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artículo literario

02/09/2019@17:29:49

Tagore, en su hermoso libro autobiográfico "Recuerdos", hace mención de un profesor suyo en la escuela de San Javier de Calcuta, el padre jesuíta español Peñaranda, del único que guarda un grato recuerdo y hace de él una original y afectuosa semblanza.

Tras la lectura de la edición de ‹‹El ruedo Ibérico›› de Cátedra (Madrid, 2017), y al hilo de un comentario reciente de Gastón Segura en estas mismas páginas (o pantallas o como se llame esto del digital) sobre Daniel Defoe en el artículo "Dos maestros y el periodismo", se me ocurre esta pequeña fantasía sobre Valle-Inclán y el espionaje, un excurso que si non vero, espero les parezca ben trovato.

Muchos en Israel, han visto llegar el desastre. El movimiento Paz Ahora organizó una manifestación de protesta después de la matanza de los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Septiembre de 1982; más de cuatrocientos israelíes desfilaron por las calles de Tel Aviv cuando estalló la Intifada en Diciembre de 1987, miles de judíos salieron a las calles de Israel, entre ellos un grupo de supervivientes del Holocausto, que llevaba un cartel en el que se podía leer: “Recordar significa también, no actuar como los nazis”

“Como un asesinato, la historia va dejando sus huellas. El historiador la rastrea y al final, logra reconstruir la escena del crimen: el móvil que lo impulsó; los personajes que intervinieron y sus consecuencias” Estas palabras son de Alberto de Frutos y nos sirven para acercanos a un autor y a su obra.

Desde hace un par de años, no puedo evitar una punzada de tristeza cada vez que me detengo ante cualquier quiosco y observo como las antes sólidas pilas de diarios, no son ahora sino unos desmerecidos montoncitos con apenas siete u ocho ejemplares por cabecera.

Edición de la Universidad de Castilla-La Mancha

El libro que hoy me ocupa es una obra maestra de la historiografía medieval, con más de cuatrocientas páginas nos acerca al Archivo de Basílica legionense de San Marcos de León, que fue el principal archivo de la Orden Militar de Santiago, patognomónicamente leonesa, y casa Prioral de la Orden en León, ya que lleva el nombre del apóstol de Cristo, e hijo de Zebedeo, que da nombre a la capital religiosa del Regnum Imperium Legionensis, léase Santiago de Compostela.

Cuando se anuncia el verano, resulta casi rutinario que los más reputados periódicos y alguna que otra satinada revista publiquen la lista de lecturas idóneas para las inmediatas vacaciones o incluso que pregunten a varias celebridades qué títulos se van a llevar para entretener el asueto.

Robindronath Tagore (1861-1941), está considerado por todos los tagoreanos que existimos en el mundo como el “Leonardo da Vinci del siglo XX”. Cultivó infinidad de facetas artístico-culturales con verdadera categoría. Creador en 1901 de la primera Escuela Nueva de Oriente con el nombre de Santiniketon (“Morada de Paz”) fue un grande educador, que yo considero el más importante de la historia de la educación mundial. En 1921 creó en el mismo lugar de Bengala la Universidad Internacional de Visva-Bharoti (“Sabiduría Universal”), y en 1922 la granja-escuela de Sriniketon (“Morada de la Abundancia”).

"El primer día en que al abrirse los teatros comienzan las máscaras, subí a mi embarcación y fui a la isla de Murano a recoger a MM". Así se inicia uno de los capítulos cruciales en la biografía de un personaje bien particular, el veneciano Giovanni Giaccomo Girolamo Casanova, escritor, aventurero, diplomático, y hasta agente secreto al servicio de la Serenísima República de Venecia.

