- Pero criatura, a estas alturas, ¿haciendo un diccionario?
- Tía, es imposible entender la jerga moderna si no ponemos los puntos sobre las íes. Están los fruteros, los carniceros, los fontaneros y hasta los curas, que echan las muelas con los políticos, porque se está prostituyendo el lenguaje y tienen a las clientas confundidas. Me ha dicho Mariano que el otro día se le cabreó una señora cuando le pidió chorizo de cantimpalo y él, con sorna, le dijo que si no prefería mejor un par de chistorras vascas. Y al Sebas le han echado del Seguro porque llamó pidiendo una fontanera que me arregle las goteras y la señorita que atendía los partes le contestó, desabrida, ¡a reírse al Congreso, que es donde está el circo!
- ¡Que me meo, Puri! Si la Landi tuvo que aprender el argot de los maleantes cuando se incorporó al Grupo VII de la BIC (Brigada de Investigación Criminal) para poder entender tanto a los pringosos como a la madán o pasma, los periodistas y la ciudadanía en general tienen que ponerse las pilas si quieren pillar algo en los telediarios no zurdos, porque en la tele que pagamos todos no van a decir ni pío.
- Cien por cien, Vani. Y todo por no llamar a las cosas por su nombre. Aprovechan la riqueza del castellano y las diversas acepciones que tienen tantos sustantivos y se escurren como las anguilas.
- Lo que aprovechan es la ironía y la jeta española, antes llamada picaresca.
- ¡No te jode! Un ladrón siempre será un ladrón, aunque lo llamen chori, chorizo, caco, ratero, mangante, choro… Y una cartera siempre será una cartera, aunque la nombren gamba, pelleja, música o saña, y se susurren al oído los choros: desmicha al lila y pispa la saña que lleva en el fili de la cula. Yo saludo a la señora, me llevo lo colorao y salimos de naja sin dar mulé a nadie.
- Eso era arte y no el de los Corleone.
- Tía, esos iban a la iglesia, pero menos que algunos catalanes famosos. El otro día le pedí al capellán de mi parroquia dos misales para regalar y me dijo que si me creía que él era el reverendo mosén, es decir, el gestor andorrano de la Sagrada Familia Pujol, al que santificaron con el título de los antiguos clérigos del Reino de Aragón, y acabó el cura echándome en cara que no tenía pinta de ser la madre superiora de la congregación y tener un hijo capellán de la parroquia. Me largó ofendidito.
- ¡Así estaba el clero de cabreado con estos sinvergüenzas!, todo el día traspasando misales, y dándose golpes de pecho, y sólo se sabían plegarias para que no les pillaran.
- Y yo me pregunto, pequeño saltamontes, ¿el lenguaje crece o se enriquece? ¿la economía nacional puede aguantar tanto cabrón? ¿se puede sostener la democracia con tanta gente sin escrúpulos? Y como somos tan listos y nada pasa factura, ¿vamos a proponer a la Unión Europea otro cambio de moneda?
- Buena pregunta Puri. Si en Rumanía, Bulgaria -que no tiene leuros-, y Austria, apenas consumen verduras, ¿cómo van a pagar con lechugas? Si en Noruega y Suecia -que tampoco tiene-, apenas ven a Manolo, ¿te parece que van a aceptar soles como moneda de cambio? Si en Bélgica, Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia, apenas consumen carne, ¿cómo se las van a arreglar para poner fábricas de chistorras? Un despropósito, tía.
- Está claro que Peíto -que dice mi amiga Maque- está perdiendo fuelle y protagonismo en la UE, pero como se lo proponga es capaz de conseguir que se paguen los viajes del Imserso con menudillos de pollo en sobres al vacío. Si ha sido capaz de acabar con la masacre de Gaza enviando solo una flotilla, mantener a sus palmeros y hacernos creer que es lo mejor que le ha pasado a España en décadas, se pinta solo para unir a los países cultivando huertos ecológicos y charcutería sin grasa.
- ¡Voto por eso, tía!, con lo que me gustan las morcillas y las berenjenas…
- ¡Cien por cien, tía! ¡Cien por cien!