El paisaje, con su soledad, se presenta como un muro hostil. La soledad no sabe cómo estar sola. Su hambre es solo una ilusión, un hambre falsa. Carece de dignidad, empatía o apoyo en esa necesidad. Se manifiesta como una enfermedad que deshidrata la piel y se infiltra en las venas. Lo que realmente la atormenta no es el abandono, sino la certeza de que esa soledad la volverá loca. Pronto llega a la conclusión de que la noción del amor absoluto es una tontería infantil y que, al finalizar ese relato, inicia un proceso de venganza y transformación.
Dicen que los autores escriben de lo que conocen… ¿Cuánto cuesta meterse en la piel de una protagonista tan distinta a Maribel Medina?
Ese era el reto, el más difícil todavía; partir de la nada para que fuera todo, pero no de un modo impostado sino que fluyera de una manera natural. Crear una protagonista que representa todo lo que no entiendes, incluso detestas: una mujer que solo ve sentido a su vida si es validado por la mirada de un hombre, me desarma como persona porque no me interesa ese tipo de mujer. Esta novela me ha quitado años de escritura porque solo ha existido "Hambre" y no había lugar para nada más.
¿Ha llegado, de verdad, a entender a una protagonista con la que cuesta empatizar?
Sí, me ha costado cinco años. Pienso que las personas no nos levantamos un día y decidimos ser psicópatas o pasivas o religiosas. Detrás existe una razón. En el caso de Sylvie, ella procede de una familia patriarcal, muy religiosa, con un padre dominante y una madre sumisa. Si te crías en ese ambiente, o te sale el lado rebelde o acatas los mandamientos de la familia sin rechistar y normalizas esa enseñanza. Era lógico que Sylvie eligiera como pareja una persona con esos valores de dominación. Necesitaba una tutela masculina.
Las dos llegamos a un acuerdo; le di tiempo y espabiló.
Tardó años en desarrollar esta historia, ¿cuál fue el detonante que la impulsó a no dejar este libro y a acabarlo en unos meses?
La dignidad como escritora. Me parecía horrible no ser capaz de distanciarme, de ser tan estrecha de miras y no entender a esa mujer. Yo no hacía mas que discutir con Sylvie, intentar averiguar qué quería después de que su pareja la hubiera dejado con una nota en un anuncio de tractores. Trataba de convencerla para que viera una oportunidad de cambio, pero ella solo quería recuperar ese amor muerto o enamorase de cualquiera, como al final hace de Jon, el de los ojos como el mar de Francia. Vamos, que no me hacía ni caso. Entonces yo la metía en un cajón hasta el año siguiente. Pero el verano pasado sucedió; descubrí su final. Y todo cobró sentido, sabía hacia dónde se dirigía: a una historia de venganza y transformación.
La autora conoce muy bien el lugar en el que transcurre la trama. ¿Qué hace que alguien pueda sustraerse a tanta belleza?
Llevo 25 años en el valle de Baztán y conozco su lado cruel. En mi primera casa, que era muy vieja, en los días tan largos de invierno, cerrabas la puerta para que no entrara el viento y pronto descubrías que a la noche y al viento no se les dejaba fuera, se colaban por donde querían. Si a eso le sumábamos la humedad: la ropa nunca se secaba, las patatas y los ajos se pudrían. Como me calentaba con leña, por la mañana hacía un frío horrible y a veces la chimenea expulsaba humo (yo le llamaba la fumadora de puros) y toda tu ropa apestaba. Salías al prado y todo era barro y suciedad. Sylvie solo ve lo malo del lugar, su casa puede ser un hogar, pero para ella es una prisión y lo describe así: las ovejas y su mugre, las verduras podridas, las castañas que caen, mis botas embarradas, la ropa húmeda que no se seca, el miedo a la noche, la televisión y sus personajes felices, pero sobre todo, recuerdo la nota escrita debajo de una publicidad de tractores, esa puta nota sobre la mesa. Nadie volverá a dejarme. Me he amado y odiado, me he protegido y abandonado a mí misma, solo estoy yo. Solo. Sola.