Desde Daniel Defoe, allá por los primeros años del siglo XVIII, los periódicos, las gacetas, los almanaques y hasta los diarios de avisos —en su varia y a veces hasta volatinera periodicidad— han constituido un bastimento para los escritores. Y cuando ya el periodismo, tras un siglo y pico, estableció unos ciertos patrones para presentar la noticia —desde la editorial o el artículo de fondo, pasando por el folletón y el reportaje, hasta la breve gacetilla o el sucinto y expósito suelto—, el escritor también se enfrentó, si quería sacarse algunos cuartos por este conducto, a unas exigencias formales, o si se me apura y de un modo laxo, pero en absoluto desacertado, literarias: las impuestas por el espacio que se le asignaba.

Hace un par de años, en octubre de 2017, en el Congreso del Libro Electrónico celebrado en Barbastro —se celebra con carácter anual desde 2013— hubo un general consenso en considerar el audiolibro, como modalidad más accesible y directa del libro electrónico, como una gran conquista en el proceso de adaptación del concepto libro a la revolución tecnológica y como una vía de acceso a la literatura para personas (incluso no lectoras) con poco tiempo para leer o que han de simultanear inevitablemente el proceso de “lectura” de un libro con otras actividades.

“¿Estás dispuesto a dejar de buscar fuera de ti este momento de descubrimiento?, ¿Qué descubres en el núcleo profundo de ti mismo cuando no está presente ninguna historia de deseos no realizados? ¿Estás dispuesto a detenerte y comprobar varias veces al día si eso que está en el núcleo sigue presente hasta que sepas sin lugar a dudas que siempre está aquí? ¿Estás dispuesto a no estar atado por los relatos, o por nombres o por la historia? ¿Estás dispuesto a estar desnudo ante ti mismo?” (Gangaji)

El Quijote de Cervantes es el libro más traducido después de la Biblia, consta de dos partes, la primera publicada en 1605, titulada El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, fue un éxito de ventas y de aceptación por parte del público y que sólo en su primer año de vida tuvieron que estamparse seis ediciones en castellano. También a nivel europeo alcanzó gran repercusión traduciéndose de forma inmediata al inglés en 1612 (Edición de Thomas Shelton) y al francés en 1614 (edición de Cesar Oudin). De todas formas, en nuestro país sus seis ediciones supusieron un éxito relativo, no siendo el best seller de la época, gozando de ese honor El Guzmán de Alfarache, obra publicada en 1599, escrita por Mateo Alemán y de la que se imprimieron nada menos que veinte reediciones en sus primeros cinco años de vida.

Hace ya dos años, aunque la asociación se constituyó hace uno tan solo, tras algunas conversaciones con otros autores de novela histórica, en los que encontré la mejor de las acogidas, comenzamos a reunirnos y a nada teníamos no solo constituido el núcleo fundacional sino que ya estábamos enfrascados en la organización de jornadas, encuentros, cursos universitarios etc. Hoy “Escritores con la Historia”, el nombre que elegimos, llegamos a los 40 socios, entre ellos los más relevante del género y al que se han unido también historiadores de gran prestigio y vamos camino del centenar de actividades realizadas, en las más diversas ciudades y villas españolas, algunas de ellas de potente impacto como el Curso de la UIMP de Santander, donde ahora volvemos, la Universidad de Alcalá de Henares o el Ciclo de Arte e Historia en el palacio del Senado.

Es indiscutible que David Lynch se erige como el cineasta más singular de nuestra época. En sus largometrajes más característicos —Eraserhead (1977), Blue Velvet (1986), Lost Highway (1997), Mulholland Drive (2001) o Inland Empire (2006)— su genuina capacidad para romper la intuitiva cadena causa versus efecto, que nos permite reconocer y movernos en eso que convenimos como realidad, tanto por los hechos que suceden en el propio relato cinematográfico como por las peculiaridades estrafalarias —cuando no, perversas— que exhiben los personajes, somete al espectador a un espectáculo que, si propiamente no lo arroja al pánico, al menos lo deja tan desconcertado como incómodo y, en consecuencia, con una enorme ansia de que todo aquello a cuanto asiste retome un cierto sentido común para, al menos, recuperar el sosiego que perdió en no recuerda ya qué momento de la película.