La dualidad poética de Jorge Guillén: del optimismo a la protesta socialLa producción poética de Jorge Guillén está distribuida en cinco series -Cántico, Clamor, Homenaje, Y otros poemas, Final-, y lleva el título genérico de Aire Nuestro. Y si Cántico -en su versión definitiva, de 1950, con 334 composiciones-, subtitulado Fe de vida, es una entusiasta exaltación de la perfección del Universo -“El mundo está bien hecho”, dice Guillén-, una exclamación gozosa ante el maravilloso espectáculo de la realidad terrestre, los poemas de Clamor -obra editada en Buenos Aires, y compuesta por Maremágnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963), y subtitulada Tiempo de historia-, son, en cambio, un grito de protesta ante las dolorosas realidades de nuestro tiempo: guerras, dictaduras, injusticias, negocio, tiranía, muerte, explotación, etc. -“El mundo del hombre está mal hecho”, dice ahora Guillén-.
Muerte a lo lejos Je soutenais l'éclat de la mort toute pure. VALÉRY
Alguna vez me angustia una certeza, Acechándolo está de pronto un muro Justa fatalidad. El muro cano
Jorge Guillén: Cántico. Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1993.Colección “Aire Nuestro” (Francisco Díaz de Castro, editor literario). [3 (“El pájaro en la mano”, III)].Las “discordancias” del mundo de los últimos años no hacen abdicar al poeta de su inicial postura de fe en el hombre y en la vida, como se observa en los libros que va publicando Guillén: Homenaje -Reunión de vidas- (Milán, 1967), conjunto de poemas dedicados a diversas figuras de la Historia, de las Artes y de las Letras; Y otros poemas (Buenos Aires, 1973; Barcelona, 1979); y Final (Barcelona, 1981), título que completa la obra de Guillén. La lengua poética de Guillén se caracteriza por su extraordinaria concisión. Atento solo a lo esencial, elimina, por innecesarios, elementos decorativos —música, color...—, y hace gala de una extremada economía expresiva, de forma que su poesía, convertida en pura emoción lírica, adquiere tal densidad, que su lectura resulta difícil en no pocas ocasiones. Y nos va a servir como ejemplo el análisis de este impresionante soneto, titulado “Muerte a lo lejos” que, de alguna forma, encierra, semánticamente, toda su poesía lírica. Nuestro análisis se va a basar en la expresividad de la acentuación que determina el ritmo de los versos y su relevancia en el significado de las palabras que los integran, que quedan, así, en una posición de relevancia expresiva. [Y de acuerdo con el criterio de Guillén, los versos empiezan con letra inicial mayúscula, aun cuando la mayúscula no se corresponda con lo preceptuado por las reglas ortográficas; y de ahí la posible dificultad que su lectura pudiera entrañar, a la que hay que añadir la complejidad del lenguaje figurado y los encabalgamientos]. Se aprecia en los cuartetos una concentración del fonema vocálico velar /u/ (en sílaba tónica: “angustia” -verso 1, con acento rítmico en 6.ª sílaba-, “futuro” -verso 2, con acento estrófico en 10.ª sílaba-, “muro” -verso 3, igualmente con acento estrófico en 10.ª sílaba-; “luz” -verso 5, con acento rítmico en 2.ª sílaba-, “desnuda” -verso 6, con acento rítmico en 4.ª sílaba-, “apuro” -verso 6, con acento estrófico en 10.ª sílaba-, “maduro” -verso 7, también con acento estrófico en 10.ª sílaba-, “fruto” -verso 8, con acento extrarrítmico en 1.ª sílaba-), una acentuación esta que recalca el valor semántico de todas las citadas palabras en los respectivos contextos de los versos en que están insertas. Se anticipa, así, el arranque del primer terceto, creando las necesarias resonancias dramáticas que aluden a la futura muerte del poeta -“Y un día entre los días el más triste / será” (versos 9 e inicio del 10)-. Por expresarlo con sus propias palabras, el poeta acata (verso 11), sin lágrimas (verso 12), la justa fatalidad (verso 13) que le va a imponer (verso 14) el muro cano (verso 13) -en inequívoca referencia a la muerte-. Y es, por otra parte, la ruptura del esquema métrico -y rítmico- habitual del soneto, con hábiles encabalgamientos que incluso afectan a los tercetos -“[...] Tenderse deberá la mano / sin afán. Y acatando el inminente // poder diré sin lágrimas: embiste, [...]”- uno de los procedimientos con los que logra Guillén impregnar el soneto de insospechadas connotaciones metafísicas, aumentando la intensidad semántica del conjunto poemático: la certeza de la futura muerte, cada vez más cercana, es una realidad que el poeta acepta, y mientras llega el momento en que la tristeza de la muerte acabe con el sol -“la luz del campo”-, continúa ofreciendo “el maduro / fruto”, descortezado por su mano, de su trabajo, porque “no hay apuro / todavía”. Insistimos en que la estratégica ubicación de las palabras sobre las que recaen los acentos en los endecasílabos (54, en total) contribuye a la formación del ritmo que el poeta persigue; y, en este sentido, hay algunos versos de especial interés rítmico. Así, en los cuartetos: el 2.