Es columnista en la revista trimestral Intercambios USA y publica traducciones de poesía siria moderna en la revista Círculo de Poesía (México). Ha colaborado en entrevistas con medios como Awrak, Banipal entre otros.
Es miembro de la Asociación Estadounidense de Traductores (ATA), de la sociedad de honor Phi Theta Kappa (PTK) y de la Syrian Writers Association.
Traducciones publicadas:
- Charlas anunciadas, 2018
- Las mutaciones, 2020 (Jorge Comensal)
- Una carta a Stalin, 2021 (Fernando Arrabal)
- Malak Al-Jalil (Dulce compañía), 2022 (Laura Restrepo)
- Apología y rechazos, 2024 (Ernesto Sábato)
- El escándalo del siglo, 2025 (Gabriel García Márquez)
Colonia del castigo
Tuve que marcharme.
¿Y cómo se marcha una mujer árabe
de la tierra del dolor
a la tierra del luto,
sin que la quiebre la herencia del desierto?
Anaco, Venezuela, 2011
La hora de la libertad
He defendido el honor de mi tribu
durante toda la vida,
y, cuando sonó la hora de la libertad,
el tiempo se detuvo de repente
y el mundo se volcó:
me convertí en exiliada.
Anaco, Venezuela, 2015
Amor en Oriente
Estabas ahí.
A los diecisiete años, no te comprendía bien.
En aquel lugar, yo te entregaba mi corazón,
lo arrojaba en tus manos y huía:
aquel bebé dolido de nuestras almas,
que nació callado del desborde del deseo,
como aquellos nacidos en prisión,
no abrió los ojos
porque ya había muerto.
Nos asombra la idea de que aún estemos vivos.
Caracas, Venezuela, 2015
El silencio
Yo, la que nadie salvó,
caminé detrás de mi propio cadáver
como caminan las mujeres en los funerales.
Gritaba por dentro y nadie me oía.
Escribo porque el silencio
es lo último que me queda del lenguaje.
Venezuela 2015
La renuncia
Soy la soltera que conoció la muerte
en una pequeña habitación sin espejos.
Renuncié a la idea de la “pertenencia”
y volví a escribirme
tal como soy:
mitad nube, mitad fuego,
plenamente mujer.
Lechería, Venezuela 2016
Amor
En el amor, yo era el túnel,
y todos pasaban por mí para salvarse.
Cada uno que me dijo “te amo”
buscaba una salida,
y quien no lo dijo
me miraba arder
hasta que me convertía en luz.
Rochester, Nueva york 2020
Confesión
Pobre de mi amor
Fue asesinado por la bala de la confesión dos veces:
una, cuando no lo alcanzó,
y otra, cuando lo hizo
después de la muerte.
Rochester, Nueva York, 2021
Festival de Jazz
Comenzó el Festival de Jazz a orillas del lago Ontario:
—¿Cómo te llamas?
me preguntó el saxofonista.
No respondí.
Ese día estaba muda,
y mi corazón, como aquella roca,
ardía una y otra vez,
mientras la barca de pesca, tan solitaria como él, yacía en la orilla.
Ontario Park, Rochester, Nueva York, 2023
Brasas del deseo
Escribí los nombres de las víctimas:
Eman, Silvia, Nayyira, Raneen, Diyaa, Lubna...
y Sarah, la británica.
Volví a leer sus nombres
y olvidé decir que el cuerpo fue la causa de todo aquello.
Es la brasa de las revoluciones, del deseo,
y también de la historia del infanticidio femenino
Texas, Houston, 2023
Mi mano, y lo que queda
Agito la mano a quienes no conozco,
y ellos saben todo sobre mí.
Agito la mano al idioma inglés, que me ha agotado
mientras intenta tomar su lugar en mi ser.
Agito la mano a las leyes de Trump, que nos acechan
y dictan sus sentencias sin piedad.
Agito la mano a los hombres que envían “¿cómo estás?”
justo después de agregarme.
Y a quienes envían flores y odas poéticas
(no exagero, son verdaderas odas colgantes).
Agito la mano a quienes comparten mi foto,
y ni siquiera yo sé quiénes son.
Agito la mano a los que me envían sus libros
y se quejan de que no los leo,
sin saber la larga lista de lecturas que debo cumplir.
Agito la mano a la señora Reyes,
que sigue mi progreso académico
y envía sus informes mensuales.
Agito la mano a la nieve que enterró
todo el barrio Monroe
y no nos dejó ni una chispa de energía para sobrevivir.
Agito la mano a la verdad que se desvaneció
en el camino hacia el espejismo,
y que todos siguieron.
Agito la mano a mis mil mujeres,
las que me agotaron.
Agito la mano al silencio tras cada encuentro,
y le prometo que será el último.
Agito la mano a los lejanos y cercanos,
y les agradezco tanto por quedarse como por irse.
Agito la mano con toda la alegría que me queda
frente a la tormenta,
y hago lo que dijo alguna vez Martin Luther King: “Corro cuando no puedo volar,
camino cuando no puedo correr,
y me arrástro cuando caminar ya no sea posible.
Pero pase lo que pase, nunca me detengo”.
Ciudad de Nueva York, 2024
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