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Firma invitada

15/06/2021@02:00:00
El presidente americano está de gira por Europa. Quiere liderar las democracias del mundo porque no se fía un pelo de China. Como de momento, y si Mohamed VI no lo impide, España está en Europa, se admiten apuestas sobre si Joe Biden se entrevistará con Pedro Sánchez.

Aunque se haya cumplido un par de domingos desde que en el programa de la 2, de RTVE, “Imprescindibles”, emitieron el documental biográfico Descubriendo a José Padilla (2021), de Susana Guardiola y de mi amiga Marta Figueras, todavía me divierte la sospecha de que este personaje, contra la abrumadora cotidianidad de sus melodías, resultó un auténtico descubrimiento para la mayoría de quienes, con toda intención o por mera casualidad, se entretuvieron ante este benemérito film. Porque hoy, cuando se presume en cualquier bar, con esa bochornosa sentenciosidad que imprime el exceso del alcohol a las tantas de la madrugada, de conocer las intimidades más escabrosas de este o de aquel rockero o sobre cómo, dónde y por qué se grabó un celebérrimo long play, muy pocos —acaso solo los músicos de orquesta, o los de los conjuntos de baile o, por supuesto, los de las muy populares bandas de nuestro país— recuerdan quién fue José Padilla.

“Solo existe un sexo. Un hombre y una mujer son tan completamente lo mismo que apenas puede entenderse la cantidad de diferencias y razonamientos sutiles de los que en esta materia se nutren las sociedades” es una frase de la escritora George Sand (en realidad, Aurora Dupin) que Flaubert recibió en una larga misiva. Le encantaba cartearse con ella. Le parecía una mujer asombrosa, dueña de una existencia tan literaria e inédita, como llena de literatura.

José Ortega y Gasset era conocido con el sobrenombre de "El americano", estudió bachillerato en el malagueño colegio de San Estanislao de Kostka en la barriada de El Palo. Su discípula veleña María Zambrano también formó parte del nutrido grupo de españoles que dejaron huella con sus
andanzas por tierras americanas. Y solo cito un par de ejemplos de hijos de Málaga, pero vaya par de ejemplos.

No todas las novelas que contienen una historia de amor son novelas románticas.Un ejemplo: Drácula de Bram Stoker. ¿Hay una historia de amor? Sí, la del conde Drácula y Mina. Todas sus páginas están escritas con la idea de demostrar que el amor verdadero va más allá de la muerte, la trasciende. ¿Es una novela romántica? No.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Pocos y controvertidos son los documentos que se conservan de la vida de la actriz y muchos se han reconstruido a partir de las comedias de santos, tan prolíficas en el siglo de Oro. Su vida cruzó los límites de la realidad y se hizo teatro, comedia musical y texto literario.

Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

La nueva perla documental, dejada en tintero por los biógrafos cervantinos en los últimos 131 años, fue redescubierta por el benemérito profesor Jorge Alberto Jordán Fernández, doctor por la Universidad de Sevilla, cuya trascripción fue efectuada de una forma correcta y completa por el documentalista Javier Serrano Pinteño, y por primera vez se dará a la estampa en mi «Vida de Miguel de Cervantes Saavedra».

PLAZA GUIPÚZCOA

Solo nos faltaba lo de Marruecos. No tenemos bastante con la política de andar por casa y tenemos que licenciarnos en derecho internacional. La ministra González Laya está indignada. Ella es una mujer tranquila y cachazuda y no ha venido pa´llevarse estos soponcios.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Desde que comenzó la pandemia, nos hemos tenido que acostumbrar a nuevas formas de relacionarnos. Lo bueno es que nos hemos globalizado y se nos ha dado la oportunidad de relacionarnos con personas de todo el mundo. En mi caso, ha sido el escritor, poeta y articulista internacional nicaragüense Carlos Javier Jarquín, quién me ha dado ese empujoncito que me faltaba, ya que, en menos de un mes, me ha invitado a tres eventos literarios con distinguidos escritores y poetas de distintos países.

En su salón, famoso por las tertulias hasta altas horas de la noche, se reunían los principales intelectuales y artistas de la época. Domina una brillante oratoria y posee una importante y prolija producción epistolar: Cher Voltaire, Lettres inédites de Madame du Deffand à sa famille, D'Eros à Agape où les correspondances de Mme du Deffand avec Horace Walpole.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Llevo una semana en Barcelona. Necesitaba achicharrarme al sol. Siempre busco el sol, el vellocino de oro de los Argonautas. Vuelvo a Barcelona porque está en el Mediterráneo, como dice Serrat. Y porque me pilla más a mano que Ceuta o Melilla. Allí tampoco está el horno para bollos, pero no sé si prefiero el carajal marroquí o el pifostio catalán.

“El lenguaje es un leve puente de sonidos que el hombre echa por el aire para pasar de su orilla de individuo irreductible a la otra orilla del semejante, para transitar de su soledad a la compañía”, escribió el poeta y ensayista Pedro Salinas. Uno de los hombres que construyó más fraternales puentes de sonidos a un lado y otro del Atlántico fue el rapsoda José González Marín (1889-1956), declamando y encarnando la poesía de autores como Rubén Darío, Salvador Rueda, Antonio y Manuel Machado, Lorca, Alberti, Nicolás Guillén…

Cuando lean estas líneas, seguramente se estará conmemorando el luctuoso centenario de la matanza de Tulsa, mencionada a menudo desde el crudelísimo asesinato de George Floyd, el año pasado, en Mineápolis, o quizás ustedes acaben de ojear en su periódico de cabecera que también se cumple idéntica efeméride del nacimiento de Alida Valli, aquella actriz que dejó con un palmo de narices a Joseph Cotten, en la alameda central del cementerio de Viena. Y mientras sopesaba si decantarme por uno u otro señalado cumpleaños o tal vez buscar un tercer asunto más literario como argumento para este par de páginas, supe que el próximo diez de junio se estrenará comercialmente Fellinopolis. Ya no me cupieron dudas: ante el prodigioso Federico Fellini, todo lo demás, por muy respetable que sea eso de exhibir un siglo a cuestas, se me antojaba secundario.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Florencia Pinar se salvó del seudónimo, y sin pelos en la lengua firmó tal cual, con su nombre y su apellido. Cantó al amor más femenino en una época convulsa llena de contrastes y sospechas.

Retomo la lectura de la obra poética de Pilar Quirosa con el libro “Et signa erunt”, que en su traducción viene a decir algo así como “Y las señales son”, publicado por el Ayuntamiento de Málaga en su, desgraciadamente desaparecida, colección “Ancha del Carmen”, título tomado en recuerdo de uno de los lugares más castizos o emblemáticos de dicha ciudad.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.