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Nuestro poema de cada día
FERNANDO DE HERRERA (1534-1597) [Retrato de José María Avrial y Flores (1807-1891)]
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FERNANDO DE HERRERA (1534-1597) [Retrato de José María Avrial y Flores (1807-1891)] (Foto: Retrato de José María Avrial y Flores)

El “Carpe diem” en el Renacimiento español

Francisco de la Torre, (¿1534 - 1594?), poeta español de la segunda fase del Renacimiento, perteneciente a la Escuela de Salamanca, que no hay que confundir con el poeta homónimo de la primera mitad del XVI.
Francisco de la Torre: Poesía completa. Madrid, Ediciones Cátedra, 1984. Colección Letras Hispánicas, núm. 207. María Luisa Cerrón Puga, editora literaria
Francisco de la Torre: Poesía completa. Madrid, Ediciones Cátedra, 1984. Colección Letras Hispánicas, núm. 207. María Luisa Cerrón Puga, editora literaria

Oda 1

Mira, Filis, furiosa

onda, que sigue y huye la ribera

y torna presurosa,

echando al punto fuera

del agua el peso de la nao ligera.

Aquellas despojadas

plantas, que son estériles abrojos,

solían adornadas

de cárdenos y rojos

ramos, luzir ante tus bellos ojos.

Vino del Austro frío

invierno yerto y abrasó la hermosa

gloria del valle umbrío

y derrivó la hojosa

corona de los árboles umbrosa.

Agora que el Oriente

de tu belleza reverbera, agora

que el rayo transparente

de la rosada Aurora

abre tus ojos y tu frente dora,

antes que la dorada

cumbre de relucientes llamas de oro

húmeda y argentada

quede, inútil tesoro

consagrado al errante y fijo coro,

goza, Filis, del aura

que la concha de Venus hiere; dado

que apenas se restaura

el contento pasado,

como el día de ayer y el no gozado.

Vendrá la temerosa

noche de nieblas y de vientos llena,

marchitará la rosa

purpúrea y la azucena

nevada mustia tornará de amena.

Francisco de la Torre: Poesía completa. Madrid, Ediciones Cátedra, 1984. Colección Letras
Hispánicas, núm. 207. María Luisa Cerrón Puga, editora literaria.

Edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poesias--51/html/fee75702-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_9_

Las poesías de Francisco de la Torre (¿1534?-¿1594?) son de gran sencillez en la expresión, compatible con la perfección formal. En la Oda 1, -que conforman siete liras -trata el poeta el tema del “Carpe díem”, en versos de tono melancólico. Y son las liras cuatro y cinco las que describen la hermosura de la mujer -según el arquetipo renacentista-, antes de que se convierta en “inútil tesoro / consagrado al errante y fijo coro” (versos 24-25); una mujer de esplendorosa belleza, frente y tez sonrosada, ojos grandes y brillante, y cabello rubio (versos 16-22). Y esta descripción destaca por la fuerza plástica de las hiperbólicas metáforas, presididas por la temporalidad que introduce el adverbio agora: “el Oriente reverbera de tu belleza” (versos 16-17, deshecho el hipérbaton); “el rayo transparente / de la rosada Aurora / abre tus ojos y tu frente dora” (versos 18-20, que incluyen dos quiasmos: el primero está formado por “nombre+adjetivo/adjetivo+nombre [“rayo transparente/rosada Aurora”] y, el segundo, por verbo+nombre/nombre+verbo [“abre tus ojos/tu frente dora”]); “la dorada / cumbre de relucientes llamas de oro” (versos 21-22, en los que para describir el color rubio del cabello se lo compara con el oro que, además, despìde llamas relucientes; y ahora el encabalgamiento favorece la intensidad metafórica).

Las obras de Francisco de la Torre fueron editadas modernamente -con prólogo y notas- por Alfonso Zamora Vicente en la colección “Clásicos Castellanos”, de Espasa-Calpe, en 1944; y, posteriormente, en 1984, por María Luisa Cerrón Puga en Ediciones Cátedra.

Las hebras d'oro puro, que la frente

cercan en ricas bueltas, do el tirano

señor texe los lazos con su mano,

Í arde'n la dulce luz resplandeciente,

cuando el ivierno frío se presente,

vencedor de las flores d'(e)l verano,

el purpúreo color tornando vano,

en plata bolverán su lustre ardiente,

I no por esso Amor mudará el puesto,

qu'el valor lo assegura i cortesía,

el ingenio i del'alma la nobleza.

Es mi cadena i fuego el pecho onesto,

i virtud generosa, Lumbre mía,

de vuestra eterna, angélica belleza.