La soledad, no elegida, la oscuridad, la alienación social, el frío… ¿qué papel juegan en el libro?
Murakami decía que la soledad no es solo la ausencia de personas, es la ausencia de propósito, la ausencia de significado. La verdadera soledad no es estar solo, sino sentirse solo en un mundo que no te hace feliz, sin sentido. Yo sabía el poder que el entorno podía causar en Sylvie porque es una soledad absoluta. Mi primer hogar fue una borda en medio de los prados delimitada por el bosque y una regata. El caserío más cercano estaba a dos kilómetros. Ese es el hogar de Sylvie. No quería inventar el espacio físico en el que se mueve. Ella descubre que la soledad no tiene testigos y que esa soledad la va a volver loca. Cuando vives en un lugar del que no puedes huir, no te queda otra cosa que mirarte a ti misma, gracias a ello, comenzar una historia de honestidad que es el principio del cambio.
El cambio comienza con el lenguaje
El hambre emocional impregna cada página, ¿en algún momento, la protagonista, llegará a saciarlo? ¿Conseguirá salir de ese pozo negro en el que se encuentra inmersa?
Ella dice en un momento: La noche es un muro hostil sobre el que me golpeo. Las hojas son negras al igual que el viento, negro el abismo más allá del porche, negro el futuro, negros mis pensamientos. No quiero estar sola.
Su hambre es de mentira. No hay dignidad en su hambre, ni empatía ni apoyo. Es una enfermedad que le seca la piel, penetra en sus venas y las convierte en hilos de lana por las que no corre nada. Los dos pilares sobre los que se sustentaba su vida: la religión y su hombre, desparecen y ella teme desaparecer.
El cambio comienza con el lenguaje, ya no tiene lugar el vamos, comemos, paseamos… El presente y singular se impone en su vida cotidiana. A ello se añade el que quiera trabajar de detective e investigue el caso de unas vacas degolladas. Eso le obliga a salir del pozo. Si añadimos que adopta un burro para poder ir al pueblo, tenemos una ventana por la que asomarse al futuro.
¿Realmente la venganza lleva a la paz? La manera de resarcirse es tan cruel…
En medio del bosque no existe una luz que matice la negrura. Esa falta de color aplasta la esperanza y hace que cualquier problema sea mayor. No tienes a nadie a quien contarle tus problemas, o que los refute o aligere, te vuelves asocial por supervivencia. Lo mismo pasa para la venganza, nadie la corrige. Ella ve lógico ser la causante del desastre. Desafía todo lo establecido, incluso lo intangible: Silbo e imito el sonido del viento. Sé que trae mala suerte desafiar a la tormenta y disfrazarse de viento. Y lo cierto que esa paz llega.
¿Cómo se logra la transición de mujer perro, a creer en los cuentos de hadas, a llevar las riendas de tu propia vida?
Sylvie cree en esa idea del amor absoluto, de tener alguien solo para ella, de acceder a un cuerpo sin permiso, de conocer una historia y compartir un lugar del que nadie la eche y al que siempre querer regresar, pero poco a poco descubre el engaño de los cuentos de Disney, entiende que es una ilusión infantil. Cuando apuestas todo al rojo y sale negro, y lo intentas otra vez con el mismo resultado, o entiendes que el problema es tuyo y debes cambiar o sigues con esa apuesta de infelicidad. Ella pone punto final con el colorín colorado ese cuento se ha acabado y busca el cambio, dominar al otro, comprar el amor, mediante el sexo.
Las emociones humanas son siempre hermosas
Las emociones negativas rigen la vida de la protagonista: venganza, tristeza, miedo, ira, soledad, desesperación, indiferencia, apatía… ¿Cómo ha sido capaz de construir relatos tan hermosos con todo esto como fondo?
Todo lo que comentas son emociones humanas, por lo tanto, hermosas. No encuentro nada conmovedor en un robot, pero una protagonista conflictiva, al borde de la locura, que lejos de hundirse busca redimirse de sí misma, es una semilla creativa sublime. Utilicé la primera persona para que fuera más cercana y la prosa poética como una manera nueva de hacer novela negra. Quería que la novela creara un ambiente cerrado, como de cueva, que el lector (mejor la lectora) sintiera el suspense de la narración.
