PLAZA DE GUIPÚZCOA
Qué hábil y sutil es la hipocresía humana. Llamamos emociones a las pasiones del alma, hablamos de amor cuando queremos decir sexo y vendemos la moto del lenguaje no verbal, sin atrevernos a descifrar el poder de la mirada. Esto para empezar.
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Vivimos en la ignorancia. No sabemos nada del televoto eurovisivo, el embarazo de Tamara sigue siendo top secret y del apagón, al final dirá Red Eléctrica que ha sido un castigo bíblico, las 10 plagas de Egipto 2.0. Pero soy optimista y en medio de esta opacidad informativa vislumbro atisbos de luz.
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Esta columna no puede ser objetiva ni neutral. Aún recuerdo el grotesco cortejo fúnebre de la reina de Inglaterra. Después, el esperpento de la coronación de su hijo y ahora, lo mismo te digo del entierro del Papa.
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Seguro que a Corinna, la ex amante de Juan Carlos, le parecerá más elegante decir “llueve sobre mojado” que el vulgar y garbancero “si no quieres taza, taza y media”. El emérito también es muy selectivo.
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Fíjate si estará aburrida la prensa rosa que recurren al alcalde de Madrid para preguntar por el embarazo de su mujer. Y qué va a decir Almeida. Obviedades y gazmoñerías de padre primerizo. La felicidad no interesa, tío. Queremos dramas y morbo.
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Hemos llegado a tal nivel de estupidez globalizada que no le puede salir gratis a la especie humana. La prueba palmaria es el bodrio tóxico “La Isla de las Tentaciones” referencia moral y fuente de inspiración de la chavalería. Como diría Pablo Iglesias “vivimos cabalgando contradicciones”.
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Isabel Preysler se retira de la vida pública, silenciosamente, sin comunicados oficiales. ¿Es una fake? ¿Un bulo?, ¿Es fango rosa fucsia? Busco en las hemerotecas del cotilleo.
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No sé si hemos entrado en un bucle o en un agujero negro, pero la metáfora del día de la marmota no nos sirve. Está amortizada, tío.
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Aunque me pedía el cuerpo meter caña (no hay que darle al cuerpo todo lo que te pide) he esperado que pasen los efectos terroríficos de la noche de Jalogüin, para decir lo que pienso de esta “celebración” cutre y absurda.
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Vaticiné un 2020 apestoso y catastrófico, bisiesto y capicúa al revés. No me extraña que la pandemia se oficializara con los Idus de Marzo. Todo lo que tenga que ver con los números me da yuyu, tío. La aritmética es la ciencia sagrada y Pitágoras su profeta. Con estas cosas del esoterismo soy muy cuidadosa y selectiva. No te vas a creer a cualquier chamán, iluminado, gurú, epidemiólogo o “experto” que te quiera vender la moto.
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Abandona toda esperanza de conocer la verdad de las cosas. Cualquier verdad por sublime o cutre que sea, da igual que te la cuente Agamenón o su porquero. Ni verdades ni milongas, tío, tú vas a muerte con lo tuyo. Te comento un par de asuntos muy cutres, que de sublimes no tienen nada (este país no da para más).
Dice mi amiga Gloria que a los ricos les tiene que dar más pena morirse. No estoy segura. Es una reflexión interesante, pero llena de matices y aristas que podrían llevarnos a lugares insospechados. Por acotar el terreno, yo creo que no se trata de ser rico o pobre, sino de qué manera matas el tiempo hasta que te mueres.
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Nací un 5 de abril. La Wikipedia dice 4, pero es un error. Hubiera preferido nacer un 5 de agosto. Odio la primavera, no sabes qué ponerte, hace frío y calor a la vez.
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La noticia de esta semana te hiela la sangre en las venas. El rey emérito demanda a Miguel Angel Revilla, por haberle acusado de ser un chorizo, un fugado y un delincuente fiscal. Así, sin anestesia, tío.
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Estoy de acuerdo. Hay que acabar con los bulos. Sin ir más lejos, lo del lenguaje no verbal es una inventada que no entiendo cómo ha podido colar. Y lo crecidos que están los “expertos”, tio. Cualquiera les dice ahora tararí que te vi.
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A la princesa Leonor le han pillado besándose con un chico moreno en un concierto de reggae-samba en los carnavales de Brasil. A su bola, felices como perdices. Ella, bronceada, escotazo, top lencero blanco boho-chic y collares hippies deslizándose por el canalillo. Él, guapete sin más (ya te digo que no es Mario Casas), camisa azul floreada y despechugado.
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A mí no me la cuelan, estamos abducidos. Me da igual que sean los reptilianos o la inteligencia artificial. Cuando me siento a escribir la columna, aparece de manera automática un título en la pantalla del ordenador.
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Seguro que te ha pasado alguna vez. Vas a fregar los platos y previamente quitas los residuos. Es fascinante observar la atracción fatal que el desagüe del fregadero ejerce sobre ese trocito de cebolla kamikaze. La persigues desesperadamente para impedir que se cuele a través del filtro, pero es inútil.
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Los Medios de este país dejan mucho que desear. Nos machacan con revanchas y venganzas, pero no sabemos si Rociito Carrasco fue a Moncloa a desayunar. Lo cierto es que el presidente la llamó y ella cogió el teléfono. A su hija no se lo coge, pero a Moncloa, perdiendo el culo, tío.
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