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Carolina Molina
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Entrevista a Carolina Molina, Ana Morilla y Mª Pilar Queralt del Hierro: "La mujer ha sido prácticamente invisible en nuestra Historia pasada"

Autoras de "Guerreras"
lunes 28 de abril de 2025, 12:11h

Carolina Molina García, reconocida periodista, novelista y gestora cultural, ha trabajado en una variedad de medios tanto impresos como digitales. Con once novelas históricas a su nombre, también ha participado en diversas antologías y ha hecho su debut en el ámbito del libro ilustrado con "Voces de la Historia en Granada". Por su parte, Ana Morilla cuenta con un doctorado en Teoría de la Literatura y un máster en Estudios Literarios. En la actualidad, se encarga de la dirección de la editorial Artificios. Anteriormente, ocupó el cargo de directora en la Escuela de Escritores Valparaíso de Granada. Su trayectoria incluye múltiples investigaciones literarias, artículos divulgativos y un poemario. Mª Pilar Queralt del Hierro posee una licenciatura en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona. Ha alternado entre la publicación de ensayos divulgativos y novelas históricas, logrando en 2011 el IX Premio Algaba de Biografías e Investigaciones Históricas.

Mª Pilar Queralt del Hierro
Mª Pilar Queralt del Hierro

En 2008, la imagen de Carme Chacón, una mujer embarazada que revisaba las tropas durante el Día de las Fuerzas Armadas, ocupó las portadas de los medios de comunicación. Un año antes, estos mismos medios habían resaltado su logro al convertirse en la primera mujer en la historia de España en ser nombrada ministra de Defensa. Sin embargo, parecía pasar desapercibido que a lo largo de los siglos muchas mujeres habían estado involucradas en el ámbito militar. Estas mujeres, en épocas pasadas, desafiaron las normas que las relegaban al hogar para participar en acciones bélicas; algunas lo hicieron por instinto para proteger a sus seres queridos, mientras que otras siguieron una vocación militar secreta que las llevó a utilizar diversas artimañas, siendo el disfraz de hombre la más común. "Guerreras" tiene como objetivo rescatar esos nombres, muchos de los cuales han sido olvidados por el público general o se han limitado al ámbito de la leyenda. En la entrevista, las tres autoras responden al alimón.

La historia olvida, con frecuencia, a muchas personas que sacrificaron todo por defender a su país. ¿Ocurre mucho más cuando se trata de mujeres?

Sí, claro está, España es muy “olvidadiza” con sus héroes, hombres y mujeres. La mujer, además, ha sido prácticamente invisible en nuestra Historia pasada, tanto en este punto como en todos los demás. Salvo la figura de algunas reinas, poco se conocía del papel de las mujeres, incluso hoy día apenas aparece en los libros de texto, en los libros de historia… y cuando lo hace, la mayoría de las veces es para caer en los lugares comunes: la casa y los hijos.

En este momento, la literatura habla mucho de las mujeres, reivindicando el lugar que les fue arrebatado a lo largo de la historia, dándoles voz y protagonismo. ¿Es su aportación a la historia a la vez de un homenaje para que sigan en nuestra memoria?

Las tres autoras (María Pilar Queralt, Ana Morilla y yo) tenemos un compromiso con la historia de las mujeres, en todo lo que escribimos y hacemos, intentamos visibilizar ese pasado que existió y a veces no queremos ver. ¿Homenaje? Sí, siempre es bueno homenajear, pero sobre todo visibilizar y que el gran público cambie la visión reducida de la historia que nos han ofrecido desde siglos atrás.

En distintos ámbitos de la vida social, las mujeres tuvieron que pelear duro, ¿por qué eligen a las que empuñaron las armas?

Cuando decidimos escribir un libro de biografías entre las tres creamos un listado de temas en donde la mujer era la protagonista. Puedo decir que el listado es muy amplio y poco a poco seguro que se usará para otros trabajos futuros. Analizando todos ellos nos dimos cuenta de que no existía una publicación divulgativa que reuniera a todas las mujeres que se relacionaron con la guerra, que de hecho fueron todas, porque hemos valorado todos los puntos de vista: las que tomaron las armas por voluntad propia, las que las tomaron por necesidad, las que lo hicieron desde casa y en el frente con tareas auxiliares y también a las pacifistas. Sí que hay trabajos académicos muy interesantes, pero no suelen llegar al gran público, a veces porque están dispersos o porque son muy específicos, por eso es importante el ensayo divulgativo. Y nuestra intención era dar voz a todas las mujeres, no solo a las que empuñaron las armas, porque en la guerra son muchas las maneras de luchar.

Las mujeres siempre han sido víctimas de las mayores atrocidades en cualquier guerra, ¿por qué creen que nos ha llegado esa imagen de vulnerabilidad sin resistencia?

