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"Códice Tabernero", Edición de Pedro Tabernero, Imágenes de Roberto Sánchez Terreros

Colección Miranda, Ediciones Pandora, Sevilla, 2025
sábado 03 de mayo de 2025, 08:07h
Códice Tabernero
Códice Tabernero
Manuel Moya, intelectual honesto y brillante escritor se refiere a esta edición en concreto y a cualquier libro confeccionado por el editor Tabernero como “la suerte de tener un Stradivarius”. En efecto, la primera disposición del tesoro editorial que define a Pedro Tabernero es su rebeldía cultivada, su discurrir a contracorriente y un inconfesable amor por los libros. Tabernero edita los libros que no encuentra en la realidad y con sus ideas y sueños nos permite emprender una aventura libresca contra gigantes corruptos, mediocres grupúsculos, contra lo insípido, lo insustancial, lo mediocre y en pos de la belleza y la excelencia artística.

Un editor, por tanto, inclasificable y con un desbordante talento encabezado por una sutil y perspicaz ironía. La excepcional portada del árbol de la vida, con un perturbador requiescat in pace [Pedro Tabernero 1951-2036]. El propio autor nos aclara que no son unas memorias, a lo sumo, la memoria que pudiera tener de sí mismo. En todo caso, es un testimonio inusual y peculiar de las razones de una existencia, “son piezas de un puzzle donde se mezclarán pensamientos, anécdotas, hechos singulares e historias que me han influido... Convenientemente unidas y descifradas tratan de ser una aproximación a mi vida”, nos escribe Tabernero. Material pues, muy a tener en cuenta además de tomarse muy en serio. No escapan algunos otros anhelos, como recoger “algunas recomendaciones a modo de manual de autodefensa contra la estupidez e impostura cotidianas”. Para mantener la tensión y la intriga, tal vez el suspense, citaré las páginas: 35, 39, 41, 42, de modo especial, la 46, 48, 49, en suma, os recomiendo a todas luces, adquirir un ejemplar y descubrirlo por vosotros mismos y vosotras mismas. Esas reflexiones en torno a cuestiones cotidianas, sociales, actitudinales merecen la lectura porque nos da cuenta de una época fácilmente discernible y no especialmente satisfactoria.

Javier Salvago, hombre de letras absolutamente necesario, registra una impecable y certera introducción, “El arte de la edición”, insistiendo en la idea de que “la edición según Tabernero, crear algo hermoso que no existía antes, es su mayor fuente de placer”.

Para llegar a esa fase, habrá que transitar por decisiones, algunas trampas selectas, viajes donde atrapar texturas, aromas y colores, con los paralelismos de los pretextos, acaso de las tareas profesionales que por fortuna, conocieron finales y dieron paso a su entrega y devoción por los libros que en este Códice Tabernero se van mostrando en fecha y forma. De este modo, localizamos la tabla periódica de elementos de Mendeléyev como punto de partida crucial, para descubrir huecos y rellenarlos de vida. Si hemos de comenzar por la infancia los “recuerdos de un patio de Sevilla,/y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;/mi historia, algunos casos que recordar no quiero”, se sustituyen por una azotea donde se disponen dos porterías, una del Real Madrid y la otra del Atlético de Madrid, (quizá la única apuesta de caballo ganador, el lector deberá adivinarlo), algunas travesuras, multitudes de proyectos, porque como indica la canción de Leonard Cohen, “Steer your way”, hemos de seguir nuestro camino y nuestro corazón.

Pedro Tabernero es leal a su contexto, de modo especial, a la amistad como generadora de colecciones, tal es el caso de “Qué Dulce Brutalidad, consagrada a los libros excesivos. De esta suerte, contamos con títulos como “Catálogo Exposición Homenaje Dibujos para Gabriel García Márquez”, “Exvotos y narcorridos”, “Una cierta idea de Dios”, “Pareja de reyes”, “Crónica del muy famoso y rico reino de la cordadura” y, volviendo a la imagen futbolera “Real Madrid. El álbum” con una alineación titular de once escritores, Inocencio Arias, Jesús Bengoechea, Jorge Bustos, Ignacio Camacho, Ángel Antonio Herrera, Manuel Jabois, Miguel Pardeza, Alfredo Relaño, Jesús Ruiz, Santiago Segurola, Jorge Valdano y el propio Pedro Tabernero, con las imágenes de la artista neoyorquina, Shelly Himmelstein, que ha participado en otras ediciones como Ocnos, Sevilla, De Osuna y sus olivos.