º, endecasílabo melódico con acento extrarrítmico en la tercera sílaba, sobre la palabra mí, en la que se concentra toda la atención (“y ante mí se estremece mi futuro”); el 3.º, también un endecasílabo melódico con acento extrarrítmico en la tercera sílaba, sobre la palabra acechándolo (“Acechándolo está de pronto un muro”) ([…] mi futuro […] / […] un muro [...]); el 6.º, endecasílabo sáfico de sorprendente ritmo acentual, con acentos en las sílabas cuarta, sexta, séptima, octava y décima, con tres sílabas consecutivas agudas en otras tantas palabras monosílabas, dos de las cuales reiteran la negación no, una de ellas en posición antirrítmica; verso que, además, prolonga su contenido semántico en el 7.º, otro endecasílabo melódico con acento extrarrítmico en la tercera sílaba, sobre la palabra todavía: tras de la cual hay una pausa interna: “[...] si la desnuda el sol?. No, no hay apuro / todavía. [...]”; y en este 7.º verso se inicia un encabalgamiento sirremático de adjetivo+nombre, que culmina con una busca pausa interna en el verso 8 (braquistiquio: maduro / fruto), un endecasílabo enfático con acento extrarrítmico precisamente en la primera sílaba (“fruto. La mano ya lo descorteza”). Y en cuanto a los tercetos, destaca la rítmica de los siguientes endecasílabos: verso 9.º, un endecasílabo heroico con acento antirrítmico en la sílaba novena, sobre la palabra más (“... Y un día entre los días el más triste”), y con una expresiva aliteración de dentales; verso 11.º, un endecasílabo melódico con acento extrarrítmico en la tercera sílaba, sobre la palabra afán, en la que culmina un encabalgamiento -brusco- sirremático de nombre+complemento nominal, seguido de pausa interna (“sin afán. Y acatando el inminente”) [([…] la mano […] / […] sin afán. […]), un verso, por otra parte, al que la aliteración de nasales confiere una especial resonancia; verso 13.º, un endecasílabo enfático con acento extrarrítmico en la primera sílaba, sobre la palabra justa (“justa fatalidad. El muro cano”), y dotado de una enorme sonoridad, gracias a la distribución de fonemas del sintagma “justa fatalidad” -que ocupa las seis primeras sílabas, y en el que se alían la repetición de la sílaba /ta/ y la perceptibilidad acústica de la vocal /a/-; y el verso 14.º que, con sus cinco acentos -extrarrítmicos en primera y tercera sílabas (“va a imponerme”); rítmico en sexta sílaba, sobre la palabra ley; antirrítmico en séptima sílaba, sobre la palabra no; y estrófico en décima sílaba, sobre la palabra accidente-: “va a imponerme su ley, no su accidente.” , endecasílabo de nuevo enfático, que cierra el soneto con el mensaje de que la muerte -esa “justa fatalidad” del verso anterior, y a la que se alude en plan eufemístico- es algo inexorable en el ser humano, no accidental. En 1985, y al poco de fallecer Jorge Guillén, María del Carmen Bobes Naves -de la Universidad de Oviedo- publicó el trabajo titulado “Significado y sentido en la lírica de Guillén”, en el que comenta, con excepcional maestría, este soneto. Dicho trabajo puede encontrarse en el siguiente enlace: rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/7407/1/ALE_03_04.pdf Y aun cuando el optimismo vital haya acompañado a Guillén la mayor parte de su vida, no debemos olvidarnos de este otro poema, incluido en Final:
Infierno
Ma tu perché ritorni a tanta noia? Dice Virgilio a Dante, Inferno, I, 76.
Cada día con más poder y saña, Sin enemigo ya que los espante. Triunfa el secuestro con olor de hazaña, Que pone en haz la hez del bicho humano. Ni el más iluso al fin la historia engaña. El infierno al alcance de la mano.
Esta es la traducción -libre- del tercero con los versos 76-78 del Infierno: “¿Por qué retornas a tan grande pena, / y no subes al monte deleitoso / que es principio y razón de toda dicha?” (el poeta Virgilio habla con Dante). En versos endecasílabos -con rima consonante ABABCBC-, y precedido de una cita de la Divina comedia de Dante (Infierno, canto I, verso 76). Guillén reflexiona sobre el infierno de violencia y destrucción que el hombre crea en este mundo para sí mismo y para sus semejantes. En efecto, el mundo está habitado por gente dañina -los destructores-: la violencia se impone y nadie puede combatirla; quienes se sirven de ella salen ganando. No hay resquicios para la esperanza: el final está “al alcance de la mano” y tiene nombre dantesco: el infierno. Obsérvese la expresividad de la paronomasia que contiene el verso 5, así como el negativo concepto que del ser humano -metafóricamente convertido en bicho- tiene Guillén, y cuyo rostro es el más vil y despreciable que imaginar se pueda: “Triunfa el secuestro con olor de hazaña / que pone en haz la hez del bicho humano”. Guillén se exilió en julio de 1938 y regresó a España tras la muerte de Franco. En 1976 se le concedió el Premio Cervantes, galardón que se otorgaba por primera vez. https://www.rtve.es/rtve/20141003/discurso-jorge-guillen-premio-cervantes-1976/1021873.shtml Puedes comprar sus libros en:
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