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Rey Ramiro II de León. A. Erías Mtnez
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Rey Ramiro II de León. A. Erías Mtnez

Ramiro III, rey de León. Señorío de mujeres

Editorial ALDERABÁN. AÑO-2024
viernes 07 de noviembre de 2025, 23:22h

En este presente libro-biográfico (nº 9) me acerco a la figura regia de un monarca del Reyno de León, que tuvo muy graves problemas desde su nacencia, muy complicada y difícil, hasta su muerte en plena juventud.

Ramiro III. Señorío de mujeres
Ramiro III. Señorío de mujeres

El Reino de León es lo esencial en Hispania, sus estructuras sociopolíticas son lo más adelantado habido y por haber en todo el orbe conocido del Medioevo. Infantazgo que otorgaba categoría y protección especial a las hijas, sobre todo, y a los hijos de sus monarcas. Los concejos o conceyus, reuniones de vecinos con capacidad para decidir y representados por sus pendones. Las cartas-puebla, normas de convivencia por las que se otorgaban a ciudadanos libertades para que llegasen y repoblasen unos determinados territorios. La foralidad, que eran leyes ciudadanas y de los respectivos hinterlands, para crear estructuras de ciudades y de villas al margen del dominio de un posible magnate, y protegidas por el soberano legionense de turno.

Existía una clara aplicación del derecho romano, por medio de la estructura de la presura, que consistía en que los primeros repobladores que llegaban a un territorio se quedaban con la tierra reconquistada, no pagaban impuestos y solo tenían la obligación de acudir al fonsado bélico con el rey.

El Fuero Juzgo o de los Jueces de León, legislación suprema de la Corona de León, que se aplicaba con el rey sentado en el locus apellationis de la catedral de Santa María de Regla de León. Era obligatorio, asimismo, que todos los años se presentasen ante la Curia Regia unos Presupuestos del Reino, sino los civis singulis electis civitatibus se podían oponer al propio soberano o recriminárselo.

Y, por fin, las Cortes del Reino de León del año 1188/CUNA DEL PARLAMENTARISMO (Unesco, 19 de junio de 2013), reunidas por la voluntad de un joven monarca de 16 años, Alfonso IX “el Legislador o el de las Cortes” [Zamora/Reino de León, 15 de agosto de 1171-Rey de León entre 1188 y Sarria/Reino de León, 24 de septiembre de 1230]. Sería una Curia Plena con la nobleza laica y eclesiástica, y los ciudadanos elegidos por las ciudades y las villas.

Todo lo que antecede se refiere, en este mi libro-IX, a un joven, e incomprendido, monarca del Reinu de Lleón. Y es Ramiro III Sánchez, muerto a los 23 años de edad, y que coexiste con toda una pléyade de muy paradigmáticos enemigos, contra los que le resultará muy difícil prevalecer, tales como los califas omeyas andalusíes:

Al-Hakam II (Al-Hakam ibn abd ar-Rahman. Córdoba, 13 de enero de 915-2º Califa omeya de Córdoba entre el 16 de octubre de 961 y Córdoba, 1 de octubre de 976). Y, Hisham II (Abu l-Walid Hisham ibn al-Hakam, Córdoba, 11 de junio de 965-3º Califa omeya entre 976 y 1009, y de 1010 hasta Córdoba, 18 de mayo de 1013).

Además, el conde de Burgos García Fernández “el de las Manos Blancas” (Burgos, ca. 938-Conde entre 970 y Medinaceli, 995). El terrorífico hayyib o mayordomo Almanzor (Abu Amir Muhammad ben Abi’Amir al-Ma’afiri. Torrox/Turrush, ca. 939-Medinaceli, 9 de agosto de 1002). El eximio genial general andalusí Gálib (Gálib Abu Tamman al-Násiri. Ca. 900-Torrevicente, 981).

Y, su enemigo irredento y primo-carnal Bermudo II “el Gotoso” de León [entre 948 y 953-Rey de León desde 985 hasta septiembre de 999], etc.

-LOS REYES RAMIRO II. ORDOÑO III Y SANCHO I EN EL TRONO-IMPERIAL DEL REINO DE LEÓN.

Yendo hacia atrás en la época, en el trono de León ya se ha colocado el soberano más paradigmático de Europa, de la primera mitad del siglo X, se trata del Rey Ramiro II “el Grande o el Invicto o Magnus Basileus”, y ya está en el cenit de su historia altomedieval el Regnum Imperium Legionensis. El monarca nunca perderá una batalla frente al Islam.

