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Fernando García Calderón
Fernando García Calderón (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Fernando García Calderón: “Defiendo el recuerdo ante cualquier tipo de desmemoria”

Autor de “Para olvidar quién fuiste”

jueves 06 de febrero de 2020, 21:01h

Con “Para olvidar quién fuiste” son ya 10 las novelas que ha publicado el escritor sevillano Fernando García Calderón. En su nuevo libro se centra en el tema de los cazanazis. Parece incomprensible que, después de la Segunda Guerra Mundial, tantos asesinos pudiesen huir de la Justicia y muchos lo hicieron pasando por nuestro país para llegar a las dictaduras latinoamericanas.

Fernando García Calderón
Fernando García Calderón (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Quedo con Fernando García Calderón en una conocida y centrica cervecería de Madrid. Allí, pudímos hablar largo y tendido de su pasión por Beate Klarsfeld, una célebre cazanazis que inspira a una de las protagonistas de su novela. Con un ritmo in crescendo, el escritor nos narra una historia llena de misterios y enigmas sobre los nazis que comienza en el campo de concentración de Mauthausen, donde asesinaron a más de 4.400 españoles republicanos. Una lectura obligada para todo lector que quiera saber cómo se comportaron los cazanazis en su persecución de los genocidas nazis.

Próximo a cumplir los 75 años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen. ¿Es un buen momento para la publicación de “Para olvidar quién fuiste”?

El azar ha querido que una novela que lleva gestándose cuatro décadas vea la luz en unas fechas que conmemoran el final de un horror que no debe repetirse. Para olvidar quién fuiste defiende el recuerdo frente a cualquier forma de desmemoria, luego he de pensar que sí es un buen momento para su publicación.

Dicho campo fue conocido como el de los españoles, allí murieron 4.427 españoles y su protagonista sale de allí. ¿Por qué escogió ese momento para iniciar su novela?

Cualquier campo de concentración es un símbolo de lo peor del ser humano. En la novela, pretendo contraponer el sentido ético de unos personajes a la evidencia del mal que han sufrido, directa o indirectamente. Elegí Mauthausen porque, además de lo anterior, me permitía un pequeño homenaje a los españoles que padecieron los estragos de la guerra mundial.

El protagonista Fernando Dieste cambia de nombre y se convierte en un eficaz cazanazis. ¿Cómo definiría a su protagonista?

Lo definiría como un personaje vitalista, pragmático, que trata de sobreponerse a la adversidad, víctima de las atrocidades de Mauthausen, para acabar conociendo a un soldado, alemán por más señas, que le enseña el verdadero significado de términos como conciencia, responsabilidad y dignidad.

¿Se inspiró en algún cazanazis para perfilar a su protagonista?

No. Para mí era importante construir el personaje de este cazanazis partiendo de dos ideas: que fuese español, como expresión del repudio a la dictadura que padeció nuestro país, y que el lector no encontrase referencias que permitiesen su comparación con nadie real o inventado. No sé si lo habré conseguido, pero ése fue mi propósito.

Y en el caso de la otra protagonista Hannah Behrens.

El caso de Hannah es distinto. Peter Behrens representa al cazanazis anónimo, mientras que Hannah es una especie de adalid de la causa, conocida y reputada. Por ese motivo el lector puede asociarla con Beate Klarsfeld, personalidad de talla mundial. Pero de ahí no pasaría la comparación.

¿Cuánto hay de hechos reales y ficticios en la novela?

Para olvidar quién fuiste es ficción. El trabajo del novelista, entre otras cosas, ha de dotar de verosimilitud al relato. Para ello, es obligado encuadrar a los personajes en un contexto creíble para el lector. De modo que los escenarios, los acontecimientos históricos que se abordan y numerosos personajes secundarios necesariamente son reales.

Simon Wiesenthal, evidentemente, es un personaje real. Pero su presencia es casi anecdótica. ¿Ocurre lo mismo con los demás personajes reales?

Tiene la presencia que pide el relato. He escrito novelas de corte histórico en las que personalidades concretas, como Susana de Susón, Juan Ángel Santacruz de Colle o Torres Villarroel acaparaban el protagonismo de la obra. En Para olvidar quién fuiste no era ése el objetivo, de ahí que aquellas personas que aparecen en la narración tengan una participación destacable pero limitada.

¿Cuáles considera usted los cazanazis más prestigiosos y eficaces?

Ahora mismo me vienen a la cabeza Tuviah Friedman, el matrimonio Klarsfeld y, por supuesto, Wiesenthal. Su prestigio se agigantó con los años.

