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"Neandertales", de Rebecca Wragg Sykes

Ed. GeoPlaneta. 2021
viernes 19 de septiembre de 2025, 22:21h
Neandertales
Neandertales
Este libro analiza, de forma pormenorizada y rigurosa, como fueron uno de los grupos de Homo Sapiens, que en este caso gozan de todo mi interés, y me refiero al Homo neanderthalensis. En el verano de 1856, en la cueva de Kleine Feldhofer, al suroeste de la ciudad alemana de Düsseldorf, se encontraron una importante cantidad de huesos, que, analizados por uno de los propietarios de la cantera, consideró que podrían pertenecer algún tipo de animal, sobre todo por la conformación de la bóveda craneal hallada. Será, entonces, cuando el fundador de una sociedad natural alemana, Johann Carl Fuhlrott visitó la cantera y decidió, taxativamente, que los huesos eran decididamente humanos, y que eran obviamente muy antiguos.

Parece que el descubrimiento de Feldhofer encendió la imaginación de las gentes del lugar, según se desprende de los periódicos, y los eruditos más relevantes empezaron a pedir permiso para ver los misteriosos huesos. A principios de 1857 se envió un molde de la bóveda craneal al anatomista Hermann Schaaffhausen, de Bonn, cuya mente, por fortuna, estaba abierta a la posibilidad de que se tratara de fósiles humanos. Por último, una caja de madera con los restos, custodiados por Fuhlrott, partió hacia Bonn en ferrocarril. El ojo experto de Schaaffhausen reparó enseguida en el tamaño de los huesos -especialmente el cráneo-, en tanto que otros rasgos como la frente inclinada le recordaron a los simios. Dada su evidente antigüedad y procedencia, se inclinaba a pensar que debían de pertenecer a una especie humana primitiva. Aquel verano, Johann Carl Fuhlrott y él presentaron sus hallazgos ante la Junta General de la Sociedad de Historia Natural de la Renania y Westfalia Prusianas. Pocos años después de esta presentación extraoficial en sociedad, otros huesos rescatados por azar se convertirían en el primer fósil humano con nombre científico: Homo neanderthalensis”.

El término ‘neanderthal’ proviene del nombre del ‘valle de Neander’, que fue el lugar o morada originaria donde aparecieron los fósiles. No está claro que grupo homínido fue anterior al género HOMO, pero es aceptado que el primer homínido común compartido con los neandertales sería el Homo ergaster, quienes aparecieron en La Tierra hace unos dos millones de años, y hace un millón de años estos humanos ya vivían como cazadores-recolectores, bastante más especializados tecnológicamente que las especies precedentes. Los Ergaster eran esencialmente humanos. Eran muy altos, corredores competentes y carecían de pies preparados para trepar, tenían dientes pequeños y extremidades claramente proporcionadas, lo que los hacía, de forma prístina antecesores de los neandertales y de los cromañones. No hay duda de que se desplazaron fuera del continente africano, aunque se han descubierto fósiles y herramientas simples que proceden de una población euroasiática, de gran antigüedad, medida en unos dos millones de años. Los restos de los homínidos más antañones encontrados en la Europa occidental proceden del extraordinario yacimiento del Elefante en Atapuerca, que datan de hace un millón doscientos mil años. En el yacimiento de la Gran Dolina se han encontrado unos restos óseos, datados de entre 850 y 800 mil años, antepasados de los neandertales y de los sapiens, y se les ha denominado como Homo antecesor. El Homo ergaster es denominado como Homo erectus entre sus representantes del continente asiático. Es preciso refutar, claramente, que representen un puente de relación con los simios más superiores, chimpancés, orangutanes y gorilas.

«Un libro imprescindible para cualquier interesado en la humanidad. Desde su descubrimiento hace más de 160 años, los neandertales han pasado de ser vistos como los perdedores del árbol genealógico humano a ser considerados homínidos de primera categoría. En Neandertales, Rebecca Wragg Sykes utiliza su experiencia en las investigaciones punteras sobre el Paleolítico para compartir nuevos conocimientos acerca de nuestros primos lejanos, derribando los tópicos que los representaban como brutos harapientos por páramos helados. Aquí los neandertales se nos revelan como humanos curiosos e inteligentes, conocedores de su mundo, con creatividad tecnológica y capacidad de adaptación al medio. En una época en que nuestra especie no se enfrenta a grandes amenazas, estamos obsesionados por lo que nos hace especiales. Sin embargo, buena parte de lo que nos define estaba también presente en los neandertales, y su ADN se encuentra aún dentro de nosotros. La organización, la cooperación, el altruismo, la pericia artesanal, el sentido estético…quizás incluso el deseo de trascendencia más allá de la muerte. Solo comprendiendo a los neandertales podremos conocernos de verdad a nosotros mismos».

En varios museos del mundo se encuentran diversos fósiles de retoños neandertales, que solo pueden ser identificados, en lo que a su sexo se refiere por el ADN o Ácido Desoxirribonucleico, pero los años si pueden calcularse por medio de los dientes o los huesos, sobre todo los largos (fémur, tibia, peroné, húmero, clavícula, etc). “Una impresión también contradictoria se obtiene del cuerpo de un muchacho de la cueva de El Sidrón (Asturias). Sus dientes traseros estaban menos desarrollados de lo que cabría deducir por las periquimatias, y algunos de sus huesos se parecían más a los de un niño de 2 o 3 años menos. Quizá era solo un niño escuchimizado, pero esto demuestra que el desarrollo de los neandertales era variable y complejo. Curiosamente, el cerebro del niño de El Sidrón presentaba también un cierto retraso para la edad que aparentaba, y comprender este aspecto del crecimiento reviste especial importancia”.

Al nacer, los cráneos neandertalenses tenían un cerebro mayor. El libro, muy completo y enjundioso, no ofrece ningún tipo de bibliografía, que es una carencia extraña, pero cada maestrillo tiene su forma de dar docencia. Una de las cuestiones esenciales para poder conocer el grado de evolución de cualquier identidad homínica prehistórica es, obviamente, como era manejado el fuego. Este símbolo es uno de los más poderosos de la evolución de los seres humanos, otorgaba luz y calor, pero asimismo protegía de los depredadores. Lo difícil es conocer para que servía, ya que se han descubierto tres niveles, desde suelos calentados al rojo en la base y después un nivel negro, coronado por las cenizas del combustible abrasado. No se puede negar, y ningún prehistoriador lo niega, que utilizaron el fuego, y que desde hace 120.000 años formó parte de la vida cotidiana de aquellos hogares. Lo que no se conoce es sobre si los neandertales se llevaban el fuego cuando lo encontraban, o si estaban capacitados para producirlo. Quizás los neandertales eran capaces de producir fuego a su libre voluntad, y según como vivían. Por lo tanto, invito a la lectura de este volumen estupendo y necesario. «Nulla crimen, nulla poena sine lege».

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