Pero, conviene destacar la de Simancas-Alhandega (1-6 de agosto de 939), en el que aplastó a las tropas del khalifa Abd Al-Rahman III Al-Nasir [Córdoba/Qurtuba, 7 de enero de 891-Primer califa omeya independiente de Córdoba, entre 929 y Medina Azahara, 15 de octubre de 961].

En el Al-Muqtabis se escribe:

«…y en la retirada el enemigo los empujó hacia un profundo barranco, que dio nombre al encuentro (Alhándega), del que no pudieron escapar, despeñándose muchos y pisoteándose de puro hacinamiento: el califa, que se vio forzado a entrar allí con ellos, consiguió pasar con sus soldados, abandonando su real y su contenido, del que se apoderó el enemigo».

Manuel Bachiller del Pozo (1755) en “Antigüedades de Simancas” refiere:

«Después de esto tornase el rey D. Ramiro con los suyos con grandes ganancias de oro, y de plata, y piedras preciosas y con muchos cautivos, y entre ellos llegó Abenaya, ca puesto caso que Abenaya había sido preso por el conde en lo de Haza».

Ramiro II tuvo dos enlaces matrimoniales, el primero con la condesa Adosinda Gutiérrez (¿?), repudiada por parentesco primigenio, ya que, según la ley canónica, eran primos, y de la que procedieron sus hijos:

1º)-Vermudo (muerto antes de 941). 2º)-Ordoño III. Y, 3º)-Teresa Ramírez (¿?), casada con el Rey García Sánchez I de Pamplona [ca. 919-Rey de Pamplona desde 925 hasta Castillo de Monjardín, 22 de febrero de 970].

Y, entonces, por bula papal de obligado cumplimiento, el emperador de León se matrimonió con la infanta pamplonesa Urraca Sánchez (¿?-23 de junio de 956. “HIC REQUIESCIT FAMVLA DEI URRACA REGINA ET CONFA. UXOR DOMINI RAMIRI PRINCIPIS ET OBIIT DIE II FERIA HORA XI. VIII KALEN. JULIAS IN ERA DCCCCLVIIII), de esta unión nacerían 1º)-Sancho I “el Craso” y la eximia abadesa y regente 2º)-Elvira Ramírez (ca. 934-ca. 986).

A pesar de que los afectos regios se dirigen al infante Sancho, el orden dinástico se respeta, y sube al trono imperial el primogénito Ordoño III [ca. 925-Rey de León entre 951 y Zamora, 956]. Este soberano legionense se dedicará a realizar una completa reorganización del estado leonés, fortaleciendo las instituciones del trono, como ya había iniciado, a priori, su progenitor.

Era más que necesario maniatar a los magnates condales, siempre problemáticos. Pero la típica muerte en la juventud de los monarcas leoneses, dejó en suspense este movimiento regio. Por lo que sea da a la impresión de la existencia dinástica de ciertos padecimientos cardiovasculares, de componente genético, que acaban con los monarcas legionenses.

La felonía del conde Fernán González de Burgos está a la vuelta de la esquina, ya que este magnate está apoyando a su hermanastro, Sancho, para el trono de León. Su regia esposa es la condesa Urraca Fernández (¿?-Reina de León entre 951 y 956, y 958 y 960. M. 1007), hija de los condes Fernán González de Burgos (Fredinandus Gundisalviz. Castillo de Lara de los Infantes, ca. 910-Burgos, 970) y de Sancha de Pamplona. Tendrán un hijo que sería Vermudo II “el Gotoso” [948/953-Rey de León desde 985 y Monasterio de Santa María de Carracedo, septiembre de 999. H. R. REX VEREMVUDI ORDONII. ISTE IN FINE VITAE SUAE DIGNAM DEO POENITENTIAM OBTVLIT. ET IN PACE QUIEVIT ERA MXXXVII].

Cuando Ordoño III fallezca, morte propria decessit, será substituido por su hermanastro Sancho I “el Craso” [ca. 935-Rey de León entre 956 y 958. Y 960 y entre el 15 de noviembre y el 19 de diciembre de 966], cuya obesidad mórbida le impedirá hacer frente a sus obligaciones regias. En estas condiciones se dirige a buscar ayuda a la corte de su abuela la reina Toda Aznárez de Pamplona (2 de enero de 876-REINA CONSORTE DE PAMPLONA Y DE NÁJERA, hasta 15 de octubre de 958).

Las crónicas refieren que llegó a pesar unos 240 kilos. Su comida copiosa conllevaba hasta la ingesta de alimentos por siete veces diarias, con 17 platos elaborados en gran parte de ellos por carne de caza muy sazonada.