La Historia es tremendamente manipulable, su interpretación depende de los valores que la sociedad quiera ofrecer y hasta bien poco, con el modelo de la Dictadura y antes el concepto de “ángel del hogar” se quería dar un rol doméstico y privado de la mujer. Las nuevas generaciones tienen que comprender que divulgar ese punto de vista tan manido de las mujeres es una forma de censurarlas y que muchas veces no es real. Si bien siempre estuvimos en condiciones de inferioridad legal frente a los hombres y con muchas trabas para realizar una vida plena, también hay que pensar que la mujer pudo hacer más de lo que dicen los libros de historia. No es posible que el 50% de la población estuviera esperando a que la defendiera el otro 50%, las mujeres no han sido unas inútiles y menos en tiempo de guerra, en donde tuvieron que sustituir al esposo o al padre, trabajar o tomar las armas para defender a su familia. Nunca estuvieron inactivas.

A pesar de no estar en el frente, la labor de las mujeres siempre ha sido fundamental en la retaguardia… ¿qué características personales unían a aquellas que sí dieron un paso adelante?

Hubo mujeres que sí estuvieron en la batalla como Catalina de Erauso (La Monja Alférez), Ana María de Soto (la primera alférez de marina), Francisca Burdeos (en las Guerras Carlistas), María Pita, Agustina de Aragón, Lina Ódena (republicana en la Guerra Civil) pero también hubo otras en el frente con tareas auxiliares: las enfermeras de guerra (Las Damas de la Cruz Roja o Elvira López Mourin que fue la primera enfermera de la aviación española), las aguadoras (como María Bellido o Ignacia Martínez), las escritoras que también se ofrecieron voluntarias para cuidar a los enfermos (Consuelo González Ramos), las reporteras (Carmen de Burgos, Teresa de Escoriaza)…en fin, hay muy diversas tareas que acometieron, incluida la de fotografiar la guerra como es el caso de Sabina Muchart en Marruecos. Creo que un hilo conductor es el deseo de ser útiles, demostrar que sabemos defendernos y defender a nuestros seres queridos. Todas estas mujeres dejaron claro que tuvieron un gran espíritu de supervivencia y que además eran capaces de ponerse de acuerdo en los momentos más críticos empleando la sororidad de la que ahora tanto se habla. Ellas sabían que estaban desprotegidas ante la ley y por la sociedad, así que se ayudaban entre ellas. Gracias a eso hubo batallones completamente femeninos, como el de Santa Bárbara en la Gerona que se enfrentó a las tropas napoleónicas o mujeres que ayudaron a reconstruir la muralla defensiva de La Coruña cuando fue atacada por los ingleses en el siglo XVI.

¿Debemos seguir rompiendo estereotipos? ¿Todavía en el S. XXI?

Desgraciadamente sí. Tenemos muy interiorizada la imagen de la mujer en casa y cuidando a los hijos de forma pasiva, aunque también en esto hay que romper una lanza por la mujer. Aun cuando se quedaban en casa, ejercían muy diversas labores no reconocidas y que fueron esenciales para el avance social. Ayudaba al esposo en el negocio familiar, eso cuando no era ella la empresaria real escudada en la figura del marido, porque no estaba bien visto que una mujer tuviera iniciativa, y ¡cuántas maridos firmaban los libros que realmente escribían sus mujeres! En contra de lo que se piensa, pocas mujeres de clases desfavorecidas se quedaban en casa, tenían que salir a la calle a trabajar (cocineras, criadas, lavanderas, planchadoras, costureras, nodrizas…). La mujer era la que cuidaba de los hijos y se enfrentaba a las terribles gestaciones y partos, educaba a las nuevas generaciones y las preparaba para ser personas independientes. La mujer ha sido siempre una hacedora multitareas dentro y fuera de la casa. En la actualidad también siguen existiendo estas mujeres “multitareas” y no se las reconoce lo suficiente. Con todo, hay que ser optimistas y decir que hemos avanzado mucho pero no hay que bajar la guardia.

Las normas sociales encorsetaron a la mujer siempre… para cambiar las cosas ¿hay que saltarse esas normas sociales, romper con ellas?

Muchas de estas mujeres que ahora conocemos como “excepcionales” porque fueron minoría, efectivamente se saltaron las normas, otras veces no existían normas y se acogían a un vacío legal. Pero hay que cambiar el punto de vista, por ejemplo, ¿Qué hacía una mujer como María la Bailaora en un barco de guerra participante en la Batalla de Lepanto? ¿Cómo era que una mujer podía estar en un barco? ¿Era eso posible? ¿Fue la única mujer que participó en la batalla? Yo pienso que si hubo una mujer pudo haber más. Existían leyes que prohibían que las mujeres convivieran con la tripulación pero también se sabe que debió haberlas porque en los naufragios se ha encontrado documentación que hace referencia a mujeres. Si hubo leyes que prohibían es porque había algo que prohibir. Así que desde mi punto de vista se puede analizar la situación de la mujer en el pasado siguiendo los vaivenes legales, incluidas las demandas presentadas por esas mujeres tras la guerra, porque cuando dejaron de luchar y volvieron a su situación civil reclamaron un sueldo como soldado y les fue reconocido. Eso indica que la sociedad las reconocía y en muchos casos hasta las elogiaba.

