Entre las cosas que subyacen, o quizás no, es la amistad. Y la fina línea que separa una actitud, un recuerdo, un hecho, un pensamiento, lo que se dijo, lo que se evitó, lo que se sintió y no expresamos, o quizás sí.
Una representación de uno mismo, de dos mismos, ¿es posible que atraiga? ¿Que sea lo suficientemente contundente para tener el interés de cientos de espectadores? A la vista está que sí. Pero lo bueno del caso, es que son los hechos acaecidos, acontecidos, sucedidos, como los que uno imagina que pueden suceder. Nos cuenta una obra, no exactamente una situación, y se disipa el argumento que no tiene, y se difumina la trama, pero crece el conflicto, se amplía el horizonte artístico o escénico, y se pone a refrescar una nueva forma de interpretar, de hacer teatro, de mostrar espectáculo.
Ahí los tenemos. De Nao Albet y Marcel Borràs. Es el título de la obra. Es la esencia de la obra, es el combate de Ópalos y Tasia, recordando al gran Francisco Nieva, es un macaneo humanístico y lingüístico, es un enfrentamiento entre amigos, es la sombra y la sombra, es la luz y la luz, es el puño que se alza y la mandíbula que recibe el puñetazo, son la dudas, es el ego, es la creatividad y la originalidad y la imaginación, es lo que fue y lo que se supone que fue.
Una línea blanca separa las amistades y, al mismo tiempo, delimita cuál es el terreno de cada uno. En principio no hay campo hostil. Son las ilusiones, los recuerdos, los proyectos, hasta que llega el éxito, hasta que se desborda el vaso, hasta que la luminosidad ciega a los componentes de la compañía.
A esta compañía integrada por dos, ñaque o de piojos y actores, de José Sanchis Sinisterra, vagabundos del espacio y el tiempo, estos dos nuevos pícaros, Nao Albet y Marcel Borràs, o viceversa, nos hablan de la teatralidad de la amistad, de la belleza de la palabra, de la consecuencia de las acciones, de saltarse las reglas teatrales, si las hubiera o hubiese, del estremecimiento, del enfrentamiento, de los vaivenes de las relaciones personales, de los instantes que perduran, de los éxitos que encumbran y luego exigen, de las caídas y sus posteriores levantadas, de hacerse preguntas sin querer contestarlas o, mejor, de responder sin que pregunte nadie, que a nadie le importa, realmente.
Miro la ficha artística de este antitexto, de este perderse para después encontrarse, o de este encontrarse sin buscarse, de este sueño escénico, de las intenciones de estos dos creadores y, en toda la ficha, son sus nombres repetidos, Nao Albet y Marcel Borrás, texto, Nao Albet y Marcel Borrás, dramaturgia, Nao Albet y Marcel Borrás, dirección, Nao Albet y Marcel Borrás, espacio escénico, Nao Albet y Marcel Borràs, sonido, Nao Albet y Marcel Borràs, iluminación, Nao Albet y Marcel Borràs, vestuario, Nao Albet y Marcel Borràs, movimiento, Nao Albet y Marcel Borràs, artes marciales, Nao Albet y Marcel Borràs, documentación y vídeo, Nao Albet y Marcel Borrás, voces en off, alumnos de Nao Albet y Marcel Borràs, espectadores, ¿Nao Albet y Marcel Borràs?
Nos pedirán que les otorguemos el dictamen final de quién merece morir de cáncer de ego y quién no, pero volveremos a empezar, y sacaremos la conclusión de que la conjunción no es disyuntiva, “o,” sino copulativa, “y”.
No es paz o guerra, no es dolor o placer, no es calor o frío, no es amor o amistad, no es lleno o vacío, no es nacer o morir, es y, Nao y Marcel.
FICHA ARTÍSTICA
DE NAO ALBET Y MARCEL BORRÀS
Texto, dramaturgia, dirección, espacio escénico, sonido, iluminación, vestuario, movimiento, artes marciales, documentación, vídeo, voces en off: Nao Albet y Marcel Borràs, por orden alfabético.