El sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro tienen su contrapuestos en la teniente Blecker y la brigada Cano. Vean que, en ambos casos, los guardias civiles de mayor graduación comienzan con B y los subalternos por C. Aquellos nos han salido viajeros, los de Cardona están muy apegados al terruño de la sierra del Guadarrama. Ni que decir tiene que San Lorenzo y su “chaletón” son los ejes vertebradores de está novela. El primero es omnipresente: aparecen muchos parejes reconocibles, el segundo se muestra por primera vez en sus novelas, pero siempre está ahí.
Cardona compone en sus novelas un microcosmos que tiene como centro el cuartelillo de la guardia civil de la localidad serrana. Quizá sea en esta novela cuando más presencia toma, al igual que los otros números de la comandancia. Las relaciones personales están muy bien trabajadas hasta el punto de llegar a alguna fricción personal entre sus miembros.
Pero lo que mueve a esta, y a las anteriores, es la investigación de algún hecho violento acaecido en la población. Esta es la primera vez que la víctima reside en el pueblo. Un aliciente nuevo que hace que conozcamos mejor a las gentes y los sitios característicos de San Lorenzo.
Blecker y su compañero Cano tienen una forma de investigar tranquila, pausada y metódica. Es como si en el pueblo no hubiese prisa por descubrir al asesino o asesinos. Ambos se mueven en la investigación como Cardona se maneja a la perfección en dos marcos temporales. El principal, en un presente más o menos cercano, en este caso es al inicio de una fría primavera, frisando la Semana Santa; y, en el otro, desarrolla la vida de Maya y David, junto a sus familiares abulenses y sus amistades del pueblo.
Maya es una médico controladora, que abandonó su carrera por dedicarse a su hijo enfermo y el chaval es un gran estudiante de secundaria que vive acobardado por sus muchas enfermedades, o quizá, podríamos decir, que supuestas enfermedades. La autora utiliza la trama de la novela para hacer varios perfiles psicológicos de sus personajes. Sobre todo, que una madre controladora puede llevar a la infelicidad de su hijo por su miedos y traumas personales.
Es aquí donde el trabajo de Teresa Cardona se hace más incisiva y donde hace enfrentarse a los propios miedos de estos dos protagonistas y a algún otro secundario. No podemos olvidar la trama policial, que nos mantiene en vilo durante toda la novela. Hasta tal punto que hacía apuestas conmigo mismo para descubrir al asesino y sus motivaciones, que oculta a la perfección la autora hasta el último capítulo donde se desvelan los hechos.
Estamos seguros de que la autora seguirá con esta pareja, que tiene algo más que química, durante mucho tiempo. Al menos hasta el que quiera la autora o los lectores, pero seguro que nos seguirá deleitando por mucho tiempo.
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