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artículo de opinión

17/09/2022@11:11:00

Preservar una cierta memoria, apostar por la objetividad, no ocultar la escalada de mayúsculos sinsentidos que han llevado a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, ante el relato que nos presentan a diario las grandes cadenas audiovisuales, te convierte poco menos que en un enemigo de Occidente, si no en un peligroso antisistema. Lo canónico, entonces, será comulgar con ruedas de molino. Sólo ahora, cuando comenzamos a sentir su presión aplastante, pero también cuando ya no cabe marcha atrás, descubrimos lo obvio y tanto más dramático: no es Putin, somos nosotros quienes nos hemos disparado una bala en el pie.

Arriesguemos de entrada una hipótesis discutible. Hay generaciones que hacen historia y otras que padecen la historia que hicieron sus mayores. No creo que sea muy original, pero tampoco doy ahora en el trastero desordenado de mi memoria lectora con un precedente claro de mi teoría. Vamos, pues, con la casuística, que será, me parece, lo más clarificador.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

En las pelis clásicas hay un recurso cinematográfico que da mucho juego. Una pareja llega a la habitación de un hotel. Ella susurra maliciosa “one momento please, voy al baño”. Él espera ansioso junto a la ventana. La chica vuelve cubierta con un albornoz blanco. Secuencia de tensa y exaltada sensualidad. Se miran, saben que algo va a ocurrir. Y ocurre. Ella deja caer lánguidamente el albornoz. Está desnuda. Él la mira alucinado. La tía debe tener unas tetas increíbles, pero no te las enseñan. Siguiente escena, beso, revolcón apasionado, etc. Hasta aquí todo okey.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Otra vez Diana de Gales, por los clavos de Cristo. Les vale todo con tal de no hablar de lo que tienen que hablar. Veinticinco años de su muerte, y luego cincuenta y luego cien. Si la humanidad está involucionando, imagínate cómo estará dentro de cien años. El día de la marmota sin fin.

Pero qué aberración! ¡Es intolerable! Suministramos a Ucrania miles de millones de euros en armamento, multiplicamos las sanciones contra Rusia, declaramos a Putin enemigo de la humanidad, ¡y el autócrata del Kremlin responde cortándonos la llave del gas! Tras escuchar a diario razonamientos de este nivel uno se pregunta, no ya tanto por la locura inherente a cualquier guerra, sino por los límites de la cordura, incluido el cociente intelectual del establishment que rige nuestros destinos.

Puede un poeta dar lecciones de alta política a las élites mediáticas concertadas en cretinizarnos? El canadiense Peter Dale Scott escribe versos, ejerce como profesor de literatura en Berkeley, pero se le conoce más por su rango como doctor en ciencias políticas. En 1972 emprendió un trabajo de investigación acerca de lo que se ha dado en llamar el Estado Profundo norteamericano -Deep State- de lectura obligada para entender el mundo contemporáneo tal como es y no como nos lo presentan.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Como diría Jack el destripador “vayamos por partes”. 1) Es verdad que Letizia da juego, pero no quiero erigirme en su comentarista oficial, mis aspiraciones intelectuales van más lejos. 2) Es verdad que le queda bien la minifalda. Sus piernas han pasado de un 5 raspado a un 7,5 gracias a su férrea disciplina y al curro de su entrenador personal (sus musculosos brazos molan menos) 3) ¿Cuál será la siguiente transgresión? No hay más preguntas, señoría.

The ensuing anthropological depictions of moral corruption, I hope, will be useful for those propagandists who are working on behalf of justice. This brief text is the result of my observations in the spheres of politics and my multifarious readings. Our mind, when we suffer an accident here, a misfortune there, a disgrace today, and the bitter fruits of our improvident facts dropping like a rain of pain upon us, tends to frame a metaphysical scene in which tragedy is the main protagonist. Tragedy is a system too, which sometimes presents a light in order to alleviate the painful life of humanity. This light is called, in accordance with the analyses of Machiavelli, “occasione” (1).

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Dora Gabe fue una mujer polifacética, dirigió editoriales destinadas a la publicación de cuentos para niños y adultos. Difundió su poligrafía en revistas y periódicos, dando a conocer la situación real de la sociedad búlgara en el siglo XX.

La noticia de cabecera no podía ser otra: ayer el fallecimiento de Mijail Gorbachov, hoy el de Isabel de Inglaterra, dos personajes de enorme relevancia histórica. Entre esas dos efemérides, otro no menos relevante, pero invisible a lo largo de los últimos treinta años –“el hombre más solo del mundo”- ilustraba el cierre de los diarios con otro cierre.

Ojeando los periódicos me sorprende la mención al último Boletín del Museo Arqueológico Nacional, donde la historiadora Marta Arcos García ha publicado, siguiendo con su anterior y muy extenso trabajo Patrimonio en Guerra (2017), un artículo titulado “Palmira 2011-2021. Diez años de destrucción en el reino de Zenobia”.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Me he tomado mi tiempo antes de valorar las amargas lágrimas de Sanna Marin, la sufrida primera ministra finlandesa sometida a la maledicencia de esta sociedad heteropatriarcal de mierda. Van a por ella, tío.

Los amantes a la lectura saben muy bien lo adictiva que puede llegar a ser. Sin importar si se lleva a cabo con libros físicos o con libros digitales como los encontrados en bibliotecas virtuales como onemorelibrary.com, se trata de una experiencia estupenda capaz de dotar al lector de muchas sensaciones.

Según noticias, este año, la reposición en el Festival de Bayreuth de la tetralogía El anillo del Nibelungo (El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses, estrenada en su integridad, allí mismo en 1876) ha sido un absoluto desastre en su faceta dramática y atrezzo; en cuanto a la musical, ha ido transcurriendo, conocidas las colosales dificultades que presenta cada una de las piezas, con una discreta dignidad.

Sean físicas o metafísicas, las únicas fronteras que me interesan son las permeables. Más de que de geopolítica, hablemos entonces de “geopoética”. Un día te pierdes por la Francia secreta y, de repente, en una pequeña librería, te encuentras con lo último de Claudio Magris. ¿Qué más puedes pedir?