Arturo Barea escribió: «Cuando se espera la muerte, la vida se convierte en simple y clara. Se revisan los valores tradicionales y se desechan, se dejan caer como un traje viejo. Se siente el ansia de vivir no la vida anterior, de vivir la vida nueva, limpia y sincera». La vida amorosa y sexual de los españoles durante la guerra ha sido reconstruida por Fernando Ballano utilizando un lenguaje fresco que refleja la época y considera poco fiables los testimonios del propio bando. Su análisis comienza con el amor en tiempos bélicos, abarcando infidelidades, amantes, novias, chantajes sexuales y el interesante fenómeno de las madrinas. El autor soriano ha explorado cómo los dos bandos se enfrentaban a los placeres, sumergiéndonos en el ámbito de la pornografía y las inusuales formas de autosatisfacción, así como en la visión que tenían sobre la masculinidad y la homosexualidad. Un análisis detallado del sexo de pago merece un capítulo aparte, especialmente considerando el notable incremento en la oferta de prostitución. También se dedicará un apartado a los aspectos sexuales de figuras relevantes de esa guerra, tales como Pasionaria, Alberti, Negrín, Hemingway, Millán Astray, Lister, Queipo, Largo Caballero y hasta Picasso, entre otros. Después de tantas páginas escritas a lo largo de los años, este libro sobre la Guerra Civil logra sorprendernos y, por supuesto, entretenernos. Después de “Tierra de nadie” llega “Amor y sexo en la Guerra Civil”. Parece que le ha cogido gusto a dicha guerra fratricida. ¿Qué encuentra de interesante en este tema tan caliente? Más que gusto, interés. ¿Interesante?: Casi todo. En “Tierra de nadie” dejé en el tintero muchas cosas que me interesaban. Me gusta mucho leer ensayo de anglosajones y franceses. Ellos han tratado con frecuencia, de forma monográfica, el tema del amor y el sexo en sus guerras. Aquí no se había intentado todavía… Alguien lo tenía que hacer... Utiliza una cita de Arturo Barea para demostrar lo que ocurre con el sexo en las guerras. ¿El ansia de vivir empuja a querer disfrutar los momentos de ocio al máximo? Totálmente. Creo que Barea resume de forma magistral el contenido del libro. Cuando no sabes qué va a ser de ti en un futuro próximo, intentas beberte la vida como “si no hubiera un mañana”. O cuando has estado a punto de perderla y has sobrevivido... De los dos bandos, ¿cuál era más proclive al desahogo sexual? Creo que había más diferencias dentro de los mismos bandos que entre ellos. Por otra parte, una cosa es la manifestación externa y oficial y otra la conducta privada. En el sexo siempre ha habido mucha hipocresía. Los comunistas eran muy mojigatos en los aspectos sexuales, lo mismo que los requetés. Otra cosa eran los anarquistas. En cuanto al sexo de pago, muy común, y aceptado en aquella época, los milicianos tenían más facilidades al principio, por cuestiones monetarias, ganaban diez pesetas diarias, mientras los soldados rebeldes ganaban 0,50, los legionarios y regulares, tres. Un servicio corto costaba cinco pesetas en ambas zonas. Después subieron el sueldo a los soldados de Franco y tuvieron más acceso. En el caso de los republicanos era más lógico; pero en el de los rebeldes, donde los sacerdotes estaban al acecho, ¿ocurrían las mismas pasiones? ¡Por supuesto! Las pasiones son algo humano e inevitable. Los capellanes intentaban convencerlos de la abstinencia, pero sin ningún éxito. Hemos de tener en cuenta un hecho. El catolicismo permite al sacerdote “perdonar los pecados” Incluso los ultracatólicos requetés, cuando iban a descansar a retaguardia, tenían sus desahogos. Antes de regresar a primera línea, se confesaban, comulgaban… y listos para ir al cielo… Presento en el libro algunas anécdotas muy curiosas al respecto. En el bando vencedor, ocurrió el conocido fenómeno de las madrinas. ¿Fue un sexo encubierto o sólo amor por el prójimo? Podemos decir que era el antecedente del sexo online actual, por correo postal y limitado a alusiones, como uno de los casos que presento en que él desea descubrir dónde tiene ella un lunar… Más que sexo, era erotismo suavecito y con mucho amor. Ellas deseaban contribuir al bienestar de los soldados y les mandaban regalos, fotos, ropa, comida… Algunas relaciones de este tipo acabaron en boda al terminar la guerra. ¿En qué bando hubo más prostitución? Al principio más en el gubernamental, por población y disponibilidad monetaria. Después se fueron igualando. En la zona rebelde había menos dinero, pero mucha menos inflación y los precios no subían. En la otra zona se terminaron cambiando los servicios sexuales por comida. Fue una evolución muy interesante. ¿En qué proporción hubo un aumento de las enfermedades venéreas? Fue un aumento exponencial. Crecieron muchísimo. Imaginemos una prostituta infectada que tiene relaciones con decenas de soldados distintos cada jornada. A los pocos días buena parte del batallón estaba enfermo. O un infectado que tiene relaciones con una sana, la infecta y ésta lo trasmite a los sucesivos clientes… Supuso un grave problema militar hasta el punto de que tomaron medidas muy drásticas en ambos bandos.