"Los jóvenes de hoy no pueden ser conscientes de la dimensión que tomó la lucha por los derechos de la mujer de nuestras madres y abuelas"

¿Creen que falta pedagogía? ¿Qué los jóvenes de ahora no son conscientes de las trabas que tuvieron que superar sus madres, sus abuelas…?

Sinceramente, y con excepciones, los jóvenes de hoy no pueden ser conscientes de la dimensión que tomó la lucha por los derechos de la mujer de nuestras madres y abuelas. Y es lógico, porque ellos han crecido en libertad y en democracia. Basta ver un documental de la dictadura para comprender la situación de inferioridad legal y personal que tenía la mujer, que dependía enteramente de su esposo o de su padre, que no podía firmar, ni vestir como quería ni estudiar lo que deseaba. Era una situación de semi-esclavitud que es imposible comprender si no se ha vivido. Por eso es tan importante seguir divulgando, visibilizando y también revisando la historia.

Quisiéramos que el lector se quedara con el horror que conlleva toda guerra

¿Cómo ha sido escribir un libro a seis manos para encontrar una voz necesaria, un ritmo, para que no desentonaran las biografías que nos presentan en su obra?

Ha sido fácil y difícil. Fácil porque tanto con María Pilar Queralt como con Ana Morilla es un verdadero placer trabajar. Son unas grandes divulgadoras y unas magníficas personas, así que el respeto y la sororidad han fluido. Por otro lado sabíamos que era complicado escribir con nuestros propios estilos, que (y esto es una valoración personal) son en el caso de María Pilar más divulgativo, en el de Ana más académico y en el mío más periodístico. Es cierto que ha influido mucho también el periodo histórico tratado, pues no es lo mismo un capítulo dedicado a las guerreras lusitanas, brácaras y ártabras que en uno sobre las mujeres soldado del siglo XIX pues en las primeras casi no hay información y tenemos que recurrir a las referencias o leyendas (también importantes para entender la sociedad) y en las segundas existen artículos amplios en la prensa.

¿Cada una de las autoras elegía sobre quién quería escribir? ¿Cómo se repartían el trabajo?

Sí, hicimos una lista muy larga de mujeres de las que tuvimos que eliminar algunas, otras las incorporamos en los capítulos de otras, porque el libro tiene veintitrés capítulos pero no veintitrés mujeres. Mujeres hay muchas, deberíamos contarlas, porque una referencia a otra. Al estar en el proceso de documentación, la primera que encontraba a una nueva “heroína” se la solía quedar. En mi caso solicité las del siglo XIX, que es el siglo en el que me siento más cómoda, aunque reclamé para mí también a una granadina, como María la bailaora y a Catalina de Erauso.

Cada una de ustedes: si tuvieran que elegir una guerrera frente a todas, ¿con cuál se quedarían?

Ana Morilla se queda con la granadina María Pacheco, una figura poco comprendida de la historia española, que durante la Guerra de las Comunidades (1520-1522), una vez viuda, supo y quiso tomar el mando en Toledo, donde se convirtió en líder del levantamiento contra Carlos V, conflicto que hoy se considera por algunos historiadores como uno de los primeros intentos (fallido) de revolución burguesa en Europa, antes que en Francia o Inglaterra. A María Pilar Queralt del Hierro le cuesta dar un solo nombre, pero reconoce que tiene debilidad por Agustina de Aragón puesto que pese a ser la heroína por excelencia de la historia de España es una gran desconocida. De hecho solo se habla de ella para resaltar los hechos del Portillo pero se desconoce su trayectoria posterior o circunstancias tan curiosas como que Lord Byron la citó en los versos de Las peregrinaciones de Childe Harold. En cuanto a mí, Francisca Burdeos, soldado en las guerras carlistas me ha supuesto una revelación, pues la descubrí mientras me documentaba para mi nueva novela. Además de ella las cronistas de guerra, como mi admirada Carmen de Burgos o las aguadoras, con un cometido tan importante, me parecen muy dignas de ser divulgadas.

¿Con qué mensaje les gustaría que se quedaran sus lectores?

El papel de las mujeres en la guerra a lo largo de la historia es mucho más rico y complejo de lo que podemos pensar hoy día. Con “Guerreras. Españolas que empuñaron las armas” mostramos a unas mujeres y también unos hechos, situaciones y realidades en las que se vieron envueltas. Ojalá que salgan del anonimato y del entorno académico para ser conocidas por todos.

Por otro lado, hablar de la mujer y cómo le afectó la guerra, es un paso más para conocer la historia del universo femenino, porque hay que revisar todas las situaciones en las que se vieron inmersas, las mismas en las que estuvieron los hombres.

Quisiéramos que el lector se quedara con el horror que conlleva toda guerra. La mayoría de los nombres que aparecen en estas páginas son mujeres que se vieron obligadas por las circunstancias a empuñar un arma, cuidar a las víctimas, o narrar con la cámara o la pluma el caos que las rodeaba. Todas, sin excepción, vivieron en sus carnes esa locura colectiva a la que llamamos guerra.

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