- Yo soterro, tú soterras, él soterra… yo sepulto, tú sepultas, él sepulta…
- ¿Qué andas enterrando hoy, pequeño saltamontes?
- Los coches, tía. Quiero que se dejen de vender vehículos de gasofa, gasolina, eléctricos, híbridos o su p. m. y que el ayuntamiento, la Comunidad o el desgobierno -ni puta idea de a quién compete- llene el país de trenes bala, balines, rápidos o rapidines que nos transporten de un sitio a otro tan deprisa que no dé tiempo a mirar el Tik Tok en el móvil ni los correos indeseados que te persiguen cada día.
- ¡Que me meo, tía! ¡Si en cada hogar hay un bugy por persona nada más de que cumplen los dieciocho! Así nos va, Vani. En la City hay más perros que niños -odio las esquinas meadas y los excrementos sin recoger-; más ancianos que plazas en las residencias; médicos en la Seguridad Social que atienden hasta a sesenta y cinco pacientes por día -y el sistema se cae un día sí y otro también hasta que lo dejen petar del todo-; menos viviendas que necesitados que las demandan; cero vendedores que te atiendan en las Rebajas…
- O sea, Puri, que sobran coches, sobran perros, faltan médicos, enfermeras, vendedores, viviendas… Los canes se acaban pareciendo a sus dueños -una realidad absolutamente real-, pero ¿los coches? ¡Qué afán por no coger el bus o el mejor Metro del mundo! Todo el que se precie quiere manejar un auto y claro, llegamos a lo que llegamos, a que tengan que soterrar las vías de acceso a la capi porque las que tenemos no pueden engullir más coches por minuto. Todos cabreados, con los pulmones a punto de explotar y llegando tarde a cumplir con el sagrado deber de ganarte el pan con el sudor del de enfrente. ¡Un asco tía!
- El auto es una extensión de la personalidad de quien lo conduce, más que un medio de transporte. Afirman que representa libertad y control… y habla de tu estatus…
- Pues el dire conserva uno de los tiempos de Maricastaña y es marqués… no ha iniciado el proceso de desprendimiento emocional porque le puede más el apego a sus experiencias y recuerdos que su seguridad. Lo mismo que le ocurría a nuestra querida Maque, que tuvo que superar el duelo de la pérdida del bugy de sus entretelas.
- ¡Ay, Vani! La ciudad no es para nosotras con tanto atasco y obras de mejoramiento que duran años haciendo las carreteras intransitables, aunque luego nos alegremos con el resultado obtenido. Para que te hagas una pequeña idea, at the moment tenemos a la vez o próximas a empezar: las obras de ejecución del Paseo Verde del Suroeste con el soterramiento de 3,2 kilómetros de la A5, que durarán no menos de 25 meses sin contar los esques que vayan surgiendo; obras de demolición y reparación de las pasarelas peatonales situadas en los kilómetros 9,48 y 9,52 de la autovía A-3 en la Villa de Vallecas; lleva ya un tiempo petando el tráfico la creación de un nuevo acceso y diez ascensores en la estación de Metro de Avenida de América; empezarán a cubrir el tramo del arco este de la M-30, en Ventas, que conectará los distritos de Salamanca y Ciudad Lineal; renovación de plazas en toda la ciudad; dejarán guay el complejo Azca de la Castellana, otra gran promesa; obras de asfaltado de calles… y no sigo porque es un simparar y me quiero ir de Madrid hasta el 2027 que acabe todo… o vuelva a empezar para gastar el dinero destinado a mejorar la vida del ciudadano.
- Tía, lo bien que se está en el pueblo trepando monte arriba como las retozonas cabras; disfrutando de amaneceres de película y puestas de sol casi salvajes por la belleza irreal gratis que disfrutan tus sentidos; escuchando el silencio que te envuelve como una manta bajo un cielo estrellado en noches claras; oliendo a la madera de encina quemada que se desprende de las chimeneas encendidas…
- No jodas, Vani. Saliste por pies de tu aldea porque estabas harta, precisamente, de ese silencio que sabe a soledad no elegida; de amaneceres y atardeceres que se repiten sin nadie a tu lado con quien disfrutarlos; por las inclemencias del tiempo que no palían las chimeneas encendidas; por las boñigas de vaca que salpican la calle principal; porque la mayor atracción del día es esperar al panadero que trae las hogazas recién horneadas o el vendedor de miel de mil flores… y trepar al monte, pequeño saltamontes, ni se puede, porque todo está cercado con alambres y solo quedan caminos para que los dueños de las vacas que pacen felices salgan del encierro y den un paseo hasta otro prado… Sólo hay un médico para quince pueblos y está a kilómetros de distancia del tuyo, por lo que es mejor no enfermar si no quieres morir en el intento. El pueblo ya no es lo que era, aunque en tus recuerdos no haya cambiado. He leído un libro duro, muy bien escrito, por cierto, que habla de soledad. De una pareja que se aleja del mundanal ruido para irse a vivir a una casa apartada incluso del pueblo cercano en un valle hermoso. Cultivan un huerto, él escribe poemas y ella se convierte en la perfecta esposa que limpia el hogar, arregla el huerto y atiende a las ovejas amén de estar disponible para el sexo a demanda… Hasta que una mañana se despierta y él no está. En un papel con el anuncio de un tractor le ha dejado una nota diciendo que ya no la quiere y que se marcha. Un poeta sin palabras para enfrentarse al desamor. Y ella se queda con la mugre de las ovejas y las verduras podridas del huerto.
- Tía, no sé qué te pasa últimamente, pero me tumbas todo. A este paso, nos quedamos sin opciones de residencia. Si la ciudad no mola ni el pueblo tampoco, cuéntame dónde aparcamos el body hasta que acaben las obras en la city.
- Pues a joderse tocan y a esperar que las molestas obras, en efecto, sean de mejora. Que tengamos más espacios verdes donde se escuche el piar de los pajaritos; parques en los que los niños -y los perros- puedan corretear a sus anchas; donde el ruido de las bocinas de los cabreados conductores deje de atronar nuestros sensibles oídos; viviendas en las que se pueda dormir por la noche porque el tráfico está bien enterrado…
- ¿Y la Seguridad Social para cuando la mejoran? Porque el soterramiento hace tiempo que empezó…
- Habrá que confiar en que las obras mejoren también nuestra salud empezando por el mal de nervios que viviremos durante meses… ¡Ahí lo dejo!
- Si no hay otra, cien por cien, tía. ¡Cien por cien!