Fernando de Herrera: Sonetos. Edición digital.
Ramón García González, editor literario.

https://www.cervantesvirtual.com/portales/fernando_de_herrera/obra-visor/sonetos--14/html/000ca52e-82b2-11df-acc7-002185ce6064_3.html#PV_30_

Edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:

http://www.cervantesvirtual.com/portales/fernando_de_herrera/

Original presentación de "Dó vas cruel, dó vas?”, de Fernando de Herrera, montado por Artpoética.

https://www.youtube.com/watch?v=R66EiZyLBs8

Es este un soneto de hechura manierista -refinado y artificioso- en la que queda reflejada la poética de Fernando de Herrera: la búsqueda de un nuevo lenguaje poético basado en la ornamentación. Y de ahí la continua abundancia de metáforas; de estímulos sensoriales -fundamentalmente cromáticos, porque con ellos se capta y traslada mejor la belleza que produce placer estético-; de adjetivos de carácter epíteto que refuerzan el mundo metafórico; de hipérbatos que retuercen la sintaxis; de cultismos que aportan erudición...; en definitiva, de toda una gama de variados recursos retóricos que sirven de nexo entre la sencillez de Garcilaso de la Vega y las complejidad del culteranismo de Luis de Góngora.

Herrera afronta el tema del carpe díem introduciendo -si lo comparamos con el tratamiento dado por Garcilaso de la Vega- ciertas peculiaridades conceptuales que se concentran en el primer terceto: el deterioro físico que se experimenta con el paso del tiempo -ese “tirano / señor” al que se alude metafóricamete en los versos 2 y 3, con encabalgamiento incluido- no alcanza ni al sentimiento amoroso -el “pecho honesto”, del verso 12-, que perdurará incluso más allá de la muerte física (verso 9: “I no por esso Amor mudará el puesto”), ni a ciertas cualidades humanas inscritas en el alma (versos 10 y 11: “qu'el valor lo assegura i cortesía, / el ingenio i del'alma la nobleza”), entre las que se encuentran, pues, el valor, la cortesía, el talento y la nobleza, que con la vejez no se extinguen, y que garantizan la belleza eterna -la perpetuidad del amor- a la que el propio poeta está encadenado, según expresa en el segundo terceto (versos 12-14: “Es mi cadena i fuego el pecho onesto, / i virtud generosa, Lumbre mía, / de vuestra eterna, angélica belleza”); un tercero que, deshecho el fuerte hipérbaton que contiene, habría que entender en estos términos: “el pecho honesto de vuestra eterna y angélica belleza es mi cadena, fuego y virtud generosa”.

Y mediante la antítesis ivierno frío/flores d'(e)l verano se identifican los efectos de la juventud (cabellos rubios, color rojo del semblante, con piel tersa, belleza pujante...) -comparados metafóricamente con el colorido y vistosidad de las flores en plena eclosión-, en contraposición con la decrepitud de la vejez, que terminará por anular esa juventud que relucía como si fuera perenne (versos 5-6: “cuando el ivierno frío se presente, / vencedor de las flores d'(e)l verano”). La inversión del orden cronológico -aparece en el soneto primero la vejez (verso 5: “ivierno frío”) y luego la juventud (verso 6: “flores d'(e)la verano”) ayuda a subrayar con más intensidad el contraste entre las dos etapas de la vida, y hace más patético el significado del vocablo “vencedor”, acentuando los efectos de la acción del “tirano señor” (versos 2 y 3).

Pero retomemos la imagen de la mujer que el soneto describe. En primer lugar, al cabello rubio se alude mediante una concatenación de refinadas metáforas: “Las hebras de oro puro” (verso 1); un cabello, además de rubio, rizado -unos rizos que rodean la frente: “que la frente / cercan” (versos 1-2)- y abundante: “en ricas vueltas” -nueva alusión a los rizos-” (verso 2); y que es síntoma de la belleza de la juventud, por su carácter ardiente y brillante, capaz de emitir una dulce luz -sinestesia de alto valor expresivo-: “Í arde'n la dulce luz resplandeciente” (verso 4); pero que el despótico paso del tiempo -ese “tirano / señor”- hará desaparecer en su esplendor.

En segundo lugar -ya en el segundo cuarteto-, y tomando como referencia el cromastismo de las flores, el poeta sigue haciendo metafóricamente alusión a la juventud, con su brillo esplendoroso y apasionado: “purpúreo color” (verso 7), “lustre ardiente” (verso 8); pero esas “flores d'(e)l verano” perderán su lozanía quedándose en nada (“vano”, verso 7), y se convertirán en canas (“en plata volverán”, verso 8, que contiene un marcado hipérbaton), cuando llegue el “ivierno frío”, esto es, la vejez. O dicho de otra forma: al aproximarse la decrepitud, el sonrosado de la juventud empieza a desaparecer (verso 7: “el purpúreo color tornando vano”), así como el aspecto sano y resplandeciente (verso 8: “en plata bolverán su lustre ardiente”, ya que el color blanco del cabello indica vejez).

Puedes comprar el libro en:

Fernando de Herrera: Poesía castellana original completa. Madrid, Ediciones Cátedra, 2006. Colección Letras Hispánicas núm. 219. Cristóbal Cuevas, editor literario.
Fernando de Herrera: Poesía castellana original completa. Madrid, Ediciones Cátedra, 2006. Colección Letras Hispánicas núm. 219. Cristóbal Cuevas, editor literario.
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