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Esclavos del feísmo
Esclavos del feísmo

ESCLAVOS DEL FEISMO

Por Azucena del Valle
Recuerdo que en mis años mozos el grupo "Los Sirex" tuvieron un éxito rotundo con "Que se mueran los feos" y en la canción podíamos escuchar a esos catalanes graciosos que ellos perferían que: no quedase ni uno. En esta ocasión, nuestra querida Azucena del Valle nos habla sobre los feos y los feismos en "Esclavos del ídem". Menos mal que no habla sobre los feísimos que somos algunos porque entonces no se lo habría publicado. Según ella, tan pizpireta como siempre, nos invade una ola de feísmo de las tribus urbanas que pueblan nuestras ciudades. Los que somos de pueblo, y somos paletos serranos, simplemente somos feos, pero de cojones. Si esto sigue así algún día me tendré que apuntar a un gimnasio.

- Tía, ¡se lleva lo feo!

- ¡No jodas Puri! Estamos en la era de la imagen estética retocada a golpe de bisturí eficaz e indoloro para lucir luminosos por culpa de los selfies que han provocado dismorfia -preocupación excesiva de la apariencia, derivada de una distorsión de la imagen corporal- y la exposición en redes sociales; hasta arriba de influencers profesionales pijas de todas las edades que suben miles de fotos en poses naturales, mostrando lo más in de una moda guay asequible a su bolsillo; con tíos trabajándose la tableta en horas de gin y corriendo como caballos desbocados por el parque del Retiro. ¡Se ha subido la autoestima hasta las nubes y la gente cada vez está guapa!

- Vani, lo vi con mis propios ojos el sábado por la noche tras una ola de infortunios encadenados. Venía de disfrutar una cenita chula con mis amigos en el Barrio de las Letras antes de dirigirnos a gozar de piezas musicales de los S. XVIII y XIX inspirados en la naturaleza, interpretados por alumnos virtuosos de la Escuela Superior Reina Sofía bajo la dirección de José Sanchís, en los Paseos musicales del Real Jardín Botánico. ¡Un viaje a través de los sentidos! Había estrellas y todo.

- Pero Puri, ¿no me digas que te van más la flauta travesera y los violines que la bachata?

- Cómo te lo cuento Vani; sabes que escuchar a los clásicos ayuda a minimizar el estrés y la ansiedad, a la par que favorece el aumento de la creatividad. Y yo ando necesitada de todo eso.

- Qué cultivada te veo para los tacos que metes cada vez que abres la boca. Te las das de fina como Josefina, mona.

- No mezcles Vani. Tú siempre sales con manzanas traigo y no me dejas que concluya. Pues a lo que íbamos. Al salir del Botánico a horas intempestivas -sin exagerar-, habían cortado el Paseo del Prado. Ni buses ni taxis ni nada sin saber por qué.

- ¡Hala Madrid! Por una vez, su majestad pudo entregar la copa sin abucheos ni rebuznos, imagino.

- ¡Ahí iba yo! Caímos en la cuenta al llegar a Cibeles y ver las vallas que rodeaban a la diosa y las lecheras encendidas con sus agentes preparados para recibir a la multitud enfebrecida.

- Y vosotros a patita hasta casa ¡lo veo llegar!

- Mayormente hasta Sol, que fue donde nos dejaron entrar al Metro. y entonces lo vi. Multitud de jóvenes de distinto pelaje se iban amontonando en la estación hablando a gritos. Fue cuando me di cuenta de que Sor Justina tenía razón cuando nos decía: riquinas mías, menos la belleza, todo se pega. La evidencia se abrió paso en mi mente somnolienta ¡Se lleva lo feo! Y mira tía que soy comprensiva y tolerante con el prójimo.

- ¡No jodas Puri! Son las nuevas tribus urbanas que tienen sus propios códigos.

- ¿Códigos? ¡Si no dejan nada a la imaginación!

- Claro, ¡se trata de culos prietos y tetas fuera! Porque lo feo no está en el que enseña, sino en la mente calenturienta del que mira, me vas a decir.

- ¡Y una mierda Vani! Ahora no hay estética, sino adefesios. Las tribus urbanas nacieron en los años sesenta y mostraban su disconformidad con la política, la religión y los problemas sociales mayormente, compartiendo una forma diferente de vestir, un lenguaje específico y unos gustos de consumo propios. Fue un fenómeno mundial que se extendió rápidamente por los principales países capitalistas de Occidente.

- No me des lecciones, bonita, que la primera tribu surgió entre 1960 y 1970 y aún existe por los valores que enarbolaban, como son el antimilitarismo, el pacifismo, el sexo libre. ¡Culturas juveniles articuladas!

- Tía, ¿me estás hablando de los Iglesias y acólitos?

- ¡No seas palurda! Me refiero a los hippies que no vivían en chalets y se lavaban poco. Estos viven de lujo y van muy pulidos. Y no son pacifistas, tienen mala leche.

- Pues yo te digo que los del sábado no eran tribus, eran feos que iban de juerga. No por jeta ni body, sino por lo que transmitían con su imagen descuidada.

- Tía, que no son feos. Tú eres una pija de mierda que no acepta las diferencias.

- Esta menda tiene la mente abierta y no es intransigente, pero no me gustan los adefesios, ni los horteras, extravagantes, espantajos, bodrios, birrias, ridículos. No pienso que el cuerpo sea pecaminoso; puedes ir casi coreta y enseñar lo que te salga del higo, con un orden que no moleste al otro, aunque no tengas formas esculturales, pero te digo que eran la antítesis de la lujuria en masa. Las tribus eran una organización social que permitía la socialización y la perduración de unos valores en el tiempo a la vez que un sistema de apoyo para los que no lo tenían en casa; se unían por ideales, por problemas familiares, pobreza, abuso o más cosas, un suponer. Hoy se han sustituido por los políticos de identidad, según afirma Carlos Benito en un artículo de El Correo. Hippies, Punks, Geets o Frikis; Otakus, Emos, Gamers, Mods, Ravers, Heavies, Rockers, Góticos, Skins, Bakalas. y paro ya.

- Te olvidas de las tribus de pijos de marca, presumidos y superficiales, que estudian en escuelas privadas; también abundan y perduran, aunque como los otros, nacieran en los setenta en las clases altas. Son los arregladitos que van a la moda. Me gustan tanto como los de los pantalones caídos -shaggy-pants- que tienen que abrirse de patas para poder caminar ¡Si supieran cómo nació esa moda!

- ¡En las cárceles de Estados Unidos! por la prohibición de llevar cinturones que podían ser utilizados para herir a otros presos o colgarse ellos mismos. Al final se convirtió en una seña de identidad para la población negra de los suburbios en los años noventa.

- A mí me contaron que también significaba estar disponibles.

- Lo desmienten con rotundidad. Ahora es un estilo propio de Cholos, Skates, raperos. Nada que ver con reclusos homosexuales que afirmaba la creencia popular. Y van muy feos, digo yo.

- ¡Y dale con los feos tía! ¿Qué me dices de la jeta con arrugas? ¿Del código de barras acentuado?

- Pues que hay que envejecer con dignidad. Recuerdo una frase muy acertada que decía: de aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirve. ¡La arruga es bella!

- Ni de coña Puri, eso era para no planchar las prendas de algodón o lino y fue el eslogan de una marca de ropa gallega; pero sí creo que la belleza puede encontrarse en cualquier persona. ¡No hay feos! Hay que aprender a mirar.

- ¡Ahí me has dado Vani! ¡Cien por cien!

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