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Raúl Peña
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Entrevista a Raúl Peña, autor de “Espejismo solar”

"La conquista de Granada fue un el choque de dos fundamentalismos, cuyos ecos aún resuenan dramáticamente en la actualidad"

Por Javier Velasco Oliaga
viernes 16 de enero de 2015, 08:51h

El escritor y cineasta Raúl Peña acaba de publicar su libro de viajes “Espejismo solar”, con la que finaliza su trilogía solar sobre diversos viajes que ha realizado a lo largo del mundo, todos con una característica importante, el sol como leit motiv de los mismos. América y África han sido sus destinos, desde el océano hasta el desierto, desde las pirámides a los rincones más recónditos de las poblaciones más remotas.
Raúl Peña
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En Espejismo solar sigue las huellas de Yuder Pachá, el morisco que conquistó Tombuctú. Con su pluma ágil, la cercanía con el lector es su principal virtud. Raúl Peña nos cuenta la historia de este legendario personaje que desde una aldea andaluza llega a conquistar la mítica ciudad de Tombuctú. En la entrevista nos explica todas las vicisitudes que ha pasado para escribir el libro.

Primeramente, explíquenos, por favor, quién fue Yuder Pacha, el protagonista de su libro.
Fue un niño morisco raptado en Cuevas del Almanzora por piratas de Berbería, allá en 1573, y posteriormente convertido en eunuco para que sirviese en el harén del sultán de Marrakech. Allí hizo amistad con los príncipes, llegando a convertirse en un importante caíd, hasta el punto de que el sultán Al-Mansur le encomendó cruzar el Sahara al frente de un ejército de 6.000 hombres, para que conquistase el Imperio Negro del Songhay. A partir de esta historia yo decido seguir las huellas de Yuder desde tierras de Almería hasta la mítica Tombuctú, donde el morisco andaluz gobernó como Pachá, y sus soldados dieron lugar a una nueva estirpe: los arma.

Y para tener claro el contexto histórico, ¿quiénes fueron los moriscos?
Con esta connotación despectiva se empezó a llamar “moriscos” a todos los musulmanes que permanecieron en el reino de Granada, tras su conquista por Isabel y Fernando. En una difícil convivencia e imposible asimilación, permanecieron así durante más de un siglo, hasta que en 1609 se decidió su definitiva expulsión. La primera parte de mi libro, que titulo “Remembranza de Al-Ándalus”, se zambulle en ese conflictivo periodo, en la represión de que fueron objeto los moriscos, en sus cabecillas y reyes como Aben Humeya, y en la sangrienta Guerra de Las Alpujarras…

¿Por qué le llamó la atención un personaje tan desconocido actualmente?
Precisamente por eso. Sus circunstancias convierten a Yuder en un personaje literario absolutamente singular, del que ya dio noticia Ortega y Gasset en 1920… Pero sobre todo porque su gesta me permite viajar por el tiempo, describir las intrigas políticas de los exiliados moriscos en la corte de Marrakech, la conquista de la Curva del Níger por un ejército de escopeteros andalusíes, y mil historias más: desde los Libros Plúmbeos del Sacro Monte hasta las bibliotecas de manuscritos perdidas en el desierto y rescatadas del vandalismo integrista por Ismael Diadié. .

Comienza el libro con la historia de las bombas de hidrógeno que cayeron en el año 1966 sobre Palomares. ¿Por qué lo ha incluido?
Aquel fue un accidente dramático de gran significado político, que, precisamente, sucedió en las mismas aguas por las que llegaron los piratas que raptaron a Yuder. Ello es motivo suficiente. Además, en este libro cada vez me he sentido más libre para enriquecer la narración con lo que estimo oportuno. .

¿Cree usted que fueron cinco, en vez de cuatro, las bombas que cayeron?
Ese muy dudoso dato lo tomé de un periodista de la época, y apenas lo uso para acentuar el dramatismo del hecho. Pero no creo que hoy sea de importancia.

Usted emplea muchos años para documentarse pero, a parte del tiempo en la preparación del proceso documental, ¿cuántos viajes a África ha realizado para escribir el libro?
Espejismo solar” cuenta un único viaje real, desde la antigua Al-Ándalus y por el actual Marruecos (Tánger, Marrakech, Ouarzazat y Zagora), hasta las primeras dunas del Sahara. Juego mucho con la recreación literaria a partir de datos históricos concretos, como sucede en el caso de la batalla de Alcazarquivir. También cuento otros viajes y anteriores y aventuras vividas por mí, como un viaje a Ketama en el que acompañé a unos hippys para comprar hachís, y al pasar por Rabat ilustro sobre la República Pirata de Salé, fundada por moriscos extremeños. Pero como la rebelión de los tuareg y de islamistas de Al-Qaeda me impidió viajar a Malí, trasueño las orillas del Níger y la mítica Tombuctú hasta convertirlos en ese “espejismo” que da título al libro. ¡Pero, por favor, no destripemos el final!

¿Qué lo que más le gusta del continente negro?
En el África subsahariana, mucho antes de la conquista de Yuder, existieron tres grandes y deslumbrantes Imperios: el de Ghana, el de Malí y el Songhay. En todos ellos bulle un magma de insólitos personajes y fantásticas leyendas que se van desgranando a lo largo del relato. Son tantos y tan originales esos personajes históricos, que ahora sería imposible describirlos.

¿Se considera un viajero como los del siglo XIX?
En modo alguno. Los exploradores John Ledyard, Mungo Park, Henri Nichols, o Alexander Gordon Laing (cuyas aventuras pormenorizo en el Epílogo) murieron en el intento de recorrer el Níger y llegar a la ciudad santa de Tombuctú. A mí pueden apasionarme el riesgo y las aventuras, pero mi fin prioritario es escribir un libro que enganche al lector y haga reflexionar. En suma, hacer literatura, y no morir en el intento.