Tabernero, más científico que creyente, asume la interdisciplinariedad como fórmula transformadora. Sus libros, sabia combinación de imágenes y textos remiten a menudo al mundo del tebeo, las tiras, el dibujo animado, si se quiere. Hay un anhelo por aunar el relato textual con la narrativa pictórica que, bien mirada, es una de las señas de identidad de la editorial Pandora. Se diría que el poema de Machado está inspirado en Tabernero:

“Hay en mis venas gotas de sangre jacobina/...Adoro la hermosura, y en la moderna estética/ corté las viejas rosas del huerto de Ronsard/...Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna./...Converso con el hombre que siempre va conmigo/...Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito[editado]/...Y cuando llegue el día del último viaje/, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar/,me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/casi desnudo, como los hijos de la mar”.

A propósito, si por un lado, se cumple la legislación europea en materia de residuos y suelos contaminados, uniendo tapones y botellas para un mayor reciclaje, no deja de percibirse cierto sadismo en dicha medida. Como sadismo es por parte del Ministerio de Cultura en 2019, negar ayudas a diestro y siniestro por querer embellecer la obra de Machado. Al parecer, José Guirao, responsable del MEC por esas fechas, era gestor cultural y experto en arte y, consideró que Machado al no tener el Premio Nobel ni otro similar no merecía ningún reconocimiento de excelencia. ¡Luego, os quejáis!

No obstante, no nos confundamos, lo miserable no solo va en dirección descendente, también a la inversa y, puestos a concretar, hacia todas las direcciones.

Tirando de gran literatura, proponemos como proclama cívica, la frase “ muéstrate agradecido, que la ingratitud es hija de la soberbia” del genial Cervantes en el capítulo LI de la segunda parte del Quijote. La canción de Franco Battiato, “Povera Patria” ilustra en palabras y musicalidad una parte de la atmósfera en la que fueron gestándose libros y colecciones: “Si può sperare/Che il mondo torni a quote più normali/Che possa contemplare il cielo e i fiori/Che non si parli più di dittature/Se avremo ancora un po' da vivere/La primavera intanto tarda ad arrivare”.

Doscientas veinticinco páginas conforman ese magnífico ensamblaje de fragmentos vitales más sugeridos que narrados. Doscientas veinticinco ilustraciones del pintor, Roberto Terreros que se distingue fundamentalmente, como hemos señalado en algún momento, por un magistral uso de los colores, especialmente los azules luminosos y los rojos sangre, con una aplicación psicológica a la disciplina literaria que viene reforzada por su gran trabajo de introspección sobre la figura literaria. Diríamos que es un artista de recursos sobresalientes, siendo por ejemplo la orfebrería su especialidad. Incluso, se adentra en el mundo del mobiliario de metal y metacrilato, fraguando por otro lado, algo tan singular como la tarjeta postal antigua. Por ello, sus imágenes transmiten serenidad y fuerza evocadora, calma y luces cautivadoras, con una particular mezcolanza de paisajismo clásico y abstracto con una constructiva presencia de lo humano. A veces, desde mi humilde opinión, su pintura cuajada de símbolos y referencias nos muestra algunas resonancias constructivistas que nos permiten percibir las imágenes con el dinamismo propio del pop art, con las interpretaciones-testimonios desde un más adentro para alumbrar casi a modo de novela gráfica el verso de Novalis en virtud del cual, el mundo se convierte en sueño, el sueño se convierte en mundo.

Cierra el Códice Tabernero de esta nueva Colección Miranda con una nota de editor, escritor, creador o libertario, quizá un aviso a navegantes que bien resume el espíritu que determina este volumen. Sin entrar en detalles, nos quedamos en un natural “c´est juste pour mon plaisir personnel”.

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