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O SOLE NOSTRO

Reseña del poemario "Missa Branca", de Fernando Cabrita
Por Joaquín González Málaga
jueves 13 de agosto de 2020, 15:00h
Missa Branca
Missa Branca

Qué desgracia tan grande ser poeta,

oficio de llorar sin cobrar nada,

oficio de escupir en la mar inmensa

y de plantar pancartas en el desierto.

Celso Emilio Ferreiro

En las antípodas de la negra ―que como sabemos es una parodia sacrílega de esta, ofrecida al diablo―, la misa que os invitamos a leer es por completo un brindis a la fundada esperanza de que arribe hasta todos nosotros y tome cuerpo un hombre nuevo.

Podemos vislumbrar en su última creatura, a bote pronto y sin excesiva dificultad, cierta ilación con su libro anterior, El poema triste de Dios; pero mucho ojo, no nos llamemos a engaño, pues acá se acrecientan los pasos y nada más abrir el volumen se nos habla sin tapujos de los esclavos de la religión.

Las señas de identidad en la escritura de Fernando Cabrita son por demás bien (re)conocidas por quienes le seguimos el rastro desde hace tiempo: puntuación particular ―que convierte su lectura en cuasi conversacional―, utilización para el discurso ético & poético de las distintas lenguas que domina, y muy por encima de todo, su decidida apuesta por el ser humano y por la tierra que este pisa, como no podía ser de otra forma viniendo de él, desde el más profundo respeto a quienes quieran creer en sus distintos dioses.

Venimos a hablar aquí, en el buen sentido de la palabra, de un discurrir pagano, que nos lleva a ratos a evocar lo mejor que nos legó ese viejo hermoso tan adelantado a su tiempo al que recordamos por Walt Whitman:

A minha Pátria é o futuro, mas a pátria da minha

pátria é o pasado.

É essa a pátria inicial onde estão

todas as coisas que sou

e a Casa em que construí o que serei.

Tras acompañarnos por una estudiada a la par que documentada serie de ritos/mitos, torna el poeta a poner los pies sobre la tierra con versos ―a nuestro juicio― de una rotundidad incontestable:

Falamos todas as línguas, mas não

compreendemos nenhuma.

En definitiva, para no extendernos y así dejar algo al arbitrio del buen lector, diremos que el nuevo libro del que para nosotros es el genuino portugués errante, está atravesado de principio a fin de cantos elegíacos al Sol, pues es muy posible que este sea el único dios que no nos va a abandonar queriendo, por así maldecirnos.

Quién es el guapo que se atreve a contestar, por ejemplo, a una de las muchas preguntas que le surgen al autor:

Qué magnates espalham a lava e a injustiça sobre

a vida dos pobres,

sobre a carne das nações?

De tantos deuses, porque não nos protege o nosso?

Vale la pena insistir en ello: Missa branca no pretende ser más ―ni menos― que un profundo himno de celebración al Sol, nuestro dios más cercano.

Ite, missa est.

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