“Nuestra especie es tan compleja que hasta los más crueles asesinos nazis podían ser ejemplares padres de familia”

Fueron tantas las tropelías cometidas por los nazis que podemos preguntarnos. ¿Existe el mal absoluto?

En mi opinión no existe el mal absoluto. Nuestra especie es tan compleja que hasta los más crueles asesinos nazis podían ser ejemplares padres de familia.

En la novela hay una dicotomía entre la Justicia y la venganza. Su novela es más de venganza. ¿Es lenta y torpe la Justicia?

En el ámbito de la novela, la venganza es una consecuencia del odio o del desengaño. La pérdida de fe en la justicia puede conducir a un cazanazis a convertirse en fiscal y juez. Después de la guerra, la tentación de pasar página cuanto antes para superar el dolor no ayudó a hacer justicia. La justicia la imparten seres humanos y éstos, por desgracia, pueden verse sometidos a todo tipo de condiciones, nobles o espurias.

¿Cómo pudieron escaparse tantos nazis de la Justicia?

Convergen en la respuesta varios factores: la lentitud que acabamos de mencionar, la propia organización de los partidarios del nazismo que Odessa representa, la ayuda de poderes económicos, los servicios de inteligencia norteamericanos e incluso la Iglesia.

La pérdida de fe en la justicia puede conducir a un cazanazis a convertirse en fiscal y juez

¿Qué papel jugó la Iglesia Católica en esta huida?

Determinados obispos y cargos eclesiásticos fueron decisivos en la fuga masiva de criminales de guerra. Sacerdotes croatas, alemanes, húngaros, lituanos, italianos participaron activamente. El austriaco Alois Hudal, desde el mismo Vaticano, fue un eficacísimo protector de los nazis huidos.

¿Y el gobierno franquista?

Algunas de las rutas de escape llevaban hasta la Península Ibérica. Los gerifaltes de las SS, llegados desde Francia, subían al primer barco que atracase en el puerto de Bilbao y que tuviera por destino Argentina o Paraguay. Los menos afortunados empleaban la ruta desde San Sebastián, ba­jando hasta Madrid y Cádiz, o desviándose a Oporto o Lisboa. Los aliados reclamaron a Franco la repatriación de ciento cuatro nazis refugiados en España, sin resultado alguno.

¿Por qué decidió planificar la novela en cuatro periodos diferentes?

Quería mostrar la evolución de los Behrens. La novela se inicia con el fin de la contienda mundial y progresa hasta la caída de la dictadura militar en la Argentina de 1983. En medio se sitúa el 63, como año de consolidación de las actividades de los cazanazis, y el 74, con un suceso álgido en la obra que viene a coincidir con la revolución lisboeta de los claveles.

El juego de los protagonistas es muy interesante. ¿Cómo se le ocurrió ir pasando el testigo a diferentes protagonistas?

Aunque la novela tenga las resonancias de un thriller, con sus dosis de intriga y suspense, mi mayor propósito era escribir una novela de personajes. De ahí que se ofrezca como una carrera de relevos, en que un protagonista entrega el testigo al siguiente, acelerando la trama desde los oscuros rincones de una Centroeuropa devastada hasta los imponentes paisajes de la Patagonia argentina.

Gran parte de la novela transcurre en Argentina. ¿Fue el principal refugio de los nazis?

Fue un importante refugio de los nazis en fuga. El principal, para mí, por una razón. Alrededor de San Carlos de Bariloche no sólo encuentran un sitio donde sentirse protegidos, sino que llegan a formar una comunidad que reproduce el ambiente de la Alemania o la Austria que añoran. El Gobierno de Perón los acogió con los brazos abiertos, convirtiéndolos en colaboradores militares, científicos y económicos.

¿Quedan todavía misterios de los nazis por resolver?

Un periodo tan tristemente trascendental para la humanidad por fuerza ha de ser analizado y estudiado de manera exhaustiva. Sin ser un experto en la materia, diría que sí hay mucho trabajo aún por realizar. Y toda esa actividad ha de contribuir a evitar el olvido.

Para terminar, díganos cuál considera el propósito principal de su novela.

Para olvidar quién fuiste pretende rendir homenaje a aquellas personas que entendieron que la única forma de sacar a Europa del estercolero de la guerra y de la degradación de la especie provocada por las abominaciones de los criminales nazis era no pasar página.

Y, ¿cuál sería la moraleja de la misma?

Que el afán de venganza no es el mejor camino para la redención.

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