No podía subirse a caballo, ni empuñar la espada en el campo de batalla, ni cohabitar con ninguna mujer. Era llevado en unas parihuelas. En el año 958 fue destronado por una conjura nobiliaria, que colocará en el trono a su primo Ordoño IV “el Malo o el Jorobado” [ca. 925-Rey de León entre 958 y 960. Muerto en Córdoba en 962 o 963].

Sea como sea, Abd Al-Rahman III Al-Nasir acepta al monarca de León, y lo pone en las expertas manos del embajador y médico hebreo, Hasday Ben Shaprut (Jaén, ca. 915-Córdoba, ca. 975. Hasday Abu Yusuf ben Yitzhak ben Ezra ibn Shaprut), cuya estatura física estaba contenida entre 1’05-1’15 metros. El trato económico conllevó en la entrega a Al-Nasir de diez fortalezas cristianas.

En primer lugar, se le cosió la boca al rey para evitar que comiera sólidos. Solo le dejó una pequeña abertura en los labios por la que se le introducía una paja con la que beber agua e infusiones. Estuvo atado de pies y manos a la pata de su cama en una habitación para no saltarse el régimen. Daba largos paseos por los jardines de Madinat Azahara, siendo remolcado con cuerdas por unos sirvientes.

Con baños de vapor eliminaba los edemas. El tratamiento duró 40 días. Para evitar la flacidez propia de los adelgazamientos agudos, se le daban unos masajes terribles. Parece ser que perdió entre 120-160 kilos. Ya podía montar a caballo y pelear.

Sampiro, 336: Ipsi agareni herba mattulerunt, et crassitu dinem abstulerunt a ventre eius”.

En el año 959 recuperó el trono entrando en la leonesa Zamora. Ordoño IV se dirigió a Córdoba para implorar la ayuda de Al-Nasir contra Sancho I, pero el khalifa fue fiel a los pactos. Asimismo, el monarca de León entregó las fortalezas, ya que la dignidad de sus antepasados le exigía cumplir lo pactado. La amistad entre Sancho I y Al-Nasir fue muy estrecha y hasta la muerte del califa omeya cordobés.

En un diploma sahagunino ya escribe:

Yo, Sancho, fortalecido en el reino por la gracia del Señor”. Hasta tal punto ha mutado su estilo apriorístico de vano, orgulloso y belicoso que, de nuevo en Sahagún escribe:

«Yo, Sancho, asentado en la regia cumbre por la voluntad divina, aunque Dios omnipotente dispuso, para utilidad de las gentes de nuestro reino, que alcanzáramos esa dignidad con sufrimientos, recargando con el gobierno de no pocas gentes los cuidados de nuestra curia, tenemos en cuenta, sin embargo, que estamos sujetos a la común condición de los mortales, y que la felicidad de la bienaventuranza futura no la merecemos si no nos dedicamos al culto de la verdadera fe y agradamos a nuestro Creador reconociéndole cuanto le debemos».

Su reinado es definido por Justiniano Rodríguez Fernández, de la siguiente manera:

Un reinado carente de pulso vital y un monarca alumbrado por sanas ideas de gobierno, pero desprovisto de personalidad y de temple para hacerlas valer en la práctica”. Juicio valorativo que no comparto, ya que el monarca de León vino recuperado de Córdoba, e incluso se le notaba un importante cambio de ideas y de praxis; pero no le dejaron llevar a buen puerto su nuevo modus operandi, al ser envenenado, con una manzana ponzoñosa, por los magnates galaicos (Gundisaluus, qui dux erat (…) veneno pocula illi in pomo duxit).

Con respecto al comportamiento levantisco de los magnates galaicos, existe un documento de marzo de 960, del monasterio de Abelio (Tumbo de Sobrado, I, núm. CXXI, doc. 122, en el que el monje mozárabe Silo Lucidi escribe:

«Qué apoderándose el diablo de los corazones de todos los infelices, hasta el punto de despreciar y abjurar del católico rey, de odiar sus leyes y rechazar sus mandatos y negarle los tributos, cada cual se apartaba a vivir sobre las altas rocas, comportándose soberbiamente contra Dios y devorando a sus gentes. Por manera que viendo estas cosas preferimos abandonar el monasterio, para no perecer en él, y nos trasladamos a lejanas comarcas donde contábamos con alguna otra heredad y donde la malicia y la funesta rapacidad de tan perversas gentes estaba un poco calmada».

