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Carlos Dávalos
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Entrevista a Carlos Dávalos: "El novelista no es ni un historiador, ni un investigador que elabora un informe, es alguien que crea ficciones para, a través de la mentira, contar una verdad"

Autor de "La pólvora y los inocentes"
domingo 30 de marzo de 2025, 17:16h

Carlos Dávalos nació y se crió en Lima, Perú, donde comenzó a ejercer su carrera de periodista. Posteriormente, llevó a cabo estudios de doctorado en Lengua y Literatura en la Universidad Complutense de Madrid. Además, ha colaborado con varios medios de comunicación en América Latina, España y Estados Unidos, así como en televisión.

La pólvora y los inocentes
La pólvora y los inocentes

Su segunda novela, "La pólvora y los inocentes", le ha valido el prestigioso Premio Jaén de Novela, uno de los galardones más reconocidos en el ámbito literario de la lengua castellana.

La novela trata sobre el ayer y el hoy de Perú, evocando los recuerdos de un comandante que ha pasado por muchas experiencias, donde el dolor de la memoria se hace presente. Los niños, casi adolescentes, han sido adoctrinados en el marxismo-leninismo-maoísmo del camarada Gonzalo, conocido como Abimael Guzmán. A estos jóvenes se les prohíbe hacer la señal de la cruz y se les enseña a robar en nombre de una revolución campesina. La vida de Palomino refleja este camino, en el que pasó de ser camarada a colaborar con los militares: surge la pregunta sobre por qué el teniente Raygada le permitió seguir viviendo.

¿Considera que ha pasado el tiempo suficiente para conocer qué pasó realmente en su país durante esos años trágicos?

Es una pregunta de difícil respuesta porque habría que preguntarnos qué se considera “un tiempo suficiente”. En el Perú llegó a haber una Comisión de la Verdad que intentó responder todas aquellas preguntas acerca de los años del conflicto y que también me sirvieron, en parte, de referencia para escribir la novela. En todo caso, el novelista no es ni un historiador, ni un reportero, ni un investigador que elabora un informe, es alguien que crea ficciones para, a través de la mentira, contar una verdad. La novela a diferencia de un informe de la verdad no busca respuestas, sino más bien plantear preguntas. Toda novela que no plantee preguntas está condenada al fracaso.

¿Cómo llega a asumir un pueblo tanta barbarie? ¿Se van cerrando las heridas?

He desconfiado siempre del concepto de pueblo porque en una sola palabra pueden caber múltiples intereses y se presta mucho para la manipulación ya sea desde el poder político o desde, por ejemplo, un grupo guerrillero-terrorista que se quiere hacer con el poder. Ambos pueden utilizar al “pueblo” para alcanzar sus fines personales o partidistas. Lo que hubo en el Perú fueron decenas de miles de personas, individuos y familias, en su mayoría gente pobre y del campo que sufrieron el ataque de un grupo de fanáticos ideologizados que nunca les importó realmente los pobres, sino que los utilizaron para llevar a cabo sus planes revolucionarios e intentar hacerse con el poder. Y en un primer momento la respuesta del Estado a través de los militares fue tan bárbara como el proceder de Sendero Luminoso.

Su novela explora un conflicto armado… ¿conflicto armado es una definición correcta de lo que pasó?

Recuerdo que hubo un debate al respecto en el Perú y yo digo que los únicos que estuvieron armados fueron los miembros de Sendero Luminoso y los militares. Los campesinos, durante toda la década de los años ochenta, se defendieron de los ataques terroristas con piedras, palos y huaracas. Por eso los masacraban. Es recién en el año 1991, once años después, que el Estado decide darles armas de fuego a los campesinos para que sean ellos mismos, con asesoría de las Fuerzas Armadas, los que se defendieran de los subversivos. Es en ese momento que Sendero Luminoso comienza a perder la guerra en los andes, porque los campesinos sí sabían quién era un terrorista y quién no. Algo que los militares no supieron hacer durante los años ochenta y por eso en sus manos murió mucha gente inocente.

¿Le ha costado separar su labor de periodista de la de una persona oriunda de un Perú que vivió una etapa tan difícil?

Todo lo contrario. El hecho de haber ejercido el periodismo me ayudó mucho a concebir y escribir la novela. Uno de los personajes principales, el que sirve como hilo conductor de la trama es un periodista: Julián Mendieta. Dentro de la novela, Mendieta busca saber y entender qué pasó durante esos años en el Perú. En la novela hay mucho de periodismo.

Usted vivía en aquella época en Lima, ¿cómo son sus recuerdos de entonces?

En Lima los estragos y las esquirlas de la violencia llegaron un poco más tarde, pero llegaron. De niño recuerdo que todos los días se iba la luz porque los senderistas volaban torres eléctricas de alta tensión. Recuerdo el sonido de los coches bomba y el de las sirenas, ya sea de los carros de policía o de las ambulancias en las calles. Teníamos que encender velas en casa para iluminarnos mientras a lo lejos escuchábamos las explosiones en la calle. En mi primera novela, La furia del silencio, cuento un poco cómo fueron esos años de infancia en Lima. Todas las noches, si la luz regresaba, veíamos en los telediarios cuerpos ensangrentados, edificios destruidos: es decir, muerte y destrucción.

La lucha surgió del pensamiento marxista-leninista-maoísta de un líder… ¿cómo lo afronta la izquierda moderada desde entonces?

