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pildorazo

PLAZA DE GUIPUZCOA

21/03/2023@05:05:00
Si escribiera el título de esta columna en inglés, sería otro nivel. Pero también te digo dos cositas: una, me debo a mi público y dos, no hablo inglés. Prefiero hablar solo un idioma con precisión y rigor.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Tengo una semana complicada. En cuatro días empalmo Madrid y Barcelona. No es por darme el pegote de viajera cosmopolita, al contrario. Me justifico y me fustigo por ser tan voraz, insaciable y ansiosa. Si quisiera fardar de algún hito madrileño, ya hubiera contado que conozco bien “Ramsés”, ese local de moda pijo y exquisito que ahora mismo está en el ojo del huracán de la trama “Mediador”.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Hemos tratado con demasiada benevolencia “la pichula” de Vargas Llosa. Dirás que soy muy drástica, pero te aseguro que, solo por llamar “pichula” a su pene, yo le hubiera quitado el Nobel.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Vuelve la burra al trigo. Te parecerá un aforismo poco glamuroso para un ex miembro de la casa real inglesa. Que me perdonen los burros. Después de las entrevistas incendiarias, titulares escandalosos y series “on fire” en Netflix, vuelve el raca raca lloriqueante y quejumbroso de Harry Windsor en forma de ajuste de cuentas literario.

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Aguanta que queda poco. No nos ha tocado la lotería y hemos soportado estoicamente la cena de Nochebuena y el discurso del rey. Por cierto, salvo que Felipe VI se decida algún día a echarse al monte (que no creo) yo le daría un par de vueltas a su sermón navideño.

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Hay días que te levantas con una energía tan bestial que podrías dar la vuelta al mundo. Pero te conformas con dar la vuelta a la tortilla. A la tortilla de patatas, quiero decir, sin metáforas ni leches.

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Dicen que cuantas más veces cambies de casa, mejor sabrás gestionar tus problemas. Depende, tío. Es una gilipollez que acabo de leer y no sé quién la dice. Podría ser un borderline o un iluminado.

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Yo de pequeña quería ser muchas cosas, eso sí, todas de ringorrango y oropel: princesita, bailarina o artista. Me paseaba por casa con trapos en la cabeza hablando a un público imaginario (y sigo igual) para befa y mofa de propios y extraños.

PILDORAZO

Soy cañera y polémica y no cejo hasta darme el hostión. Discutir por discutir es una chorrada, ¡ojo! salvo que te paguen (matiz importante). Mira los profesionales grouchomarxistas de los medios, tienen sus principios, pero si a su jefe no le gustan, tienen otros. Ahora mismo, cualquier boticario te hace un informe a la carta y te da el coñazo impunemente.

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Menos mal que me he dado cuenta a tiempo. Estoy entrando en bucle. Llevo tres columnas hablando del universo Preysler. Pero está vez está justificado. Lo último de Isabel es un bombazo. Se ha pillado un entrenador personal para ponerse a punto. Puedes pensar bien o mal. Bien, que tiene nuevo novio. Mal, que acaba de cumplir 72 castañas y le está viendo las orejas al lobo.

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Está el cotarro tan volátil que no te puedes despistar. En un momento la “info” que manejas se va a tomar por saco. He pasado cinco días en Madrid, eso sí, desconectada y a mi bola y me lo he encontrado todo hecho unos zorros. Llegas a la estación de San Sebastián y crees que estás en Kiev.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Están pasando cosas rarísimas. Si no fuera porque hemos visto las luces de navidad colgando en las calles, parecerían las vacaciones de verano con las terrazas petadas de guiris bebiendo birras. Somos como esas gallinas enjauladas con las fluorescentes en la cresta que no paran de poner huevos.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Es muy fácil ser hipócrita. Seguro que alguna vez te han dicho con gesto compungido “me pongo en tu lugar, tío”. Mentira podrida. Nunca nadie se va a poner en tu lugar. Y si se pone, será porque te ha movido la silla. No pidas consejo y sé fiel a tu criterio.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Mi madre, que era compasiva y naif (un beso amá) le confesó un día a su director espiritual que, ella a veces, sentía odio por algunas personas y esto le hacía sufrir. El cura, un tipo práctico y perspicaz, le alivió con una respuesta que en mi familia es un mantra: “No, Beatriz, no sufra, usted no siente odio, siente asco y el asco no es pecado”. Genial el cura. De un plumazo se cepilla el delito de odio.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Con todos los melones que tienen abiertos los iluminados de la Unión Europea, pensé que se olvidarían del cambio de hora. Pero ni de coña. Será la edad, pero esta vez siento más el desajuste horario: empanamiento general, modorra, sopor y mala leche al levantarme. O sea, hecha unos zorros, tío. Un “jet lag” a lo bestia.

PLAZA DE GUIÚZCOA

Sería largo de explicar, pero sé que mi ordenador tiene sentimientos. Y no solo eso, además es sensible y tiquismiquis. Como le des un meneo un poco brusco, se mosquea, se bloquea y a tomar por saco, ya has hecho el día.