En España ha habido pocos viajeros. Si quitamos a Alí Bey en el pasado, o a Javier Reverte en la actualidad, en España parece que gusta poco viajar. ¿Es así?
Reverte es un escritor y viajero de verdad. Pero no olvidemos que Alí Bey, o Domingo Badía, pues tal era su nombre, fue un espía enviado por Godoy al mundo árabe. En cuanto a la abundancia de escritores y viajeros ingleses, franceses y alemanes, cabría decir que en el siglo XIX sus respectivos Imperios coloniales llegaron a un punto de inflexión que habría de abocarles a la Gran Guerra. Así lo observo en mi libro. Se habían repartido África con tiralíneas, y a España le dejaron las migajas.

¿Qué significaron las revueltas moriscas de Granada?
Se trata de un asunto de suma trascendencia, al que siempre me refiero por boca de historiadores coetáneos (Mármol Carvajal y Hurtado de Mendoza, entre otros). Los Reyes Católicos ofrecieron a Boabdil unas condiciones de rendición que más tarde incumplieron, incluso mediante intrigas y coacciones para que Boabdil les vendiese las Alpujarras y emigrara a Berbería. Lo cual significó el principio de un siglo de intolerancia y persecución, de falsa religiosidad musulmana y fingimiento o taqiya, que abocaría en una cruenta revuelta y en la definitiva expulsión de todos los musulmanes. Aquel fue un el choque de dos fundamentalismos, cuyos ecos aún resuenan dramáticamente en la actualidad. Por eso, cuando contemplo en el Albaicín la mezquita construida en el 2003, me gusta considerarla como una restitución a los moriscos.

¿Se portaron mal los reyes españoles con los moriscos que se quedaron en España?
Se portaron como se portaron. Yo intento explicar la historia con datos y hechos concretos, no con ideologías, pues no quiero convertirme en juez de nadie. Ni me siento en posesión de la verdad, ni creo que nadie la tenga. Cuando escribí “Sacrifio solar”, mi libro sobre Mesoamérica, ya tuve que enfrentarme a los desmanes de la Conquista, al salvaje primitivismo de mayas y aztecas, y a la Leyenda Negra española… Con los moriscos se produjo un fenómeno de asimilación religiosa similar a la de los indígenas: ambos fueron obligados a profesar el cristianismo, y ambos igualmente fingían y seguían practicando sus rituales a escondidas del clero y de la Inquisición. De cualquier manera, juzgar la historia de hace quinientos años a la luz de las actuales ideologías, lo considero el mayor de los anacronismos.

En su periplo por África se detiene en el Tánger de Paul Bowles y su esposa. ¿Qué le atrajo de esa ciudad? ¿Es la ciudad más europea y española de Marruecos?
Cuando pasé por Tánger no pude por menos que reconstruir el pasado de la ciudad, en concreto aquellos años de su Estatuto de Autonomía que la hicieron famosa como una Babilonia del siglo XX. Entre aquel maremagno de millonarios, aventureros, espías, prostitutas y escritores, me sentí especialmente atraído por el matrimonio Bowles y su grupo de amigos, Truman Capote, Gore Vidal, Tennessee Williams, Allen Ginsberg, Willian Borroughs… He de confesar que la obra literaria de Bowles no me interesa demasiado; pero su vida en Tánger junto a una mujer tan conflictiva como Jane (lesbiana militante que se enamoró locamente de una campesina musulmana que llegó a tiranizarla), es una historia apasionante que exigía protagonismo.

¿Qué ciudades le gustaron más en su viaje?
Podría decirle que Marrakech, quizá porque siendo joven me tomé un LSD al descubrir la plaza de Yemaa El-Fna. Aquella fue una experiencia de las que marcan, que también cuento en el libro.

Si tuviese que escoger una estampa de su recorrido, ¿cuál elegiría?
Posiblemente los doscientos cincuenta kilómetros del valle del Draa, las fortificadas kasbahs y los palmerales que Yuder atravesó con su ejército camino del desierto, mientras se proveía de dátiles.

¿Qué le atrae del desierto?
El libro arranca con la siguiente cita: “El camino del río de la vida está escrito en las arenas del desierto”, del Cuento sufí de las arenas. En otro momento es el propio sultán Al-Mansur quien, para alardear de la campaña que ha emprendido, escribe a sus notables: “En el Sahara no hay ni árboles ni agua, ni otro horizonte que el espejismo que vela los ojos y acelera la muerte”. Pero, naturalmente, prefiero con la descripción que uso en cierto momento, mientras contemplo el amanecer sobre una duna: “ese océano de arena al que desde hace milenios han acudido profetas y visionarios para enfebrecerse, sufrir tránsitos y tener revelaciones”.

¿Llevaría al cine su libro?
Reconozco que el libro está lleno de aventuras, intrigas, leyendas y batallas… Pero no: a pesar de mi experiencia como director de cine, todos mis libros pretenden ser una reflexión sobre el imaginario colectivo; han sido concebidos para el lenguaje de las palabras, y con una estructura fundamentalmente literaria.

¿Con "Espejismo solar" concluye su trilogía de viajes solares o tiene preparada una nueva aventura?
He de confesar que esta última experiencia ha resultado agotadora, pues yo no he dominado los sucesos que cuento, sino que me he plegado a esa vorágine de sucesos alrededor de la memoria de Yuder y de la guerra de Malí, para sacar lo mejor de cada una de las historias… Por ello ahora pienso en algo menos movido, aunque no menos inquietante: recuperar un viejo libro de memorias de juventud. Le aseguro que si viajo a China en los próximos meses, lo haré exclusivamente como turista.

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