Entramos a la sala donde se servirá la cena en grupos de diez personas. Dejamos todas nuestras pertenencias en una consigna, móviles incluidos. ¿Todos? Bueno, todos no. Alguno quiere hacer trampas y es detectado inmediatamente. Avanzamos en fila india, apoyando nuestra mano izquierda sobre el hombro de la persona que tenemos delante, simulando una fila de presos de las cárceles de Bukele. Dos camareros invidentes nos colocan en nuestro sitio y nos dan unas pequeñas indicaciones. Sin ver nada, comienza la presentación del autor de Ciudad Real.
"Me puse una norma para escribir Nocturnos: hacerlo, siempre, al caer la noche. Si quería, de verdad, homenajear al crepúsculo, lo más honesto sería refugiarme en él para completar el libro. Así que, durante meses, al acostar a mis hijos, bajaba a mi despacho y escribía sobre asesinos en serie, jinetes sin cabeza, princesas vampirizadas y doctores empeñados en romper las fronteras del amor más allá de la muerte. Evidentemente, para hacerlo, me había documentado concienzudamente. Cerca de 500 notas a pie de página dan fe de ello", dice el autor ante un auditorio expectante. Los oídos están afilados como cuchillos, lo mismo sucederá con el gusto. Nos lo pondrán a prueba con un menú del que no tenemos ninguna referencia. Sí de la bebida, unos optaron por el vino y otros por algún mejunje sin alcohol.
Las historias que he investigado durante 20 años son historias de la oscuridad, y requerían de esa misma oscuridad para ser compartidas en una suerte de comunión
"Como periodista, he vivido cientos de noches leyendo sin descanso, recorriendo carreteras secundarias o buscando un restaurante abierto en el último pueblo de alguna comarca solitaria. Soy hijo de esa noche, de su silencio, de sus mitos y de las verdades susurradas por el inconsciente en la madrugada. Las historias que he investigado durante 20 años son, de hecho, historias de la oscuridad, y requerían de esa misma oscuridad para ser compartidas en una suerte de comunión", continúa diciendo Javier Pérez Campos.
Sus palabras provocan un silencio perturbador, casi tétrico. Todos esperamos que ocurra algo, pero no. Sólo el ruido de los platos, cubiertos y vasos se oye sin cesar. El show no puede ser más ingenioso. "Hay estudios muy interesantes, como los que llevó a cabo el neurólogo y psiquiatra Oliver Sacks, que utilizó el término "síndrome del atardecer" para hacer referencia a cómo muchos de sus pacientes con problemas cognitivos experimentaban importantes estados de empeoramiento cuando caía el sol. Así que me hace especial ilusión que esta noche un grupo de colegas periodistas pongamos a prueba nuestros sentidos y, tal y como propongo en mi nuevo libro, nos expongamos a las inseguridades de la noche cuando, privados de nuestra mejor aliada, la luz, nos rendimos ante el poder de las sombras", reflexiona con tono solemne. Algunos nos sentimos algo inseguros, pero lo superamos. Cinco de los nuestros van abandonando la sala porque no aguantan tanta oscuridad.
La noche es el estado natural de todo lo que nos rodea. Es la invasión de la oscuridad y la ausencia de la radiación electromagnética que nos permite observar nuestro entorno. Esa reducción de visibilidad convierte a la noche en un momento de inseguridad total. Por eso, desde el origen de la humanidad, los depredadores naturales nos han acechado en esas horas en que las sombras se adueñan del mundo. En el mundo, hay tantos depredadores como víctimas o quizá, algunos menos.
Javier Pérez Campos lleva veinte años investigando estas historias que ocurren al caer la noche: misterios, crímenes, biografías extrañas y muchas otras disciplinas que bailan en la delgada línea que separa la realidad de la ficción. Ahora, ha decidido abordarlas en profundidad en este libro, cuya estructura, además, se divide en algunas fases de la noche.
Desde la antigüedad, diferentes filósofos, religiosos y eruditos han intentado ordenar estas horas de oscuridad. Por ejemplo, en 1490, Alfonso Fernández de Palencia, cronista regio e historiador, denominó «antelucana» al momento en el que el alba comienza a esparcir las tinieblas. También San Isidoro, el que fue obispo de Sevilla durante más de treinta años, estructuró la noche en función de la posición de los planetas («vespero», en referencia a la posición del planeta Venus), de la ausencia de actividad social («conticinio», refiriéndose al momento en que todo estaba silencio) o incluso según la actividad animal («galicinio», el momento próximo al amanecer en el que cantan los gallos).
Todos los detalles de Nocturnos son reales, aunque usted no lo crea. Prueba de ello son las más de cuatrocientas cincuenta y dos referencias bibliográficas que el autor ha consultado para la escritura del libro. El misterio inunda nuestras mesas, nuestras cábalas sobre lo que comemos y bebemos naufragan totalmente. Ya no tenemos los sentidos tan afilados como creemos, pero el depredador sí. Las quince historias que relata Javier Pérez Campos me han sobrecogido. Son true crimen de verdad o, quizá, truculento crimen. Hay que leerlo para opinar.
Javier Pérez Campos (Ciudad Real, 1989) es un periodista y escritor interesado en la fina línea que separa la realidad de la ficción. Ha investigado cientos de historias por todo el mundo, y las comparte semanalmente como reportero y redactor de los exitosos programas de televisión Cuarto Milenio y Horizonte (Cuatro TV). También ha trabajado en medios como Cadena SER, Telecinco y Onda Cero.
Es autor de editorial Planeta desde hace más de una década, donde ha publicado Los ecos de la tragedia (2013), Los Otros (2016), Los Guardianes (2019), Los Intrusos (2021) o Immaturi (2023). Escribe, casi siempre, al caer la noche.
Puedes comprar el libro en: