- Recientemente me acaban de incorporar a un Club selecto y distinguido, cuyo nombre no te puedo decir porque es muy secreto, al que tengo que hacer una proposición decente. Hay que incorporar el servicio de espionaje como una prestación más de la Inseguridad Asocial, Vani.
- Puri, cómo desbarras después del verano. Si conseguir que te metan mano en el quirófano tarda meses, imagínate si ampliaran los servicios penitenciarios, perdón, quise decir asistenciarios.
- A ver colega, si tenemos cubierta la asistencia médica, salud, enfermedades, maternidad, retiro y vejez, la provisión de pensiones de jubilación, el seguro de incapacidad, las pensiones de viudez y orfandad, los cuidados médicos, el seguro de desempleo, y otros igualmente necesarios a través de las distintas comunidades autónomas, abogo por un cuidado integral que contribuya a sanar de manera eficaz tanto el cuerpo como el alma.
- Para el cuerpo ya contamos con muchos galenos, y para el alma también hay una amplia red de psicólogos dependiendo de ambos estamentos y otros organismos del Ministerio de Desigualdad, colega.
- Sí, tía, pero actúan cuando alguien ya está jodido y casi incapacitado para seguir su vida con normalidad; cuando el sufrimiento produce tal malestar psicológico que se manifiesta a través de síntomas físicos, es decir, somatizaciones, ¿por qué no actuar antes? Es más dura la incertidumbre que la certeza. Saber te permite tomar decisiones. Y ahí entra mi teoría de que los espías podrían tener un papel relevante en la salud.
- Pues no lo veo Puri. De momento a quién más ayudan es a los seguros cuando descubren que uno se las da de cojo y va al baile a marcarse una bachata sin bastón. O cuando un asegurado quiere que le arreglen los desconchones del buggy y lo cazan abollando la puerta adrede con el botellín con alevosía y nocturnidad.
- ¿Lo ves, pequeño saltamontes? Los espías dan certezas. ¿Qué ocurre cuando crees que tu hijo va en malas compañías que le están alejando de los estudios y animando a consumir lo que no debe?
- Pues que le acabas pillando sisándote del monedero de la compra y que te despierta a las 5 de la mañana dando bandazos por la casa de la cogorza que trae, un suponer.
- ¿Y qué ocurre cuando percibes que tu conyugue anda descarriado o te la está pegando con otra/otro/otre porque te mira como si fueras el enemigo y sólo te gruñe?
- Pues que lo espero cuando abre la puerta del hogar y le doy con la sartén de la paella, o con el rodillo de las empanadillas mismamente, Puri.
- A eso voy, tía. Necesitamos la certeza que solo nos puede dar un buen espía antes de empezar con la violencia doméstica que nos puede llevar a la trena, aunque el susodicho solo acabe con un chichón. Se trata de prevenir en vez de curar. ¡Servicio de espías bien entrenados en la Seguridad Social! Según comentó un investigador a la revista GQ, el 85% de las sospechas de infidelidad son reales, joder.
- Yo creo que antes de dejar sin blanca al erario público con nuevas cargas, debiéramos contar con l@s influencers y fans, que se pintan solos para desenmascarar hechos sangrantes, como el de Piqué, Adam Levine, Kristen Stewart, Tristan Thompson, Ashton Kutcher o el mismo Hugh Grant, que el torpe se dejó pillar por la poli en Los Ángeles cuando estaba en pleno tema con una que, además, cobraba. Las casualidades también ayudan, como ocurrió en el concierto de Coldplay, tía, cuando la pantalla gigante puso en evidencia a Andy Byron, CEO de Astronomer, y a Kristin Cabot, directora de Recursos Humanos de la misma empresa, mostrándolos agarraditos, estando ambos casados con otros.
- No me saques de mis casillas, Vani, que no estamos hablando de Hollywood ni de complot internacionales a gran escala. Hablamos de ti@s anodinos a los que les duelen las muelas, se tiran pedos, son fe@s, tripon@s e infelices en su trabajo. Es decir, gente corriente como nosotras que están jodiendo a la pareja que les aguantó años, a la chita callando y gastándose los ahorros con otr@ que no es l@ parient@.
- Visto así, tal vez nosotras podríamos entrar en el negocio y encontrar emolumentos extras si nos compramos este invierno una gabardina larga, gafas negras, una buena lupa y colocamos una cámara en el mechero. Tía, si nos contrata el MI5 o el MI6, ¡nos forramos con lo listas que somos!
- Claro, colega, tú vas de Mata Hari, con es pinta de bailarina y cortesana que tienes, además, de holandesa, y yo de Richard Sorge, el espía soviético más importante de la Segunda Guerra Mundial; o mejor de Joan Pujol (Garbo), que me queda más cercano y era agente doble y español, y su papel fue clave para el desembarco de Normandía. Y ni nos huelen… Como esos quedan pocos. Los tiempos han cambiado, colega, y las nuevas tecnologías arrasan en los servicios de inteligencia. No piquemos tan alto; nos falta nivel.
- Pues algo hay que hacer para ayudar a las personas que no pueden pagar un cardiólogo privado que les arregle el corazón, reservar el ala entera de un hospital judío para que dé a luz su mujer, un colegio elitista y privado para sus hijos, un espía que pille in franganti a los traidores…
- Eso, eso, tía, lo pagamos entre todos porque, a la larga, sale más barato un buen investigador que un estafador. Pido que haya un servicio de espías en la Seguridad Social. ¡Ahí lo dejo!
- ¡Cien por cien, tía! ¡Cien por cien!