Carlos Tárdez se muestra como un maestro del despiste. Aunque su apariencia recuerda a un joven recién graduado de la Facultad de Bellas Artes, esa impresión es solo superficial. La obra “Todo y nada más” (óleo sobre lino de 150 cm x 150 cms.), creada por él y que tiene a su hija Gala como protagonista, fue galardonada con el IV Premio Almuzara de Pintura, dotado con 9.000 euros, premio que recogió ayer en la sede de la editorial en Madrid. En un momento de profunda concentración, Gala no aparta la vista de las páginas de un libro que la transporta a otros mundos, permitiéndole soñar y volar. Por esta razón, su padre decidió pintarle alas con spray para que pudiera elevarse aún más alto. Desde su infancia, Carlos ha sentido una gran pasión por el dibujo, recordando momentos en los que sostenía lápices y pinceles, siempre alentado por su padre. Simon Edmonson fue otro de los protagonistas de la tarde, un evento muy concurrido al que asistieron escritores, galeristas y artistas. Este pintor londinense, que ha establecido su residencia en Madrid durante décadas y cuenta con una trayectoria sólida y reconocida, recibió un accésit por su obra “En un lugar de Navarra” (óleo sobre lienzo de 178 x 146 cms.). Junto a sus pinturas se exhiben las obras finalistas en una exposición que estará abierta hasta el próximo 20 de diciembre en la sede madrileña de la editorial (Cervantes, 23), disponible para ser visitada en horario de 11:00 a 14:00 hrs. y de 17:00 a 20:00 hrs., donde todas las piezas tienen como trasfondo el libro y la literatura.
Manuel Pimentel, director de Almuzara, considera que esta cuarta convocatoria artística vuelve a entrelazar la pintura, la literatura y los libros, describiéndola como “una hermosa simbiosis de siglos cargada de futuro”. Además, señala que “es un decidido homenaje a los oficios. El libro, desde los códices iluminados, siempre ha buscado la belleza. Y el libro bien editado lleva aparejado arte porque los libros son cultura y son arte. Una editorial necesita tener un aroma propio más allá de la tinta sobre la celulosa”. Con esta iniciativa, Almuzara reafirma su compromiso con el arte contemporáneo al apoyar a aquellos artistas que continúan desafiando los límites de la creatividad y ofrecen nuevas perspectivas sobre el mundo.
El también pintor cordobés Desiderio preside el jurado
La obra ganadora, Todo y nada más, fue considerada por Delgado como “una pieza que condensa la esencia de su investigación visual”. En esta creación, Tárdez presenta una escena que parece sencilla: una niña inmersa en la lectura. Detrás de ella, un grafiti con forma de alas aparece como símbolo de tensión y dualidad. Se establece así un diálogo entre inocencia y disrupción que delimita una frontera donde la realidad se mezcla con símbolos y el gesto espontáneo transforma el significado de la imagen. Respecto a la obra de Edmonson, Delgado observó que “trabaja con una atmósfera que revela la huella del tiempo no solo en lo representado, sino también en cómo lo percibimos”. La pieza, envuelta en un delicado velo que actúa como sello, invita al espectador a completarla con su propia interpretación. En este lienzo, se encuentran dos grandes figuras de la literatura española y universal: Cervantes y Pío Baroja. El galgo corredor quijotesco observa desde el zaguán de Itzea, la casa del autor vasco, mientras el tiempo parece detenerse. El jurado otorgó un accésit que “reconoce la solidez de una trayectoria que ha hecho de la evocación y el misterio un territorio fértil”, destacando así que la obra premiada tiene la capacidad de funcionar como un puente entre lo real y lo recordado.
El Premio Almuzara de Pintura se ha abierto paso en el panorama artístico gracias a una apuesta clara por la calidad y por una mirada contemporánea a la creación pictórica. Con cada edición, el premio gana peso y visibilidad. El certamen nace en un territorio donde la literatura y el arte conviven de forma natural, y esa relación se traduce en una especial atención a la fuerza narrativa de la imagen.
Catorce son los cuadros que conforman la exposición y que se pueden visitar en la sede de la editorial en el madrileño Barrio de las Letras: “Sueños de lectura”, de Pablo Santibáñez Servat, “Dos dragones”, de Raúl Collado Herreros, “Desiré”, de Susana Cruz Calvache, “Librería V”, de Juan Manuel Bernardo Bueno, “Mensajes Literarios”, de Cristina Sampere Fernández, “La obra maestra desconocida”, de Marta Cuezva, “Al comenzar mi viaje en Ávila”, de Ricardo Sánchez Grande, “Anatomía de un sueño eléctrico”, de José Baena Roca, “Alas de papel”, de Guillermo Oyágüez Montero, “La Biblioteca de Alejandría”, de María Sánchez López, “En un lugar de Navarra”, de Simon Edmondson, “La imposición”, de Mario Caamaño Vergara, “Tras el escaparate”, de Miguel Repollés Martínez y “Todo, y nada más”, de Carlos Tárdez.
El jurado estuvo compuesto por Desiderio Delgado, como presidente, Cristina Mato, Lorena Pizarro, Magdalena Haurie, Amalia Parra, Pilar López y Manuel Pimentel como vocales; Antonio Cuesta López como jurado sin voto, y Juan Ramos Pemán y Amparo Gimena Cerezo de los Ríos como secretaria sin voto.
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