Sancho I contrajo matrimonio (28 de marzo de 959) con la condesa Teresa Ansúrez [ca. pre 943-Reina de León hasta Oviedo, 25 de abril de 997], y solo tuvieron un hijo, quien será el nuevo rey-niño de León, RAMIRO III.

Rey Alfonso V de León. A. Erías Martínez

-EL REY RAMIRO III EN EL TRONO DEL REINO DE LEÓN.

Sobre este infante legionense huérfano, Justiniano Rodríguez Fernández escribe:

«Atenido siempre Sampiro a sus escuetos modelos conceptuales, nos dio de este rey, a quien pudo conocer personalmente, un breve resumen biográfico, el primero de los llegados hasta nosotros, con algunas noticias sobre circunstancias y sucesos importantes de su reinado. Sin duda conoció de él otras graves circunstancias que prefirió silenciar por su proximidad y su latente rescoldo social en los días del cronista, tal como la notoria ilegitimidad de su autoridad soberana y los modos extraños de su elevación al trono a los 5 años de edad, bajo la cobertura formal de una regencia representada por una mujer, la princesa Elvira, solamente justificable por el inmenso prestigio de su padre, el ya lejano Ramiro II. Convertido el cronista en hechura oficial de Vermudo II, tampoco en el reinado de éste aludió al gran problema de su duradera postergación, perdido en el silencio compostelano mientras se alzaban sucesivamente, por capricho político y prepotencia de las parcialidades nobiliarias, los cetros de Sancho I, Ordoño IV y el propio Ramiro III, en cuya legitimación vino a decirse por modo oficial que no había entonces ningún otro varón nacido de sangre regia. Sampiro debió de conocer estos precedentes, que calló con exquisita prudencia, acaso por la mira de no reavivar el fuego de las parcialidades políticas, todavía vigentes en sus días, y borrar el espectro de la generalizada disensión social que desde Ordoño III había venido arrumbando, principalmente en Galicia, las soluciones del común interés. Según Sampiro, muerto Sancho, su padre, le sucedió Ramiro, a los cinco años de edad, gobernándose bajo el consejo de su tía Elvira, mujer prudentísima, consagrada a Dios».[1]

Según E. Sáez y C. Sáez, sobre el hecho de que no hubiese ningún varón nacido de sangre regia, existente en la Colección de la catedral de León (II, doc. 436):

«Es de manifiesta falsedad. También es claro que el artificio de sus alegaciones sobre la ausencia de otras personas de sangre real como legítimas continuadoras de la dinastía soberana parece principalmente encaminado a justificar la elevación de la princesa a la regencia del reino durante la minoría de su sobrino Ramiro. El documento nos ofrece así el trasfondo dialéctico de una facción política ligada a la princesa Elvira Ramírez frente al posible interés del bando ansuriano, representado por la madre del joven rey y sostenido por el poderoso ascendiente de su hermano Fernando Ansúrez, partido éste que finalmente logró imponerse, acarreando el apartamiento oficial de Elvira, cuando –según opinan los historiadores- sobrevino frente a Gálib el desastre de Gormaz, donde el ejército leonés estuvo dirigido por la propia princesa y por su sobrino, el joven rey».

«Constreñido y forçado por los mandamientos de la muy sabia y muy gloriosa reyna de las Españas doña Verenguela, me mandó que escribiese los libros, compuestos de los coronistas por santo Ysidoro y por otros sabios de la estoria de los reyes españoles. Puse este prohemio y prefaçión en la primera fruente del volumen porque aprendan los generosos príncipes por sangre e por claros fechos governar los reynos a sí subiectos no menos sabía que piadosamente que con mano valiente y poderosa, porque entonces la orden del derecho se guarda, quando se proçede en el regimiento de los súbditos más de gran ygualdad que de poderío».

El libro presenta un subtítulo denominando al Reino de León como SEÑORÍO DE MUJERES, lo que es efectivo y coherente; ya que la Corona de León siempre legisló sobre la igualdad entre ambos sexos. Las mujeres medievales legionenses heredan de las ástures cismontanas o transmontanas este concepto. Además, dos reinas subrayan el aserto, una solo es la propietaria del trono y legisla en comandita con su esposo, es Sancha I, Reina de León, su testamento lo ratifica: “Fredenandus annos viginti septem regnavit: qui in vita sua cum uxore sua nomine Sancia, Regis Adefonsi filia, ad quam Regnum pertinebat, ipsum Regnum inter tres filios ejus, Sancium scilicet, Adefonsum, Garseam, divisit; et Sancio primogenito totam Castellam cum Asturiis Sanctae Julianae, et cum Caessaraugusta civitate, et cum omnibus suis appendentiis, (quae tunc Sarraceni obtinebant, unde tunc temporis ipsi Mauri tributum anuatim illi serviendo reddebant) in propium rediit. Adefonso vero Legionem cum Asturiis, et Regno Toletano, (quos tunc similiter Sarraceni obtinebant, sed tributum illi annuatim inde reddebant) tribuit”. Y otra es la reina y emperatriz titular de León, Urraca I “la Temeraria” [León, 24 de junio de 1081-Imperatrix Legionis et Regina Tute Yspanie, desde 1109 hasta Saldaña/Reino de León, 8 de marzo de 1126].

