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Luisa Peluffo
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Entrevista a Luisa Peluffo: “Faulkner desmitifica la idea de la musa inspiradora y tiene razón”

Luisa Peluffo responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti

Por Rolando Revagliatti
lunes 12 de agosto de 2019, 21:42h
Luisa Peluffo nació el 20 de agosto de 1941 en Buenos Aires, capital de la República Argentina, y reside desde 1977 en la ciudad de San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y se desempeñó en producción periodística en medios gráficos y televisivos. Obtuvo en 1988 la beca “Creación en narrativa” otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, así como en 2006 el “Reconocimiento a la Trayectoria” por parte de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche.
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Desde 1976 ha publicado los poemarios “Materia viva”, “Materia de revelaciones”, “La otra orilla” (Primer Premio Concurso Regional Fondo Nacional de las Artes), “Un color inexistente” (XVIII Premio “Carmen Conde” 2001, en España), “foto grafías” y “soplo aire aliento” (con dibujos de Bárbara Drausal). En el género crónica incursionó con “Me voy a vivir al Sur” y en co-autoría con Laura Calvo se editó “Ventanas a la palabra. El taller de escritura en la escuela”. Sus libros de cuentos se titulan “Conspiraciones” y “Se llaman valijas” y sus novelas “Todo eso oyes” (Premio Emecé en 1989), “La doble vida” (Primer Premio Regional de Narrativa – Región Patagónica 1993-1996) y “Nadie baila el tango” (Premio Único a Novela Inédita del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (bienio 2000-2001). Ha sido incluida, entre otras, en las siguientes antologías: “Patagonia literaria VI” (compilada por Luciana A. Mellado), “Argentina. A traveler’s literary companion” (compilada por Jill Gibian), “Poesía Río Negro” (compilada por Raúl O. Artola), “Relatos de mujeres 5”, “Poetas argentinas (1940-1960)” (compilada por Irene Gruss), “Leer la Argentina”, “Teatro / 6” (Obras ganadoras del 6º Concurso Nacional de Obras de Teatro), “Relatos de Patagonia” (compilada por María Sonia Cristoff), “Leer x leer”, “Cuentos al sur del mundo”, “Poesía hacia el nuevo milenio. Tomo 1” (compilada por Ricardo Rubio), “Patagónicos. Narradores del país austral” (compilada por Cristian Aliaga y María Eugenia Correas), “Sur del mundo. Narradores de la Patagonia”, “38 cuentos breves argentinos” (compilada por Fernando Sorrentino), “Antología de teatro rionegrino en la posdictadura” (con su pieza teatral “Si canta un gallo”; volumen compilado por Mauricio Tossi).

¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.

¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.

Las tormentas. Aquí, en el sur, son temporales de lluvia y viento, o nevazones que duran días… Me gustan las tormentas de la provincia de Buenos Aires, son un verdadero espectáculo con el cielo surcado por relámpagos y truenos. Y me gusta instalarme y presenciarlas. Y sentir, sobre todo sentir el viento, el premonitorio olor de la tierra, el oscurecimiento, los relámpagos anunciando el trueno, es un desarrollo tan narrativo…

La sangre. Te contesto con un poema de mi libro foto grafías”: la sangre es vanguardia/ abre caminos en el blanco/ la sangre/ es un estilo no aceptado/ no hay aplausos/ la sangre/ es absolutamente moderna”

La velocidad me interesa para resolver algún trámite. Las contrariedades me fastidian, pero no tengo más remedio que afrontarlas. Son parte de la vida cotidiana.

“En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón” por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...

Faulkner desmitifica la idea de la musa inspiradora y tiene razón.

De qué artistas te atraen más sus avatares que sus obras?

Cuando la vida de algún artista me atrae es porque primero me interesó su obra. Caso emblemático Rimbaud. Los avatares de los artistas siempre son interesantes, pero lo que me lleva a indagar en ellos son sus obras.

¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

Ni idea; si tengo alguna muletilla (debo tener seguramente) no soy consciente.

¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

“Don Quijote de la Mancha” (Miguel de Cervantes), “Facundo” (Domingo F. Sarmiento), “El hacedor” y “Ficciones” (Jorge Luis Borges), “La metamorfosis” (Franz Kafka), “Esperando a Godot” (Samuel Beckett), los poemas “Tabaquería” (Fernando Pessoa) y “Un arte” de Elizabeth Bishop, algunos poemas de Giuseppe Ungaretti, algunos poemas de Alejandra Pizarnik. Y me estremecen cabal, inequívocamente, las obras de autores en los que el lenguaje coloquial se vuelve poético, como en Juan Rulfo, en Sara Gallardo, en Marguerite Duras, en Clarice Lispector. O poético y surrealista, como en Felisberto Hernández, en Oliverio Girondo. Y quienes filtran cierta perversidad en sus obras, como Patricia Highsmith, Flannery O’Connor, Manuel Puig. Y los que tienen una gracia especial para contar como Lucio V. Mansilla.

Y me han estremecido obras no literarias: la Victoria de Samotracia, las pinturas de Paolo Uccello, la plaza y la Basílica de San Marcos en Venecia. Nunca me voy a olvidar de mi llegada a Venecia a fines de los ’60 en pleno invierno; le dediqué un poema: “Venezia: bajar /del vaporetto/ de noche/ ni un alma/ en la piazza/ sólo / la basílica/ iluminada”

Y también la música de Wolfgang Amadeus Mozart, el concierto n° 5° de Brandemburgo en re mayor de Johann Sebastian Bach, los tangos interpretados al piano por Arminda Canteros. Los tangos canyengues. “Oración del remanso” de Jorge Fandermole y “Vidala para mi sombra” de Julio Santos Espinosa.

Y el cine. Me vienen a la mente: “Tiempos modernos” de Charles Chaplin, “Ciudadano Kane” de Orson Welles, “Un tranvía llamado deseo” de Elia Kazan, “La Jetée” de Chris Marker, “Kaos” de los hermanos Taviani, “Los cuatrocientos golpes” de Francois Truffaut, “Hiroshima mon amour” de Alain Resnais, “2001 Odisea del espacio” de Stanley Kubrick, “Japonesita” de Ignacio Masllorens.

Perplejidad: “El gran vidrio” de Marcel Duchamp.

¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

La primera vez que se me ocurrió enviar mis poemas a un concurso, las bases exigían original, dos copias, constancia de registro en la Dirección Nacional del Derecho de Autor y la fecha de presentación estaba a punto de vencer.

No existían las computadoras y yo tenía un solo original, laboriosamente tecleado a dos dedos, lleno de tachaduras y enmiendas y ninguna confianza en mi habilidad para lograr una copia más decente. En mi desesperación, decidí recurrir a uno de los tantos locales que había por entonces en la zona de Tribunales, donde pasaban en limpio escrituras, contratos y boletos de compra venta.

Abrazando la carpeta de cartulina con mis poemas, entré a un salón bastante grande, donde tecleaban unas veinte dactilógrafas. Solicité un turno y enseguida me asignaron una rubia platinada que mascaba chicle con desgano.

Extendió la mano para tomar mi carpeta, pero yo le dije:

—Mejor te dicto.

La rubia me miró escéptica y ni me contestó. Cuando se sentó frente a la máquina de escribir me miró de nuevo con cara de “a ver con qué me salís ahora…” y yo le expliqué:

—Bueno, en realidad, esto no es un escrito… Son poemas. Yo te voy a ir dictando cada

verso.

La rubia ahora me miraba con desconfianza.

—…mejor dicho te voy a dictar cada línea, que es un verso, pero no te preocupes

porque son cortitos. Lo que pasa es que no soy de aquí y no tengo mi máquina de escribir y los quiero enviar…

—¿Empezamos? – me cortó.

—Sí, sí – y le dicté: “MATERIA VIVA”. Esto va todo con mayúsculas.

Me miró como si la hubiera insultado.

—¿Qué?

“MATERIA VIVA”. Y va todo con mayúsculas porque es el título.

Lo escribió con expresión impenetrable, mirando al frente como si estuviera en penitencia.

—Bueno, ahora, en otra página, va el primer poema. Te voy dictando cada verso,

porque van separados, cada uno en un renglón – le volví a explicar.

Cambió la hoja sin mirarme y se quedó esperando con cara de ofendida. Yo empecé:

—Mayúscula en la primera letra nada más: “Nacer al desconcierto”

Lo tecleó en un segundo y esperó.

—Y abajo, en otro renglón…

Movió la palanca de la máquina y el papel subió.

“y a la sombra” coma.

Tecleó y esperó con cara de infinita paciencia.

—Y abajo: “sin conocer aún”

Tecleó.

