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El tiempo es la imagen móvil de la eternidad

Reseña del poemario "28010", de Marta Agudo
Por José Luis Gracia Mosteo
miércoles 20 de mayo de 2020, 13:00h
28010
28010

Entre la incesante publicación de poesía, un libro merece la pena destacar por hurgar en el trasfondo de la realidad con el verso: 28.010 (Editorial Calambur) de Marta Agudo, un poemario, que no libro de poesía, por su carácter conceptual, que quiebra la física.

28.010 es un libro pero también una experiencia de lectura ensimismante y catártica, algo así como la ingestión de uno de aquellos hongos de peyote que usaban Carlos Castaneda y sus maestros don Juan y don Genaro para bucear dentro de sí mismo. Sin embargo, no es la droga lo que utiliza la poeta sino la gramática, algo que puede producir asombro en el lector, pero que pertenece a una tradición en la que encontramos a Stephane Mallarmé, Paul Valéry, Pedro Salinas, José Ángel Valente, Paul Celan o Antonio Gamoneda; una tradición en la que Marta Agudo desembarca con originalidad como ya pudo verse en su anterior poemario Fragmento, publicado en el 2.004.

Decía Borges que la gramática es “la filosofía de la lengua”, una serie de códigos, deducimos nosotros, que vertebran y explican la interpretación de la realidad por parte de una comunidad (¿por qué el pronombre “yo” se escribe con mayúscula en Inglés?, por poner un ejemplo, ¿por qué el adjetivo en esa lengua precede al sustantivo: es que es más importante la calidad del ser que el mismo ser en esa comunidad?), construidos como estamos de palabras (la lengua es la victoria de Platón sobre Aristóteles: para ver lo de fuera, debemos tener un descodificador dentro); y añadía E. M. Cioran en su Breviario de Podredumbre que: “Si por azar las palabras se volatilizaran, nos sumergiríamos en una angustia y alelamiento intolerables. Tal súbito mutismo nos expondría al más cruel suplicio. Es el uso del concepto el que nos hace dueños de nuestros temores. Decimos: la Muerte, y esta abstracción nos dispensa de experimentar su infinitud y horror. Bautizando las cosas y sucesos eludimos lo Inexplicable…”

Todo eso parece saberlo bien Marta Agudo cuando se pone ante el espejo de la gramática y se pregunta: “¿Quién soy?”, “¿Qué hago aquí?” A lo que la sintaxis y la morfología parecen responder: “Nadie” o “Nada”, lucida, lucidísima como es: “Solo soy un lugar ocupado por la materia, un distrito postal en el vacío del tiempo, “Imagen móvil de la eternidad”, según Platón, pues el tiempo no existe“, parece responderse.

Entonces, la escritora intenta forzar las rejas del lenguaje (Sprachgitter, las llamó Celan en 1959) para aclarar la respuesta, pero sólo descubre que no es más que “ficción” (palabra que cierra el libro) y “soledad”, pues está, estamos, encerrada en la carne y las palabras. Eso es 28.010: una impresión, una experiencia; filosofía y belleza en unos versos que conmueven y horrorizan.

28010 es una colección de poemas en prosa que invitan estéticamente a pensar; metaliteratura y metalenguaje con afán de Tractatus logico-poeticus, con la venia de Wittgenstein; un libro que llega a decir: “Y en el origen qué fue: ¿el verbo o el nombre? El primero hizo al segundo y éste para afirmarse empleó un procedimiento negativo: si "no planta", si "no perro", si "no ojo"...; expectativa hasta que el adverbio "sí" pudo ser enunciado. Después el resto de partículas: "antes", "hasta", "no obstante", "todavía". Repetición tras repetición para ir creando oraciones: llanura...”

Es por eso que Marta Agudo no quiere “dar un sentido nuevo a las palabras de la tribu”, como imprimió Mallarmé, sino preguntarse: ¿para qué?, pues nos sabe condenados a la nada: “De ser cierto que el tiempo no existe, sólo queda saberme en el espacio. Aquí. Con mis cinco letras inscritas en cada una de mis neuronas”, escribe. Espacio condenado a vaciarse y regresar al vacío, la nada, pues la carne se hizo verbo, y el verso silencio, podría añadir.

Raro, original, monstruoso, inteligente, desconcertante, inolvidable, 28010 de Marta Agudo es la calavera de Yorick inquiriéndole a Hamlet: “To be or not to be? No! To stay!” Un libro a leer y descifrar. Poesía sin límites, con permiso de Lessing; un viaje al fondo del yo con la escafandra de la lengua.

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