Dentro de la izquierda hay múltiples sensibilidades, ¿no? En la novela hay una parte que cuenta cómo los diferentes grupos izquierdistas competían entre sí dentro de las universidades. Varios de ellos creían en la lucha armada. En el ámbito nacional llegó a haber hasta tres partidos comunistas, uno de ellos el liderado por Guzmán. Durante los años ochenta la izquierda moderada estaba representada por Izquierda Unida, que era la izquierda que tenía representación parlamentaria. En los 90 con Fujimori, la izquierda desapareció del espectro político. Para Sendero Luminoso si no creías en el baño de sangre eras un reaccionario. Como se diría hoy en día, un facha. Hoy en día el concepto izquierda-derecha es difuso y por eso hablar de izquierda moderada (social democracia) es muy difícil ahora mismo en el Perú.

La novela que siempre quise escribir es la siguiente

¿Esta es la novela que siempre quiso escribir? ¿Testimonio, denuncia, aprendizaje…?

Creo que todo novelista que diga que la novela que acaba de publicar es la que siempre quiso escribir puede traer infertilidad literaria y prefiero evitar eso. En todo caso la novela que siempre quise escribir es la siguiente, y así sucesivamente.

¿Cómo ha sido su proceso de documentación alejado de su tierra?

La idea primigenia comenzó cuando hace algunos años fui al Perú a hacer un reportaje y me entrevisté, entre otros, con Benedicto Jiménez, uno de los personajes de la novela. En 1992 él y un pequeño grupo de policías fueron los responsables de capturar a la cúpula de Sendero Luminoso. Lo más edificante de todo es que nunca utilizó la fuerza ni la violencia para lograr sus objetivos, sino todo lo contrario. Él estaba convencido de que había que acabar con la barbarie sin derramar ni una sola gota de sangre y más bien supo utilizar la inteligencia. Y a pesar de que su equipo de policías estuvo marginado por el Estado peruano, lo consiguió. Antes de eso, los militares intentaron matar moscas con una bazuca y el resultado fue más violencia y más muertos. También leí muchísimo sobre el tema, casi todo lo que cayó en mis manos al respecto.

¿En algún caso la coherencia política puede justificar la lucha armada? ¿En la lucha social contra las desigualdades todo vale para conseguir un propósito?

La política no es más que la pugna por el poder disfrazada de lucha de clases, búsqueda de igualdad, o en el otro extremo, la búsqueda de una identidad racial pura, o nacional. La política solo es coherente con esa búsqueda de poder. Si a Abimael Guzmán le quitáramos la violencia explícita y la lucha armada se podría parecer fácilmente a cualquier político de nuestro tiempo de cualquier país latinoamericano o europeo. Lo que él quería era el poder y no le importó sacrificar y matar a personas inocentes para intentar conseguir sus propósitos y alcanzar ese poder. Los políticos de hoy en día solo buscan el poder o mantenerse en él. Evidentemente no pueden utilizar la violencia explícita, pero harán todo lo que esté a su alcance para conseguir ese objetivo, y por eso manipulan tanto a sus votantes. Decía Bertrand Russell que la finalidad del marxismo no ha sido tanto mejorar la vida de la clase obrera, sino la de destruir a la burguesía. Si partes de la idea de que la lucha de clases es el motor de la historia estamos condenados a vivir eternamente enfrentados. Más que una ideología que busque el bienestar de las personas lo que busca es el conflicto perpetuo. A mí personalmente las desigualdades no me preocupan tanto: lo que me preocupa es que haya gente pasando hambre, gente pobre y que vive en la miseria. Y el mejor antídoto para acabar con la pobreza, supongo, es la generación de riqueza, y que ella les llegue a todos.

Los inocentes, en su país, fueron muchos. ¿Qué pasa en el alma humana para ser capaces de hacer tanto daño a nuestros semejantes? ¿Ha encontrado alguna respuesta que pueda resarcir a las víctimas?

Hay una parte de la novela en el que uno de los personajes, Samin Palomino, que fue reclutado de niño dentro del llamado Ejército Guerrillero Popular de Sendero Luminoso, reflexiona en su adultez sobre la manera cómo la muerte y el derramamiento de sangre se justificaban por un fin ideológico. Es el dogmatismo y el fanatismo de algunas ideologías los que muchas veces justifican la barbarie.

¿Encuentra algún paralelismo entre Sendero Luminoso y ETA? ¿La sinrazón y la maldad no tienen fronteras?

Ambos eran grupos extremistas fanáticos y muy dogmáticos. ETA a pesar de que también era marxista tenía un componente de identidad nacional del que carecía Sendero Luminoso que en ese sentido era más clásico, porque era internacionalista. Abimael Guzmán quería ser la cuarta espada tras Marx, Lenin y Mao. La bandera con la que se identificaban los senderistas era la roja con la hoz y el martillo y en sus congresos cantaban la Internacional Socialista con el puño levantado. Más que maldad (que me imagino que también) lo que veo es algo de estupidez en creer que con el derramamiento de sangre de gente inocente es posible traer el paraíso a la tierra.

Solo espero haber dejado preguntas

¿Cómo cree que será recibido su novela en Perú? En España ha logrado un premio muy importante: el XL Premio Jaén de novela.

Me hago la misma pregunta. No sé cómo se leerá en Perú; creo que llegará en abril o mayo.

¿Qué es lo que más le ha impactado de los datos que ha conocido?

Más que datos creo que lo más impactante es ver cómo la condición humana puede alcanzar tales niveles de crueldad y sinsentido.

¿Con qué mensaje le gustaría que se quedaran sus lectores?

No creo ni en los mensajes ni en las moralejas en las novelas. En todo caso, solo espero haber dejado preguntas.

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