“las pequeñas espadas”

Siguió tecleando.

“que acosan”

Tecleó con ímpetu.

“contra una pared” punto. Y ahora, en otra hoja: “Ser el húmedo centro” coma.

—¿En otra?

—Sí.

—¿Y todo esto en blanco?

—Sí, lo que pasa es que son haikus...

—¿Qué?

Poemas muy, muy cortitos. En el renglón de abajo va: “la atracción y el rechazo”

Después del quinto poema, dejó de teclear, me miró de arriba abajo y con infinito desprecio dijo:

—No le veo la gracia.

¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

Nada.

“¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?

La rutina no me aplasta. Me gustan mis rutinas: leer, escribir, cocinar…

¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

Como observó Abelardo Castillo: “Lo que llamamos estilo sucede más allá de la gramática. Toda sintaxis es una concepción del mundo.”

"Me harta la idiotez"

¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente?

Indignación: la injusticia y la prepotencia. Me harta: la idiotez.

¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

“en el campo a la hora de la siesta me internaba en la maraña de letras de salgari y su mar de piratas y tesoros en la siesta del campo yo soñaba y enterré un tesoro después no lo pude encontrar”

¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

Me divertiría ser asistente de Philip Marlowe.

El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

El silencio. Me gusta. Amo el silencio.

La gravitación de los gestos. Siempre dicen algo los gestos, también los no gestos.

La oscuridad me daba miedo cuando era chica.

Las sorpresas no sé si me gustan. Todo depende.

Desolación. No quiero desolación. Me asusta.

El fervor. Ojo con el fervor. Lo veo cerca del fanatismo.

La intemperancia. No me gusta.

El silencio y la gravitación de los gestos en la oscuridad. Después la sorpresa en medio de la desolación, alejando el estúpido fervor y la intemperancia.

¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?

Saki [Hector Hugh Munro], Silvina Ocampo, Kurt Vonnegut.

¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

Tal vez no aprecio las apreciaciones muy “definitivas”. La imprecisión me transmite duda. Y prefiero la duda a la sentencia.

¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

No siento que tengo que resolver nada. Cuando quiero a alguien, lo valoro y si esa persona no está familiarizada con la literatura, me atrae escuchar y aprender acerca de temas que desconozco.

¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

Era su opinión.

Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

En este momento los que me vienen a la mente son el Che Guevara, Vincent Van Gogh, Martin Luther King.

Prefiero la duda a la sentencia

¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

Los cuentos de Saki, los de Hebe Uhart, el libro “Sin plumas” de Woody Allen, las películas de los hermanos Coen, Les Luthiers (en su mejor época).

¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

Es que nunca me planteé un ideal.

El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

El amor tiene mucho que ver con las hormonas, y es maravilloso, pero no perdura. Puede desembocar, o no, en la amistad. En una profunda amistad.

El dinero: No es todo, pero ayuda.

La religión: Soy agnóstica.

La política: Soy agnóstica.

¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

Los espectáculos de mimo.

¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?

En la actualmente denominada Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la calle Peña, entre Larrea y Azcuénaga. Y Azcuénaga entre Peña y French, donde había una panadería con los alfajorcitos de maicena más ricos que he comido en toda mi vida, y la carbonería de Peña y French, a donde me mandaban a comprar leña chica para encender las dos chimeneas de mi casa.

¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

Paso. Ya me hiciste trabajar bastante.

“Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

Las palabras no mueren. Las personas mueren.

¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

Por supuesto que sí, el arte es un milagro.

¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

No confío en esas promesas. Las olvido.

No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?

A mucha gente. Por ejemplo al Dr. Georgios Papanicolau, quien salvó de la muerte a millones de mujeres al descubrir un método indoloro y rápido de detección temprana del cáncer de cuello de útero.

¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

Creo que mis pasiones me pertenecen. Y también creo que fui logrando distinguir pasiones de entusiasmos. Envejecer sirve.

¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?

Y qué importa… No pierdo tiempo en eso.

¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

“Cielito lindo” es un buen poema de Futoransky.

¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

El amanecer y la noche.

¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

Ninguna, soy fatal para imaginar este tipo de “eventos”.

Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

La partida más difícil.

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Bariloche y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1600 kilómetros, Luisa Peluffo y Rolando Revagliatti, 2019.

www.revagliatti.com

https://www.clarin.com/sociedad/Mundos-intimos-chica-dio-robar_0_SJ09ABNI.html

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