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"Numancia eterna. 2150 aniversario: la memoria de un símbolo", por VV.AA.

Editorial: Junta de Castilla y León

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 20 de noviembre de 2020, 20:41h
Numancia eterna
Numancia eterna
Numancia, la heroica capital de los arévacos celtíberos, ocupaba un espacio geográfico bastante diferente al actual. Parece ser que estaba rodeada de frondosos bosques, y de varias lagunas pantanosas, todo ello dificultaría el acceso de las tropas legionarias de aquel genocida notorio como fue Publio Cornelio Escipión Emiliano Numantino y Segundo Africano, arrasador inmisericorde de Numancia y de Cartago, en las guerras celtíberas (153-133 a. C.) y en la Tercera Guerra Romana o Romano-Cartaginesa o Púnica (149-146 a. C.). Según Apiano Iber. 90: “Como no le fue posible prolongar el muro de circunvalación alrededor de la laguna adyacente, la rodeó de un terraplén de igual anchura y altura que las de la muralla para que sirviera a manera de muralla”.

También los autores de la Antigüedad escriben sobre la dureza climática del territorio celtibérico, desde el frío intenso invernal y las nevadas abundantes, todo ello habría fundido el carácter de aquellos pueblos celtas de Iberia conformados por: Arévacos, Lusones, Titos, Belos y Pelendones. Las ciudades estado celtibéricas, que serán objeto de la rapiña bélica romana, comenzarán su sinecismo o fenómeno, por medio del cual un grupo de poblaciones antes desperdigadas se unen para formas esas póleis que les permitan una mayor autoprotección, el hecho va a ocurrir hacia el siglo IV a .C.

Otra de las cuestiones muy interesantes de esta obra, se refiere a conocer cuál era la dieta de los arévacos en ese momento, puede ser sorprendente, pero consumían vegetales verdes, cereales, legumbres, tubérculos y frutos secos. “Nos encontramos, por lo tanto, ante un paisaje profundamente alterado en la actualidad debido esencialmente a la acción antrópica. La Numancia celtibérica, cuyos alrededores se encontraban salpicados por lagunas, campos de cultivo y dehesa, y rodeados por abundantes bosques de pinos, robles y encinas, se enfrentaría a unas condiciones climáticas algo más duras que las actuales”. Los centros de poder de todas estas comunidades de los celtíberos fueron las urbes, lugares donde se decidían las normas de convivencia y, sobre todo, cuáles eran las formas políticas de relación entre sus diversos vecinos y sus correspondientes territorios.

En las guerras contra Roma es cuando se ponen de manifiesto todos estos lazos de confraternización y de solidaridad. Verbigracia en el año 153 a.C., los habitantes de Segeda, huyendo despavoridos de la agresión de Roma fueron acogidos en Numancia, y juntos atacarían a las legiones de Quinto Fulvio Nobilior. En otra ocasión los numantinos piden ayuda a la ciudad de Lutia contra Publio Cornelio Escipión Emiliano apelando a los lazos de sangre existentes entre ambos pueblos. También existían comportamientos de hostilidad entre ciudades vecinas, por ejemplo: “Es claro el caso de la ciudad de Malia, que se encontraba dominada por un grupo militar de numantinos que controlaban la ciudad y cuyo final fue trágico, ya que cuando se acercó el ejército de Pompeyo, los habitantes de la ciudad sometida asesinaron a los numantinos y se entregaron a Roma”. Será el historiador romano de origen griego Apiano (Alejandría, c. 95-c. 165), el que realice en su obra un estudio sobre la categoría de Numancia, sobre ella escribe que era la ciudad más poderosa de entre los arévacos: “Algo más allá de la ferocidad de sus combatientes, representado quizás en la materialización de su prominencia frente a las comunidades de alrededor, como parece reflejar su singular patrón de asentamientos en el territorio”.

Como ocurriría en todas la guerras imperialistas de los seres humanos, también hubo indígenas celtíberos que se vendieron al imperialismo de Roma, para luchar contra sus hermanos numantinos; por ello, tras la conquista de Numancia por Escipión Emiliano, el conquistador repartirá las tierras numantinas entre aquellos traidores celtíberos que le habían ayudado. Se conoce que, además de la propia pólis de Numancia, esta urbe contaría con una veintena de asentamientos vecinos. Pero, Numancia será el verdadero nudo gordiano del territorio, el centro del poder de los arévacos, donde existían los espacios públicos de culto. Apiano indica que en tiempos de paz no había más de 8000 hombres en la ciudad, mientras que Veleyo Patérculo afirma que solo se armaron a unos 1000 hombres prestos para luchar. Tito Livio o Floro u Orosio mencionan que solo eran 4000 los soldados que estaban defendiendo la ciudad cuando el cerco de Escipión Emiliano. Por consiguiente, y según este último dato, los habitantes globales de Numancia serían entre 12000-16000 grosso modo. Para terminar indicaré que R. Liceras, en el año 2014, escribía que el número total de habitantes de todo el territorio sería de unos 8000. Con estos heroicos mimbres este extraordinario libro nos explica, magistralmente, como plantaron cara a Roma durante años. Timeo Danaos et Dona ferentis.

Los autores del libro son:

RAQUEL LICERAS GARRIDO;

SERGIO QUINTERO CABELLO;

JOSÉ JAVIER FERNÁNDEZ MORENO;

ALFREDO JIMENO MARTÍNEZ;

ANTONIO CHAÍN GALÁN;

MARIÁN ARLEGUI SÁNCHEZ;

FERNANDO ROMERO CARNICERO;

FRANCISCO MARCO SIMÓN;

GABRIEL SOPEÑA GENZOR;

MARTÍN ALMAGRO GORBEA;

ALBERTO J. LORRIO ALVARADO;

FERNANDO QUESADA SANZ;

FRANCISCO BURILLO MOZOTA;

JOSÉ IGNACIO DE LA TORRE ECHAVARRI;

GONZALO RUIZ ZAPATERO

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