En el trasfondo de la historia subyace el terrorismo, las drogas, la religión… ¿Cómo afecta esto a la protagonista tan inmersa en su propio dolor?
El inicio de los años 90 fue una época desoladora; el terrorismo de ETA, el paro, la homofobia, las drogas -sobre todo la heroína-, la religión católica, la reconversión industrial, el machismo... Todo se agudizaba en un entorno rural tan aislado físicamente como el valle de Baztán. Porque para acceder a él, tenías que pasar el puerto de Belate y esto creaba un ecosistema propio, un territorio de soledad que te ahogaba. Sylvie permanece ajena a esta sociedad porque su vida lo ocupa la religión y su hombre y cuando estos dos pilares desaparecen, lo único que hace el entorno es hundirla más. No solo no entiende el lugar donde vive sino que ese lugar le expulsa por ser una extraña. Eso hace que su venganza se magnifique.
¿Nadie salva a nadie? ¿Menos, un hombre? ¿Es la gran revelación que tiene la protagonista?
Tuve muchas dudas sobre el desarrollo del personaje de Sylvie. No tenía claro qué hacer con ella. Al principio ella es una mujer joven muy católica, temerosa y sumisa hacia su pareja. La historia podía haberme conducido a una novela Walden, que ella hubiera amado su casa, su soledad y aprovechar la naturaleza para hacerla su aliada, pero lo que ella me fue mostrando es que el aislamiento y la soledad estaba formando un agujero negro en su interior y que su hambre se alimentaba de la luz de los demás. Cuando deja de creer en los cuentos de princesas que han escrito otros y entiende que puede escribir su propio cuento, comienza su verdadera historia. Sylvie es un animal herido con dos opciones: morir o matar. En su historia elige las dos. La historia de Sylvie podía ser una novela romántica donde un hombre apuesto la salva de un destino cruel. Y lo cierto es que ella también lo quiere y espera. Pero pronto entiende que su futuro no le depara bonitas puestas de sol mientras camina de la mano de su hombre soñado, entiende que puede caminar sola, no rendir cuentas por nada y por primera vez en su vida, ser libre. En vez de creer en Dios, cree en ella y se convierte en diosa. Crea un mundo a su semejanza, arrasando con todo.
Para superar el abandono, ¿es necesario detonar una bomba de consecuencias impredecibles?
Sylvie habita en una soledad múltiple que no ha elegido: el bosque, ser mujer, el valle, ser la única habitante de esa casa. El entorno es un pozo de donde no es capaz de salir, algo cerrado y hostil que le conduce al desastre. Necesita destruir para crear. En un momento dado dice: soy un desastre, como los huracanes o los terremotos. Ella intenta ser buena, seguir las normas establecidas, pero entiende que no hay marcha atrás. Incluso enamorarse otra vez no es suficiente, ya no se conforma: Odio sus caricias de hojaldre. Ligeras, hechas de lascas de aire. Sueño con sus manos después del trabajo, dedos de sudor que se hunden en mi carne y dejan pozos de tierra. Necesito uñas, dientes, barbilla que are la piel y la deje lista para sembrar.
¿Qué mensaje quiere mandar a sus lectores?
Es interesante crear personajes, sobre todo mujeres, que no sean estereotipos: ama de casa, amante del hogar, cocinera, buena madre, y desarrollar novelas de intriga en las que el lector crea que todo es posible, que la protagonista es capaz de todo. Por supuesto de sorprender, porque tiene varios giros inesperados.
Lo que más le gusta de su personaje es…
El viaje emocional. A veces empatizas con ella, la quieres, te preocupas, otras, te horroriza, no la entiendes. Me gusta que no sea un personaje plano, sin matices. Ella pasa de la emoción a la indiferencia: Mi aliento, al igual que el sonido de mi voz, es frío, brota de un cuerpo abandonado, de una casa hace tiempo cerrada. Y ello le conduce a la venganza.
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