El poeta no es otro que el que se queda a solas trabajando en sí mismo, el que recubre de corcho las paredes y asegura la puerta de la entrada, el operario mudo, intranscendente, de la casa del hombre». ¿A cuántos poetas, de verdad, podríamos seguir viendo como tales después de leer estas líneas? ¿Cuántos se quedan a solas trabajando en sí mismo, o, se someten a la lógica de los deslumbramientos y las revelaciones? Diría que muy pocos. La verdadera pulsión poética no puede nacer de la impostura, de medrar en los círculos de poder para ascender en esta loca carrera hacia la fama, sin siquiera mirar hacia adentro, porque primero, como decía José Ángel Valente, para subir, primero hay descender. Y qué pocos lo hacen, acostumbrados a erigirse en ejemplos de la poesía huera y plana, sin recorrido humano, diría. El estudio continuado de una obra y su autor nos da la posibilidad de conocer a fondo lo uno y lo otro, pero hay que hacerlo con la dignidad suficiente y la honestidad al que todo proyecto literario se debe. Y eso es lo que refleja el último libro del poeta y ahora ensayista Jesús Cárdenas, con la publicación del libro Peregrino de luz. Espacio y tiempo en la obra de Francisco Basallote (1988-2015). En este ámbito de estudios, Jesús Cárdenas ha escrito ensayos y artículos sobre la obra de Antonio Machado y Luis Cernuda, ha coordinado para la revista Licencia poética el estudio sobre la poesía de Passolini, y ha sido Accésit con el ensayo La luz y la pintura de Francisco Basallote. Como poeta destacamos, entre otros, los siguientes libros: Mudanzas de lo azul, Sucesión de lunas, Raíz olvido o Desvestir el cuerpo.
Ahora, con Peregrino de luz, sobre la poética del gaditano Francisco Basallote, nos da a conocer su vida y obra, y lo hace desde los dos planos que deben siempre tenerse en cuanta a la hora de un estudio de esta envergadura: la estética y la ética. El aspecto formal en poesía tiene su importancia, no cabe duda, porque ayuda a comprender la técnica empleada, pero la ética, ay la ética que tanto cuesta encontrar en la poesía, es claramente, los cimientos del pensamiento, de la emoción que trasciende la realidad para convertir el discurso poético en otra realidad que nos turbe o conmueva, como decía María Zambrano, «que sintamos un temblor” al leerla, al hacerla nuestra en cada sílaba o palabra. Por ello, Jesús Cárdenas, el autor de este ensayo, ha tenido muy en cuenta estos dos pilares sobre los que se debe asentar toda buena poesía, y en el caso de Francisco Basallote lo ha llevado a cabo de forma eficiente y clara. Siete ejes principales discurren en la estructura general de este ensayo: Biografía, Obra poética, Poética del recogimiento. La memoria, Temática, Estructuras formales y métricas, Aspectos estilísticos. Estilo: poesía de lo mínimo y Conclusiones. Cierra el libro la bibliografía y los apartados: Epílogo de afectos, agradecimientos y galería de imágenes.
Es cierto que la tarea ensayística necesita de dedicación, es decir, de horas y horas de trabajo de recopilación de datos, documentos, entrevistas, y de un largo etcétera de cuestiones relacionadas con el poeta y su obra, además de los conocimientos literarios propios del ensayista que decide el estudio pormenorizado de todo cuanto incumba al conjunto de la obra en sí misma. Habría que celebrar la elección de Francisco Basallote como poeta que, lamentablemente, no ha tenido el suficiente eco literario, al menos, en su tierra andaluza, y que ahora, tras su fallecimiento en 2015, por ser de justicia, recoge Cárdenas en este interesante ensayo. «La obra poética de Francisco Basallote –escribe Cárdenas– como acervo unitario, responde a la visión que tiene el arquitecto, el acuarelista, el lugareño, incluso el crítico literario de la palabra poética, concebida como la indagación de la identidad a través de la memoria y expresión del hecho poético frente a la temporalidad asoladora. En el conjunto de la poesía de Basallote impera el gusto por rescatar de la memoria su pueblo natal, Vejer de la Frontera, y las constantes poéticas que cruzan su obra: claridad, sencillez y emoción, a lo que cabría añadir -como señaló en otra entrevista el poeta vejeriego- la preocupación rítmica: la ajustada combinación de versos imparisílabos me concede la música necesaria para acompañar con su medida la emoción del poema». Cárdenas ha sabido captar muy bien la esencialidad poética de Basallote, desde los aspectos formales, como ya he dicho, hasta los más íntimos, consecuencia de la reflexión y hondura poética del autor objeto de estudio. Y es esa amplia visión del universo poético de Basallote, lo que hace que este ensayo sea de lectura necesaria. Con un estilo poético «de lo mínimo», como señala Cárdenas, de esa brevedad del verso que es luz y silencio a la vez, alma y corazón de la palabra poética, Basallote, desde un humanismo clarividente, abrasa con la musicalidad de sus poemas, en la cual la memoria, ese mirar atrás para hundir sus ojos en el futuro, abre un tiempo y un espacio apto para la expresión poética, para la poesía verdadera. Todo esto, bajo el prisma del autor de este ensayo, Jesús Cárdenas, que nos ofrece una oportunidad única para acercarnos a la amplia y sorprendente obra de un poeta, Francisco Basallote, incomprensiblemente silenciado.
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