Estos hechos no existen en ningún lugar de Europa. Infantas leonesas como Urraca de Zamora o Elvira de Toro. Reinas consortes con una gran capacidad de decisión como Jimena de Pamplona para Alfonso III “el Magno”; Elvira Menéndez y Sancha de Pamplona para Ordoño II; Adosinda Gutiérrez (sensu stricto: ‘¡qué fue Reina de León!) y Urraca Sánchez con Ramiro II “el Grande”; Urraca Fernández con Ordoño III; la abadesa Elvira Ramírez (hija predilecta de Ramiro II, que firmaba como reina en ocasiones); Constanza de Borgoña con Alfonso VI; María de Molina con Sancho IV, etc. Inclusive hasta Jimena de Oviedo cuando se casó con el Cid Campeador en la urbe de León (Fuero Juzgo o Fuero de los Jueces del Reino de León), el cual debió entregar el 55% de sus posesiones a su esposa, aunque en la segunda boda en Burgos por los ‘Usos y Costumbres’ de Castilla solo el 10%.

Otro de los factores sociológicos importantes relacionados con este monarca es el relativo a la gran importancia, que ya proviene de Alfonso III “el Magno”, de la existencia de un importante número de mozárabes (‘mustarabib’ o arabizados) en el Reino de León, quienes siempre tratan de defender su identidad frente a la habitual presión impositiva de los omeyas de Córdoba. Trasladando a León su extraordinaria preparación intelectual y cultural, su lengua y sus ricas tradiciones religiosas.

Otro de los personajes enfrentado a este joven será el háyib/mayordomo Almanzor, quien también intentará destrozar ese Reino de León, que tantos problemas crea a Córdoba. Ramiro III sí actúa, a pesar de su juventud indubitable, en el hecho bélico de recuperación del territorio en poder del Islam, que hasta ahora se ha definido como Reconquista.

Ramiro III de León nacería en el año 961, fue Rey de León entre los años 966 y 985. Fallecería en Destriana, el 26 de junio de 985. Se casaría con la hija de los condes de Saldaña, Sancha Gómez (siglo X-Fallecimiento ca. 983). Tendrían un hijo llamado: Ordoño Ramírez “el Ciego” (ca. 981-pre 1024), quien se casaría con la infanta Cristina Bermúdez (ca. 982-Cornellana, ca. 1050), hija del Rey Bermudo II de León y de la Reina Velasquita Ramírez (m. ca. 1035).

-NODICIA DE KESOS.

No se puede olvidar, que en el Reinado de Ramiro III se crea un documento, en el Monasterio de Rozuela que se ha definido como la ‘Nodicia de Kesos’, realizado en un proto-romance que se puede definir como el antecedente del leonés o llionés. Por consiguiente, es el primer texto en lengua romance de Hispania.

Es un texto de un valor incalculable, ya que lo que parece ser un documento notarial, me atrevo a subrayar, de forma indefectible, que es un documento, probablemente, de pago de impuestos a la hacienda del Rey Ramiro III, de quien se indica, taxativamente, que recibió unos quesos en el propio monasterio y se los llevó a León; o a la homónima de la catedral de León. Sea como sea, Jimeno/Semeno podría no ser un monje, sino algún notario que realizase la contabilidad de los quesos del cenobio.

Como colofón final deseo indicar que: Ramiro III sufrirá lo que se puede definir, la DAMNATIO MEMORIAE, inclusive colocando los hechos propios de él en la consecución o en el haber de su primo Bermudo II.

Estimo como diagnóstico médico final, que el joven soberano del Regnum Imperium Legionensis pasaría a mejor vida por causa de algún proceso cardiovascular, de tipo genético o de incidencia familiar. ¡Quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentes!

NOTAS

[1] Justiniano Rodríguez Fernández. “El Reino de León en la Alta Edad Media. La Monarquía astur-leonesa de Pelayo a Alfonso VI, 718-1109”. Centro de Estudios e Investigación San Isidoro de León, 1995; págs. 331-332.

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