Este libro nace como un gesto de memoria y de generosidad: ordenar aprendizajes vividos en distintos contextos y compartirlos con colegas, artistas, colectivos y comunidades. No es únicamente un compendio de ideas, sino un proceso vital narrado desde la escucha, la coherencia y la constancia. Pedret ofrece en sus páginas un itinerario que recorre instituciones emblemáticas de Venezuela, como el Teatro Teresa Carreño o el Ateneo de Caracas, su paso por programas de cooperación cultural en España y su papel decisivo en la creación de EXIB Música en la península ibérica. Cada una de estas experiencias se convierte en un aprendizaje transformado en propuesta para quienes habitan la cultura.
El hecho de optar por la autopublicación es, en sí mismo, un acto político y poético. Pedret reafirma así su convicción de que la autonomía y la libertad son condiciones indispensables para una práctica cultural honesta. Para ella, editar por cuenta propia no significa renunciar a la calidad, sino encarnar la coherencia entre pensamiento y acción.
Uno de los ejes más poderosos de la obra es el concepto de praxis habitada. La gestión cultural, sostiene la autora, no puede reducirse a técnicas ni a estructuras administrativas: es una forma de vivir, una manera de integrar sentir, pensar y actuar en un mismo movimiento. Habitar esa praxis implica reconocer que el cuidado es el verdadero fundamento de la vida compartida. Es escuchar lo que las comunidades tienen que decir —y también lo que callan—, reconocer los relatos invisibles que sostienen la memoria y cultivar la ternura como un acto de resistencia frente a la prisa y la mercantilización del sector.
Otro de los llamados más contundentes de Habitar los cuidados es la defensa de la pausa. Ese instante previo a la acción, explica Pedret, es el lugar donde se siembran la coherencia y el sentido. Detenerse, en un tiempo dominado por la aceleración y la productividad, se convierte en un gesto político y profundamente humano. No se trata de hacer más, sino de hacer mejor, con sensibilidad, compromiso y conciencia.
El libro se presenta así como un manifiesto ético y vital: la gestión cultural adquiere su potencia transformadora cuando se ejerce desde la ternura, la escucha y la coherencia. Cada decisión tomada en este ámbito impacta en la convivencia, en la memoria colectiva y en la construcción de vínculos. Pedret lo sabe porque lo ha vivido en Venezuela, España y Portugal, donde constató que los proyectos más sólidos nacen de la colaboración, la confianza y la proximidad.
Más que un manual de técnicas, esta obra abre preguntas: ¿qué cambia en nuestras prácticas si nos damos permiso de detenernos antes de actuar? ¿qué potencia liberan los silencios? ¿cómo se sostienen las comunidades en los relatos pequeños que suelen pasar inadvertidos? Al mismo tiempo, advierte sobre riesgos latentes en el sector, como la precariedad, la aceleración desmedida y la manipulación política de la cultura.
En definitiva, Habitar los cuidados es mucho más que un libro: es la cristalización de una vida dedicada a la gestión cultural y una invitación urgente a repensar la práctica desde lo humano. Con valentía y ternura, Adriana Pedret nos entrega no solo su testimonio, sino un legado vivo: la certeza de que la cultura florece cuando se gestiona con cuidado, coherencia y amor por lo común.
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