reflejados con pluma versátil y ágil, y con un contenido en imaginación potencial que para sí quisieran muchos políticos, con o sin curriculum al día.

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