"A los soldados de la República les “castigaron” con películas de héroes de la revolución soviética que eran infumables"En la zona republicana se llegaron a filmar películas pornográficas. ¿Fueron más tolerantes éstos que los rebeldes? Películas pornográficas eran las que hacía filmar Alfonso XIII para su consumo privado. La que se estaba filmando al comenzar la guerra era la primera que ofrecía un desnudo casi integral que se iba a ver en los cines y la gente estaba expectante. Es muy curioso lo que le ocurrió e incluso ofrezco un enlace QR para poder visionarla. En cuanto a tolerancia en el cine, todo lo contrario. A los gubernamentales les “castigaron” con películas de héroes de la revolución soviética que a menudo eran infumables. La gente prefería los musicales de las artistas de moda y temas próximos.
Durante la Guerra Civil, vinieron muchos extranjeros a luchar o a contar lo que sucedía, sobre todo en el bando republicano. ¿Todo esto dio pie a que hubiese un aumento de la prostitución? Numéricamente vinieron más en el bando rebelde. Alemanes eran pocos, pero bien pagados y contaban con prostíbulos muy curiosos, específicos para ellos. A los marroquíes no les gustaban las españolas y cuento cómo lo solucionaron. Los italianos intentaban ligar como locos, y muchas veces lo conseguían. En cuanto a los brigadistas internacionales, los mejor pagados de todos los extranjeros, arrasaban en los burdeles por los que pasaban. El espionaje vivió un momento de gloria. ¿Qué tuvieron que ver las prostitutas con él? Siempre que se pudo se intentó aprovechar el momento en que, tanto las defensas, como los pantalones, estaban bajados para tirar de la lengua… Hubo casos muy interesantes. En otras situaciones también se usó como intento de chantaje. ¿Las trincheras ayudaron a que hubiese un aumento de la homosexualidad? Las trincheras como tales, no. Hubo algún caso, que, por supuesto, se ocultaba. Alguno, muy interesante, se descubrió. Pero en primera línea la prioridad era seguir vivo. Cuando iban a retaguardia a descansar cada uno buscaría su objeto de deseo... Uno de los capítulos del libro trata sobre la sexualidad de diferentes protagonistas de la guerra. Por un lado, el posible homosexual Manuel Azaña y por otro el “machote” Juan Negrín. El primero promulgó la “Ley de vagos y maleantes”, el otro más permisivo. ¿Son los dos más claros ejemplos de las diferentes tendencias sexuales que hubo durante la Guerra Civil? De homosexual, y de falta de masculinidad, tachaban tanto a Franco como a Azaña. Entonces era un insulto y era una forma de agresión a las cabezas visibles, aunque Azaña pintara muy poco. En cuanto a la ley, Azaña la dirigía, además de a vagos, mendigos, alcohólicos y otros casos; a rufianes y proxenetas, es decir a los que explotaban a las prostitutas. Franco la mantuvo, y en 1954, amplió el punto 2 del artículo segundo a: homosexuales, rufianes y proxenetas. Curiosamente, en el texto apareció escrito: homoxesuales. Respecto a Negrín, se decía de él que era un hedonista, le gustaban todos los placeres: comida , sexo... Eran famosos sus atracones de buena comida cuando se pasaba hambre en Madrid, y sus escapadas con sus chicas... También nos habla de los toy boys de la Pasionaria y de la militar Encarnación Hernández Luna. ¿En la guerra se relaja la moralidad? Por supuesto. En todos los sentidos...Ya hemos visto que se deseaba disfrutar al máximo. Estaba bien visto entre los hombres el tener amantes más jóvenes, pero criticaban con dureza cuando era una mujer la que lo hacía más o menos abiertamente. En estos dos casos eran mujeres con poder y ya sabemos lo de la “erótica del poder”… Hay casos en que no se sabe si se está con una persona por su atractivo o por su posición o riqueza... Para finalizar, ¿hubo grandes amores durante la guerra o prevalecieron las relaciones esporádicas? Claro que hubo grandes amores. Relato muchos de ellos. Amores y desamores de todo tipo. Hubo numerosos casos de bigamia. También muchas relaciones esporádicas. Por culpa del destino, de la transitoriedad de las situaciones en la guerra, y otras en las que alguno de la pareja estaba encantado con esa transitoriedad... Igual que los marinos tenían una novia en cada puerto, muchos combatientes, o emboscados en retaguardia, tenían un amor en cada lugar por los que pasaban. Fue una guerra muy curiosa de la que, al igual que en Tierra de nadie, he intentado contar aspectos poco conocidos, pero muy humanos y muy interesantes, dejando de lado ideologías y bandos. Puedes comprar el libro en:
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