Este libro de mucha enjundia esclarecedora nos aproxima, sensu stricto, a lo que representó ese nuevo género didáctico de relación explicativa, de cómo se podían analizar todas las vivencias terrenales y de relación sociológica con la divinidad, con ejemplos empíricos muy comprensibles para la mentalidad de aquellos israelitas del primer siglo, muy apegados a las cuestiones de su proximidad vivencial. No obstante, el estilo conceptual de las parábolas de Cristo es, en ocasiones, complicado de entender, a pesar del esfuerzo que realizará el Hijo Unigénito de Dios-Yahwéh para ser comprendido por aquellas mentalidades tan duras y, en ocasiones, de intelecto cerril. Algunas de estas parábolas son difíciles de racionalizar, incluso estando ya altamente secularizadas y desligadas de sus contextos originales.
«Las sabias lecciones económicas en las enseñanzas de Jesús. Las parábolas del Nuevo Testamento siguen siendo omnipresentes. Muchas de estas narraciones didácticas con las que Cristo predicaba el Evangelio han trascendido al imaginario popular y al lenguaje cotidiano y, sin embargo, pocos han percibido las enseñanzas de una de sus analogías más frecuentes: el dinero. En la economía de las parábolas, Robert Sirico detecta los propósitos económicos universales de las trece parábolas -la del tesoro escondido, los talentos, los trabajadores de la viña, el rico insensato, los dos deudores y el hijo pródigo, entre otras- configuradas a partir de las realidades económicas y la vida comercial de la época de Jesús. La fuerza de estos relatos perdura porque los ejemplos del Mesías son atemporales, como también lo son los dilemas sobre la distribución de los recursos. De estas alegorías, que tienen un significado espiritual más profundo, pueden extraerse múltiples lecciones prácticas sobre el cuidado de los pobres, la administración de la riqueza, la distribución de las herencias, la gestión de las desigualdades o la resolución de las tensiones familiares».
Deseo añadir el estudio del profesor y economista Miguel Anxo Bastos: “Las parábolas evangélicas son también fuente de sabiduría económica para los que han sabido interpretarlas bien. Nadie como el padre Sirico para poder leerlas de esta manera”. El vocablo ‘PARÁBOLA’ se debe traducir del griego como algo que se coloca al lado o ubicar junto a otra cosa; por lo tanto, se puede considerar como algo comparativo, una especie de analogía que sirve para revelar una verdad más profunda. “El término fue utilizado por Platón y Sócrates para denominar una historia comparativa, una analogía ficticia designada para revelar una verdad más profunda. Séneca afirma que las parábolas son necesarias para la propia demostración de la verdad. El Talmud también incluye parábolas, profundizando en su uso en las escrituras hebreas”.
Este tipo de estructuras dialécticas se han utilizado, a lo largo de la historia como instrumentos retóricos o de enseñanza. Pero, en Jesucristo la cuestión ya es más complicada, porque su significado transmite trascendencia, y su implicación es mutable según la audiencia que las recibe. Es decir, la parábola nos conduce a una significación mucho más profunda y de necesaria metabolización moral e intelectual. Cristo pretende que los que le escuchen llegan a la comprensión de la verdad sin generar una controversia que los distraiga. “La parábola debe distinguirse de la pura alegoría. Las parábolas tratan con elementos de la vida real, algo que puede haber sucedido, mientras que la alegoría es más probable que se relacione con la pura fantasía a fin de ilustrar un significado metafórico. Las parábolas enseñan en dos niveles: el mensaje de la vida real y el análogo teológico. A fin de entender la completitud del mensaje, ambos niveles deben ser comprendidos”.
Según el profesor Fonck, las parábolas se pueden considerar en el sentido cristiano del término, aunque para ello es preciso que cumplan cuatro características indiscutibles, desde que el discurso debe ser independiente internamente y complejo, con sentido en su propia esencia, hasta referirse a una verdad sobrenatural, revestida de un lenguaje figurado, y con los dos niveles que deben ser comparados. Las parábolas nos pueden dirigir hacia dos calificativos sobre Cristo, desde que es el Hijo de Yahwéh-Dios o que es un gran maestro moral. Todas las parábolas exigen una reflexión pormenorizada y muy profunda. Aunque Jesús de Nazaret, casi siempre, pretendió transmitir enseñanzas diáfanas a nivel teológico, no siempre deseaba eso, ya que su aplicación nunca resultó tan prístina. Cuando Cristo estaba en Israel la cultura de sus conciudadanos estaba muy influenciada por la colonización romana tan presionante y, sobre todo, por los impuestos asociados al SPQR/Senatus Populusque Romanus. “Jesús fue capaz de ofrecer historias universalmente aplicables a partir de la vida comercial de su tiempo precisamente porque ésta se encontraba relativamente libre de la influencia de la política y de cualquier aparato regulatorio específico, si se compara con la actualidad”.
Cuanto más se introduce uno en el acercamiento a esta obra, más se cualifica de calidad indiscutible. Este libro muy destacable dedica diferentes capítulos analíticos a cada una de las trece parábolas, que son: ‘El tesoro escondido. La perla de gran valor. El sembrador. Los trabajadores de la viña. El rico insensato. Los dos deudores. Los talentos. El rey que va a la guerra. La casa construida sobre roca. Lección en administración. El buen samaritano. El hombre rico y Lázaro. El hijo pródigo’. Todas ellas han formado parte del bagaje intelectual de los cristianos del planeta, y son conocidas dentro del estudio vivencial de los seres humanos. La economía siempre ha impregnado toda la vida humana en La Tierra, desde la Prehistoria hasta el momento actual. “Nuestra naturaleza física y nuestras limitaciones nos obligan a trabajar. Al crear el universo, Dios mismo se ve trabajando, y luego confía a la recién creada familia humana la vocación de hacer lo mismo”. La economía se encarga de intentar encontrar el mejor método para emplear, fehacientemente, unos recursos habitualmente escasos. El mercado sirve para encontrar el proceso de poder utilizar esos recursos, habitualmente limitados. En suma, obra sobresaliente y original, sin duda. «Errare humanum est, sed perseverare diabolicum. ET. Medice, cura te ipsum».
Puedes comprar el libro en: