La maestría técnica de Gerardo Diego: Musicalidad y metáfora en su obra“La mejor definición de la poesía -ha escrito Gerardo Diego- es la palabra incorruptible. Si la poesía verdaderamente lo es, ha de serlo invariable y de una vez para siempre, gracias al ritmo en el que encuentra a un tiempo [...] su desnudez y su vestidura”. Y, al igual que otros miembros de la Generación del 27, Diego piensa que la poesía es inherente al poema, es decir, a la organización lingüística: “La Poesía -aclara Diego- es el sí y el no: el sí en ella y el no en nosotros. El que prescinda de ella -el del qué sé yo- vive entregado a todo linaje de sustitutivos y supercherías, al demonio de la Literatura, que es sólo el rebelde y sucio ángel caído de la Poesía.”
Revelación
Era en Numancia, al tiempo que declina la tarde del agosto augusto y lento, Numancia del silencio y de la ruina, alma de libertad, trono del viento.
La luz se hacía por momentos mina de transparencia y desvanecimiento, diafanidad de ausencia vespertina, esperanza, esperanza del portento.
Súbito ¿dónde? un pájaro sin lira, sin rama, sin atril, canta, delira, flota en la cima de su fiebre aguda.
Vivo latir de Dios nos goteaba, risa y charla de Dios, libre y desnuda. Y el pájaro, sabiéndolo, cantaba. Gerardo Diego: Alondra de verdad. Madrid, Editorial, 1986. Colección Clásicos Castalia,núm. 145. Francisco Javier Díez de Revenga, editor literario. (El volumen incluye, además, Ángeles de Compostela)La poesía de Gerardo Diego nos sumerge en un mundo de absoluta belleza, lograda, en su vertiente tradicional, a base de musicalidad, de dominio de todo tipo de versos y combinaciones estróficas -algunos de sus sonetos resultan imprescindibles en cualquier antología de la poesía española-, de un sugestivo lenguaje metafórico con que hermosea el contenido de sus poemas, así como de un léxico empleado con propiedad, en el que se potencian los valores connotativos de los significados para convertir la palabra poética en una fuente de sugerencias. [En el artículo “La poesía en el espejo de los poemas de Gerardo Diego”, Bernardette Hidalgo y Benédiedte Mathios reseñan distintas modalidades textuales mediante las cuales Diego expresa su propia poética, según la gran variedad expresiva y creadora de su poesía a lo largo de su obra. El «yo poético», la representación del poeta, la organización del lenguaje poético, el uso de las formas métricas tradicionales y de formas libres, la intertextualidad, son los ejes analíticos que permiten descubrir cómo se expresa la poética del autor desde su propia poesía]. https://dehesa.unex.es/server/api/core/bitstreams/cb9a6a40-3fe2-454f-8034-b9a003facb23/content ********** La lectura del soneto “Numancia” nos permite comprobar que está transido de espiritualidad. Previamente a su comentario, necesitamos aclarar un par de referencias históricas. La Numancia que figura en el verso 1 es la antigua ciudad de Celtiberia, que se hallaba situada en un cerro cercano a la actual Soria, y que se convirtió en una de las principales ciudades del pueblo arévaco, y en centro de la resistencia celtíbera a la conquista romana. La ciudad sufrió varios ataques romanos a lo largo de nueve años (142-133 a.C.), hasta que Escipión Emiliano, tras largo asedio y con una fuerza de más de sesenta mil hombres, la tomó por capitulación, aunque muchos arévacos prefirieron suicidarse antes que caer en manos de los romanos. Y en cuanto a la feliz paronomasia del verso 2 (Agosto/augusto), el poeta establece un juego de palabras entre el mes, el nombre del emperador romano y la majestad -título que se da a los emperadores- de agosto. Téngase presente que el poeta está contemplando unas ruinas romanas. En este soneto, de incuestionable contenido religioso, Diego nos comunica una experiencia espiritual próxima al misticismo: contemplando las ruinas de Numancia, en un atardecer luminoso del mes de agosto, el poeta siente -en maravillosa revelación- la presencia sobrenatural de Dios. Así interpreta Dámaso Alonso el proceso ascensional que el poeta recorre hasta llegar a Dios y revelársele su presencia, que anuncia el canto delirante de un pájaro: “Verdadera ascensión de la poesía, hasta la categoría, desde la anécdota; desde lo vivido en la realidad, a lo vivido en el prodigio, en la fantasía o en el sueño; desde la tierra humana (y nuestra, española), hasta la libre voz de Dios.” (cf. “La poesía de Gerardo Diego. Desde la altura de su alondra”. En Poetas españoles contemporáneos. Madrid, editorial Gredos, 1988, tercera edición aumentada; pág. 253. Biblioteca Románica Hispánica. II. Ensayos y estudios, 6). Se inicia el soneto con un serventesio (ABAB, rimas consonantes cruzadas (/-ína/-énto/) que le sirve al poeta para situarse en una doble coordenada espacial y temporal: en las ruinas de Numancia, y en una lenta tarde de agosto. El entorno físico de Numancia sugiere un pasado heroico de lucha por la libertad; una Numancia -en el “hoy” del poeta- reducida a unas silenciosas ruinas batidas por el viento. Y atardece en un día del mes más luminoso del año; y el poeta juega con la paronomasia agosto/augusto, que resalta la nobleza onomástica de ese mes -ya que el vocablo agosto deriva, etimológicamente, de Augustus, renombre del emperador romano Octaviano-. El verso 1 es un endecasílabo enfático (acentos en sílabas 1.ª, 4.ª, 6.ª y 10.ª); el verso 2, heroico (acentos en sílabas 2.ª, 6.ª, 8.ª y 10ª); el tercero, también heroico (acentos en sílabas 2.ª, 6.ª y 10.ª); y el cuarto es de mayor interés acentual: dividido en dos partes por una pausa interna, presenta un acento extrarrítmico en la sílaba 1.ª -lo que lo convierte en un endecasílabo enfatico-, y un acento antirrítmico en la sílaba séptima; por tanto, en las palabras del máximo interés significativo: “álma” y “trono” (“álma de libertád, tróno del viénto”). Por otra parte, la aliteración de dentales coadyuva a la sonoridad del verso. La reiteración de estructuras binarias (los modificadores directos del verso 2 -adjetivos “augusto y lento”-; y los modificadores indirectos del verso 3 -los complementos nominales “del silencio y de la ruina”-, así como las aposiciones imaginativas del verso 4 -“alma de libertad, trono del viento”- difunde por todo el serventesio cierto aire de equilibrado sosiego, al que contribuye su rimo majestuoso, que viene dado por la esticomitia de todos sus versos -terminados en pausa versal-, y por las pausas internas en los versos 1 y 4. El segundo cuarteto es, al igual que el primero, un serventesio (ABAB), en el que se repiten las mismas rimas consonantes cruzadas (/-ína/-énto/). En él expresa Gerardo Diego la esperanza de que va a producirse un acontecimiento excepcional y portentoso [que causa admiración] que preludia la luminosidad del atardecer estival: al clima de serenidad ambiental se añade una atmósfera de claridad total -que subrayan los vocablos transparencia y diafanidad- [claridad, luminosidad, nitidez]. Pero en este serventesio la esticomitia no es total, ya que se produce un encabalgamiento entre los versos 5 y 6 (“mina / de transparencia”) [“mina”, en sentido figurado, “aquello que abunda en cosas dignas de aprecio, o de que puede sacarse algún provecho o utilidad”; es decir, “filón”, también en sentido figurado]. Por el tipo de palabras elegidas, la acentuación rítmica es bastante “moderada”: el verso 5 es un endecasílabo sáfico con acentos en las sílabas 2.ª, 4.ª, 8.ª y 10.ª; sin embargo, el verso 7 solo cuenta con dos acentos (en las sílabas 4.ª y 10.ª: “de transparéncia y desvanecimiénto”); el verso 7 se acentúa en las sílabas 4.ª 6.ª y 10.ª; y el que tiene mayor relevancia es el verso 8, un endecasílabo melódico con acentos en las sílabas 3.ª, 6.ª y 10.ª (“esperánza, esperánza del portento”), y es precisamente la reiteración de la palabra “esperanza”, separada por una pausa interna, sobre la que recaen los acentos de las sílabas 3.ª y 6.ª. Observamos además una leve aliteración de nasales en los versos 5 y 6, y en palabras esenciales: “La luz se hacía por momentos mina / de transparencia y desvanecimiento” (10 consonantes nasales en 11 palabras). Y, nuevamente, el ritmo pausado y lento del serventesio se logra por medio de una equilibrada “arquitectura” sintáctica: tres sintagmas nominales complejos complementan al verbo pronominal “se hacía”, y que ocupan los versos 5-6 (con el encabalgamiento suave “mina / de transparencia”), 7 y 8. Extraña y diáfana serenidad ambiental -algo así como una “expectación cósmica”- que envuelve el ánimo del poeta: el prodigio está próximo. Y, de pronto, rompiendo la encalmada armonía, en medio del silencio, y sobre las ruinas que el viento bate, en contraste con una Numancia que sugiere soledad y muerte, surge el canto vital y alegre de un pájaro; canto delirante, mezcla de ilusión -“sin lira, / sin rama, sin atril,...”