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Firma invitada

20/04/2020@19:20:00

No sé cómo ha llegado hasta mis manos, pero incluso lo estoy ojeando. Es el best seller de pseudo física cuántica más famoso de Deepak Chopra “Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”. ¡Qué miedo, colega, Vade Retro! Dicen que es un fenómeno paranormal que también les ocurría a los místicos del Siglo de Oro, nada por aquí, nada por allá y de pronto aparecía un libro o un manuscrito entre sus dedos. O en un lugar inverosímil de su celda, o más difícil todavía, en la cocina, entre los pucheros como a Teresa de Jesús. Ellos tenían la coartada de la “divinidad”, podían explicar con total aplomo que un santo cualquiera, al azar, del extensísimo santoral judeocatólico era el artífice de tal prodigio.

Cuantos más días se suceden bajo este confinamiento, con la muerte acechando más allá de la hermética puerta de nuestras casas, más me invade el presentimiento de que nos vamos convirtiendo todos poco a poco en el teniente Drogo de El desierto de los tártaros (1940), y temo que como aquel legendario personaje acabaremos finalmente mostrándonos esquivos a nuestro retorno a esa ahora ansiada normalidad, porque nos amedrentará lo que nos espere.

No creas que me pillas en un mal momento, llevo cabreada desde hace un mes que estoy metida en casa. Pero es una percepción dual, porque al mismo tiempo me siento poseída por una extraña lucidez. Es en el infortunio cuando el ser humano despierta, reacciona, reflexiona y comprende que el mundo es una mierda, que las cosas siempre son peor de lo que te han contado y de lo que imaginabas.

No sé si el sinvergüenza nace o se hace, lo que sí sé es que conoce las debilidades del prójimo y se entrena para aprovecharlas.

Mi infancia fueron las historias de mi abuelo, y mis amigos los libros

Hablar de María Luisa Bombal es hablar de mi amigo el televisor al que le huido por años. Una tarde de octubre, mi amigo lejano el televisor se había posesionado de mi mente al escuchar la voz de aquel hombre, que por osadía se había atrevido a invadir la casa del gran Neruda con la intención de que este leyera su primera obra. Sí, Antonio Skármeta y su Cartero de Neruda esa tarde desde una torre papel me presentaron a María Luisa Bombal. Escritora por naturaleza, esa abeja de fuego que bautizo Neruda, la niña que odiaba la niebla, la amiga de Borges y Macedonio Fernández. La alcohólica a la que se le extinguió su vida esperando el premio nacional de literatura chilena.

Una editorial independiente es aquella que cuenta con un criterio propio al margen de los establecidos por el gran público. No hay un número exacto de editoriales independientes en España, probablemente más de cien de distintos tamaños, en número de títulos publicados y de editores trabajando en ellas.

María Lejárraga nació en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España) en 1874 y murió en el exilio, Buenos Aires, en 1974. Escritora, firmando como María Martínez Sierra el apellido de su marido Gregorio y diputada por partido socialista en Granada en 1933.

Hernando Colón podía haber pasado a la historia por ser el hijo del descubridor de América, pero decidió intentar emular los logros de su padre con la creación de una biblioteca infinita. Con la intención de reunir en ella todos los libros que se imprimieran en el mundo, llegó a tener unos 20.000 ejemplares. Esta biblioteca es la Colombina, está situada en Sevilla y es uno de los principales escenarios de mi novela “El mercader de Libros” (Ediciones B). Cuya trama principal es la revolución que provocó la difusión de los libros impresos.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Aquí se escuchan tus ecos perdidos, tu sinfonía en el estupor cotidiano, tus pasos hacia el comienzo de las cosas.

El amante se convierte en alimento del Amado; no es Amado quien constituye el alimento del amante, pues el Amado no puede estar contenido en la capacidad del amante. La mariposa que se ha convertido en amante de la llama, tiene por alimento, mientras se mantiene distante, la luz de la Aurora... Cuando llega allí no es la mariposa la que progresa hacia la llama sino que es la llama la que progresa en ella... Y ahí hay un gran misterio. Por un instante fugitivo ella se convierte en su propio Amado (puesto que ella es la llama) Y ésa es su percepción.

Ahmad Gazali (1126)

Aunque no lo parezca, el pavor metafísico que experimentábamos durante aquellas noches de difuntos de tiempo atrás, cuando veíamos surgir por la espalda de Don Juan Tenorio al espectro del Comendador, tiene mucho en común con todo lo que fantaseamos –y fantasearemos, una vez que la pesadilla quede atrás- a cuenta de la pandemia del Covid-19.

Mi amigo Federico, tanto por vencer al anonadador tedio en que ha sumido al paisanaje el confinamiento general como para protegerse de las aciagas noticias tras un ejercicio de erudición —una de las más saludables y baratas vacunas de que disponemos los hombres: la consolación por el conocimiento—, se ha dado a documentarse sobre las plagas que han estragado la Historia.

Los ojos son unos ilusionados embusteros (R. Del Valle-Inclán)

Mi amigo Máximo Estrella es un “enfermo de literatura” y un obseso de Valle-Inclán. También es un andaluz hiperbólico, y como tal, asegura que llegará el día no lejano en que leerá un único libro durante el resto de su vida, y que será Luces de Bohemia, drama escrito por Ramón del Valle Inclán en honor de Alejandro Sawa, un poeta de odas y madrigales que murió en la miseria.

Después de pasar seis meses pergeñando la novela histórica “La Voz y la Espada”, ambientada en 1700 en Versalles, sobre las aventuras, amoríos y venganzas de la famosa e infame cantante y espadachina bisexual Julia d’Aubigny, conocida por sus admiradores como “La Maupin”, y por el jefe de la policía de París como “la Peste”, creía que, al ponerle punto y final, ya lo sabía todo sobre esa mujer, y no guardaba más misterios. «Por fin», pensé con alivio y nostalgia, «ya puedo devolverte a la biblioteca de historias rocambolescas de la Historia, a la vitrina con el rótulo: “Historias silenciadas para adultos”, y darle doble vuelta a la llave».

Me acaba de llamar Galo preguntándome si estoy bien. Hoy hace 9 días que empezó nuestro confinamiento por coronavirus. En España. Él está en Portugal. Están igual, encerrados. No nos vemos desde hace 5 años. Me manda muitos beijinhos. Yo también. El no habla español. Yo no hablo portugués, entiendo un poco. Yo le envío muitos beijinhos otra vez. Y le digo que se cuide, en español. Creo que me entiende. Y hemos colgado.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.