¿Cómo llega Gomes desde Madrid a Cartagena y por qué? Llega casi de rebote, su jefe pasaba unos días en La Manga y él le hacía de chófer hasta que le encargaron investigar la muerte de un masajista, aquel caso le llevó por toda la ciudad y le dejó un poco maltrecho, así que tuvo que recuperarse durante unas semanas y entonces se encontró con alguien que le “ayudó” a quedarse tras resolver el caso que se cuenta en “La mano de Midas”, hace ya algunos años. ¿Se puede considerar que es un personaje que resultará cercano, entrañable, a los amantes de los libros de Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Julián Ibáñez o Andreu Martín? Esa mano es de cuatro reyes en el mus de la novela negra, la verdad. Estamos hablando de unos nombres que pesan lo suyo en la memoria de cualquier lector del género, y que para todos los que escribimos dicho género han sido fundamentales en alguna que otra época. En el caso de Gomes, es muy deudor de Vázquez Montalbán, porque, junto a los clásicos norteamericanos, seguramente es el autor que más habrá influido en su génesis. ¿Qué importancia tiene la forense Silvia Férez? ¿Meramente profesional o su papel va más allá? Comenzó por tener un papel profesional, y también hemos de decir que Gomes quiso aprovecharse de ella en esos términos, pero como es un hombre con unas cuantas carencias sentimentales, se vio pronto arrastrado por la personalidad de una mujer que sabe leer entre líneas y que tiene una manera muy peculiar de tratarle, ya que le adivina todas sus costuras vitales sin apenas esfuerzo. Desde entonces, lo quiera o no Gomes, se ha convertido en alguien fundamental en su vida, casi un ancla en su etapa en Cartagena. Veremos hasta dónde les lleva la peculiar relación que mantienen. El Puerto de Cartagena movió más de 18,4 millones de toneladas durante el año pasado. Siempre se ha dicho que las ciudades con puertos muy importantes, como Barcelona, Marsella, El Pireo, Valencia o Tánger, son un gran atractivo para los delincuentes. Cualquier ciudad con puerto genera un ambiente fronterizo en el que es muy probable que ocurran cosas, son entornos de final de trayecto o bien de inicio para arrancar una vida nueva, y eso siempre supone un acicate para los delincuentes, además de lo puramente práctico: mercancías que entran o salen, ya sabemos. Podríamos decir que las ciudades portuarias se asemejan bastante a aquellas zonas que hace un siglo encontrábamos en los “western”, escenarios muy atractivos para llevar a los personajes al límite. En Gomes y Cía he querido reflejar siete historias que contienen ese ambiente especial, fronterizo, de una ciudad como Cartagena, que fue fundada hace más de dos milenios y que ahora es uno de los motores económicos de España. ¿La Cartagena de Gomes es inventada o está muy pegada a la realidad cotidiana de la ciudad? Gomes ha hecho un recorrido muy parecido al que en su día hizo su autor, aunque él se ha encontrado una ciudad ya renovada, y lo que conoce de aquellos cambios es lo que le han contado otros personajes. En cualquier caso, los escenarios son muy fieles y sobre todo muy reconocibles para el lector de la ciudad, así como las costumbres y ciertos tipos sociales que al cartagenero de a pie le resultarán muy familiares, arquetipos aparte. Además, soy de los que piensan que la realidad y el entorno social deben tener un papel primordial en la novela negra, porque la realidad siempre termina por imponerse a la ficción, y adelantarla incluso. Agresiones, cuernos, un concejal putero, malos tratos, un piloto desaparecido… ¿Alguien del entorno de Antonio Parra se puede sentir identificado en alguno de los personajes? Dicho así…, espero que no. El punto de arranque de todos los casos bebe siempre de la realidad, como comentaba antes. Uno escribe de lo que imagina, pero también de lo que oye, lo que lee en los medios, incluso de alguna leyenda urbana, como ocurre en uno de los casos de este libro. En cuanto a presencias cercanas, hay nombres y figuras que surgen del entorno, sí, pero están siempre en el lado menos oscuro de la realidad, salvo alguna inquina personal para la que el autor se haya tomado venganza, pero para eso tendrán que leer estas páginas. La deuda que sí voy a reconocer tiene que ver con la persona que impulsó siempre a este personaje, mi amigo Juan Antonio Rocamora, a quien van dedicados estos casos, y sé que los disfrutará allá donde esté. ¿Cómo puede ser que Gomes aparezca en Urgencias, drogado y casi en coma? Teniendo en cuenta que es un detective muy muy terco, a veces se ve envuelto en casos que otro habría dejado pasar, y aquí hay uno en el que lo personal se le impone como motor principal, uno de esos encargos en los que hay que metere hasta los codos porque hay una deuda que lo exige, y esos son los peores, porque en ellos no se puede dar marcha atrás. Súmese a ello la presencia de dos tipos que trabajan para un cártel de la ciudad y que pierden los papeles cuando se van de fiesta, y tenemos el cóctel servido. Era un desafío más poner a Gomes al límite físico, para ver hasta dónde podría llegar, y de paso escribir “Cobi 92”, el caso que cierra el volumen –y con el que hice esperar a MAR Editor para publicar el libro, porque las musas me inspiraron y no me permitieron acabar hasta dejar redondo el relato- se convirtió también en un desafío narrativo. Hay que vivir también de retos. Gomes y Cía no podían aparecer hasta cumplir este reto. ¿Qué parte de narrativa negra tradicional tiene tu libro y qué parte de denuncia de tu entorno, de la sociedad actual, de lo que ves a diario? Lo tradicional, como ya se ha dicho, se lo debe uno a Vázquez Montalbán y Raymond Chandler, aunque también a otros muchos nombres que sería muy largo citar aquí, largo e injusto, porque siempre nos dejaríamos a alguien fuera. Pero cualquiera que escriba novela negra no puede, y no debería, volverle la espalda a la realidad, porque es la que nos nutre de argumentos, y creo que estamos obligados también a levantar la voz ante aquellas situaciones que ensucian el entorno, creo que el género también nació para eso. ¿A Gomes y Antonio Parra les preocupan más los delincuentes de guante blanco, esos que hacen lobby en la Unión Europea o asesoran a presidentes de imperios, o la delincuencia callejera, cercana, de toda la vida? En la delincuencia callejera hay casi siempre un punto de necesidad, por básico, por ambiente, a veces incluso por nacimiento, y luego ya los personajes pueden luchar para mejorar eso, consiguiéndolo o rindiéndose por el camino. El caso de los delincuentes de cuello duro es harina de otro costal , lo que sí nos duele, tanto a Gomes como a un servidor, es ver a esos tipos que se aprovechan de su puesto, o su carga, para extorsionar a quienes estén cerca, para enriquecerse o salirse con la suya a toda costa y gracias a su posición. Cuando eso se da, uno siente que se le retuercen las tripas y sabe que habrá que llegar hasta el final para acabar con ellos, es inevitable. ¿Hasta dónde va a llegar Sergio Gomes? Sabemos que ha transitado ya por un buen número de casos, ¿qué futuro cree Antonio Parra que le espera? Bueno, eso habría que preguntárselo a él. Nació hace ya tiempo pidiendo protagonizar un relato que acabó convirtiéndose en novela y cada cierto tiempo aparece reclamando que le cuente a los lectores uno de sus casos. Supongo que mientras le queden fuerzas para continuar metiendo la nariz más allá de lo que le piden sus clientes, tendremos que seguir prestándole pluma y páginas. El tiempo dirá. Puedes comprar el libro en:
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