- y realidad -el pájaro, aun cuando no pueda localizarse su situación exacta, está “ahí”, cantando febrilmente-; canto que -como afirma el poeta en el verso con que concluye el soneto- trae a su alma la certidumbre de Dios; y esa “revelación” le hace vibrar emocionado. El terceto adquiere un ritmo ágil y dinámico, acorde con su contenido. Y a esa ritmo ayuda la estructura métrica: pausas internas en los versos 9 (polipausado: “Súbito / ¿dónde? / un pájaro sin líra”; endecasílabo enfático con acentos en las sílabas 1.ª, 4.ª, 6.ª y 10ª), y 10 (polipausado: “sin rama, / sin atril, / canta, / delira”; endecasílabo heroico con acentos en las sílabas 2.ª, 6.ª, 7.ª -antirrítmico- y 10.ª). En cuanto al verso 11 (un endecasílabo sáfico con acentos en las sílabas 1.ª, 4.ª, 8.ª y 10ª: flóta en la címa de su fiébre agúda”, ofrece un sorprendente vocalismo que lo hace enormemente eufónico: /óa-ía-ée-aúa/. Y con respeto a la rima, en lconsonante /í-a/ riman los versos 9 y 10 (“lira/delira”); y e verso 11 rimará con el 13, ya en el segundo terceto, en /ú-a/ (“aguda/desnuda”). Y no debe pasar desapercibida la construcción sintáctica empleada en el verso 10: “preposición+nombre” (“sin rama, sin atril”), seguida de “verbo+verbo” (“canta, delira”). El valor semántico de estas palabras está suficientemente marcado por la rítmica del endecasílabo. En el terceto que cierra el soneto, Gerardo Diego expresa, en sorprendentes e intensas metáforas, cómo la libre voz de Dios, entrañable y amistosa, le cala hasta el tuétano de los huesos. (Adviértase el valor semántico del verbo “latir”: palpitar; metafóricamente, el cuerpo entero siente un movimiento interior involuntario que origina un temblor convulso). La “revelación” se ha producido: vida y alegría sobre soledad y muerte. Así es la voz de Dios que el hombre recibe, vivida como “risa y charla [...] libre y desnuda” Y hacía falta un poeta -Gerardo Diego- para sabérnoslo comunicar. Y de nuevo la métrica y la sintaxis están al servicio del contenido semántico. Por ejemplo: sobre la palabra “Dios” recae el acento en 6.ª sílaba, tanto en el verso 12 (un endecasílabo enfático, con acentos en las sílabas 1.ª, 4.ª. 6.ª y 10.ª: “Vívo latír ne Diós nos goteába”), como en el 13 (de nuevo un endecasílabo enfático, esta vez pausado, con acentos en las sílabas 1.ª, 4.ª, 6.ª, 7.ª -antirrítmico” y 10.”: “rísa y chárla de Diós, líbre y desnúda”). Además, en el verso 13, la palabra “Dios” establece una estructura bimembre: muy ajustada rítmicamente: por un lado, los dos nombres (“risa y charla”) y, por otro, los dos adjetivos (“libre y desnuda”). Finalmente, el verso que cierra el soneto (un endecasílabo heroico con acentos en las sílabas 2.ª, 6.ª y 10ª), presenta la peculiaridad de que las palabras sobre las que recae el acento en 2.ª y 6.ª sílabas son esdrújulas, separadas por una pausa interna: “pájaro/sabiéndolo”). Por lo demás, el terceto se ajusta a la combinación de rimas consonantes EDE (“goteaba/desnuda/cantaba”), de forma que el verso 14 rima con el 12 (“desnuda/aguda”). [Alondra de Verdad consta de 42 sonetos, compuestos entre 1926 y 1936. Ejemplo de la maestría técnica exhibida por Diego son, por ejemplo, los sonetos titulados “Giralda” -escrito en Gijón, en 1926, tras una visita a Sevilla, en 1925; constituye una exaltación de la gracia y belleza de la torre sevillana-, “Insomnio”, “Cumbre de Urbión”, “Cuarto de baño” -recreación del mito del nacimiento de Venus-, etc.] ********** El 27 de septiembre de 2025, en esta misma revista digital, comentamos el poema de Gerardo Diego titulado “Romance del Duero”, incluido en su libro Soria; asimismo afrontamos la versatilidad de su producción poética considerada globalmente. A dicha información y comentario puede accederse en el siguiente enlace: Puedes comprar sus libros en:
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