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"Toledo y los dominicos en la época medieval. Instituciones, economía, sociedad", de Eugenio Serrano Rodríguez

Editorial Universidad Castilla-La Mancha

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
miércoles 09 de octubre de 2019, 11:00h
Toledo y los dominicos en la época medieval
Toledo y los dominicos en la época medieval
La orden religiosa fundada por Santo Domingo de Guzmán (Caleruega, 1170-Bolonia, 1221) en Toulouse durante la cruzada contra los albigenses y confirmada por el papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216, es la gran orden mendicante de predicadores y con la de los jesuitas la cabeza rectora de la iglesia católica, miembros de ella fueron desde Alberto Magno o Tomás de Aquino, Bartolomé de las Casas, Vicente Ferrer hasta Bernardo Gui o Tomás de Torquemada y Francisco de Vitoria o Domingo de Soto o Giordano Bruno, entre otros de mayor o menor enjundia, y en esta obra de más de 500 páginas se realiza un pormenorizado estudio sobre su vinculación a la ciudad de Toledo, capital del reino del mismo nombre.

Está acreditada su vivencia en la gran urbe de los visigodos o godos del oeste ya desde los primeros años de la segunda mitad del siglo XIII, en un convento extramuros bajo la advocación de San Pablo, para a comienzos del siglo XV establecerse ya en el propio centro de la ciudad en un nuevo convento dedicado a San Pedro Mártir. Este libro fue la tesis doctoral del autor. La sistemática es perfecta, ya que sigue la correcta y esperada cronología evolutiva de la orden hasta terminar en el siglo XV que es el entronque vital entre el final de la Baja Edad Media y el inicio de la Edad Moderna.

El autor realiza una aproximación obvia a la situación de la religiosidad europea del siglo XIII, y como todo aquel caldo de cultivo preveía la llegada de renovadores religiosos de una iglesia católica que había alterado el principio esencial de la ética de la pobreza y de la entrega a los demás nacida del Hijo de Dios. Realiza una biografía del fundador, estudiando magníficamente como se produjo y de qué forma es el cuerpo constitucional de la orden de predicadores. No deja nada al azar.

La segunda parte nos aproxima a la evolución de la orden por el reino de Alfonso VIII de Castilla, y por el próximo de Alfonso IX de León. Una salvedad respetuosa, los reinos de Castilla y León no existen, esa titulación corresponde a la anhistórica actual comunidad autónoma, la titulación correcta es de León y de Castilla o viceversa, y obviamente si aparece León, ya no se puede generalizar lo de la orden de predicadores en Castilla, ya que León no es Castilla en ninguna circunstancia. En esta segunda parte se estudia la irradiación de ese convento extramuros en la huerta del Granadal y su proyección vinculante con el Vaticano, que se encargará de regular toda la evolución de estos dominicos, a los que consideraba esenciales para poder controlar aquellas desviaciones dogmáticas europeas, que nada gustaban al en ocasiones monolitismo vaticano. Para ello los papas proporcionarán disposiciones y normas de variada naturaleza a través de sus habituales formas doctrinales como son las bulas y breves pontificios, los dominicos lo aceptaban y los ponían en práctica ipso facto.

El papa Honorio III y sus sucesores protegerán con mimo a los dominicos, y Toledo y San Pablo es la imagen paradigmática, inclusive en esta época la implicación del arzobispo Ruy Ximénez de Rada es palpable. La tercera parte nos acerca al nuevo emplazamiento de los dominicos en San Pedro Mártir, primitiva iglesia mudéjar, y al esperado enriquecimiento patrimonial del siglo XV, ya que personajes eximios de dicho siglo se vincularán a la orden, entre otros el arzobispo Alfonso Carrillo, fray Diego de Deza, y por extensión la monarquía católica recibirá esa herencia, sobre todo la reina Isabel I de León y de Castilla, desde los deseos paternos de Juan II de León y de Castilla.

Dentro de los documentos que aparecen en la obra, deseo destacar los que provienen de la autoridad del papa Alejandro VI, que demuestran siempre la vinculación, ya en los estertores del siglo XV, del Vaticano con los dominicos toledanos. En suma, una magnífica obra esclarecedora del tema histórico a tratar y que merece la máxima calificación y recomendación posibles.

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