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¡ME HAS JODIDO LA VIDA!

Por Azucena del Valle
Carlos III, el rey alcalde de Londres
Carlos III, el rey alcalde de Londres
Regresa Azucena del Valle del Tiétar con el relato "¡Me has jodido la vida!", más ácida que nunca.

- Que te digo yo que eso de asumir responsabilidades ante la toma de decisiones equivocadas y erróneas que te joden la vida y te anulan la voluntad durante un tiempo incalculable, un suponer, que no puedes salir de la rueda en la que te has metido, aunque quieras y lo intentes, da para una buena reflexión reflexionada de viernes. Que tiene más que ver con esas malas influencias vestidas de humildes corderos que llevan oculto el látigo y van de buenas y parecen ayudar, que con una sequía amorosa aparente y el alejamiento del sujeto de deseo que no supiste mantener a tu lado y al que le quieres cargar el mochuelo de los desatinos que cometiste porque estabas jodido pero que acabaron de joderte.

- Puri, que todo esto es más profundo que el ahí te quedas maja momentáneamente y te vas a dar un garbeo y pillas y no sabes dónde te insertas porque la desesperanza te lleva a meterte, sin darte cuenta o dándotela, que no son tan becerros como aparentan, por sendas sinuosas e intrincadas que parecen caminos de rosas a primera vista en explosión de la primavera y te siente como el Rey León o del mambo, es decir, un tío importante donde los haya.

- No me toques la monarquía Vani, que no está el horno para bollos, ni lo otro para ruidos, que todavía no han salido las amapolas y yo lo tengo clarinete, tú ya me entiendes, que me lleva a recordar a la lunática, soberbia y engreída Daenerys Targaryen de Juego de Tronos o a la de los colchones, o sea, a la Princesa del guisante, la prota del cuento de hadas de Hans Christian Andersen.

- Que te me remontas muy atrás Puri, que estamos en el S. XXI y las niñas y los niños -no se me enfade la Montero- ya no creen en los cuentos de hadas ni tienen la cabeza para fantasías, que te has ido de las decisiones equivocadas al reino de las princesas en un corto intervalo de tiempo, un suponen, en un pispás, sin pasar por la línea de salida.

- Es lo que tiene el mundo de la divagación, que vas y vienes y no te centras. Que cada uno tiene que apechugar con lo que hace sin derivar la culpa al de enfrente, que es lo fácil. Que hay mucha gente que arrastra heridas muy profundas, viejas, que les hacen ser descreídos y desconfiados con sus semejantes; que se pasan la vida huyendo porque no creen en las relaciones duraderas ni tampoco que exista un amor generoso y bueno porque se acostumbraron a la soledad y no quieren necesitar a nadie cuando ya se la dieron con queso y, que al menor interés que le demuestren lo toman como control y fiscalización, eso que hace una esposa, o esposo excesivo, que intenta dominar; que no comprenden que interés tiene que ver con amor y querer cuidar, y no con la posesión porque hicieron pellas el día que la maestra explicó en clase que nadie posee a nadie; ni siquiera nos poseemos a nosotros mismos, cuanto más poseer al otro…

- Muy cierto Puri, muy cierto. Cada día que nos regalan, nos joden obligándonos a elegir qué camino tomamos y qué hacemos con nuestra existencia. ¿Pan con mantequilla y mermelada o tostada con tomate, AOVE y jamón del bueno si tienes tela? ¡Qué fácil si todo fuera así de elemental, un suponer!

- Dice el neurocientífico Moran Cert, profesor en la Northwestern University de Illinois, que debiéramos limitar el número de decisiones al mínimo para evitar la angustia que provoca encontrarse en el dilema constante al que nos somete la existencia, pero que el proceso está plagado se sesgos que nublan nuestro juicio. Y el tío entiende, porque reduce el campo de las decisiones a las seis que considera más importantes: elegir bien a los amigos -si te relacionas con gente torcida y mala, acabas pareciéndote a ellos, supongo que va de la aceptación del grupo de referencia-; darte cuenta de que eres más privilegiado de lo que crees -repasa la cantidad de cosas que te han salido bien en la vida y todo lo que has conseguido y alucinarás-; no obsesionarte con los números -conocer lo que pesas no significa que estás dispuesto a cambiar tus hábitos ni a dejar los dulces, por ejemplo-; decide cómo administrarte -porque reduce el estrés a final de mes, sobre todo si dependes de una nómina escasa o de una pensión que no sube-; cómo elegir bien a tu pareja -para encontrar el amor, lo mejor es atenerse a la vieja sabiduría de confiar en los amigos como casamenteros porque te conocen muy bien… ¿y dónde queda el corazón?- y, decidir hacer cosas buenas por los demás -obtendrás más felicidad que si solo te preocupas de ti, que eso casi siempre es verdad si no vas de pringao-.

- Qué leída te veo Puri, pero Illinois nos queda a 4.298 Km, poniéndole el turbo a ocho horas y cincuenta y cinco minutos en vuelo sin sobresaltos y todo eso me suena muy yanki de libro de autoayuda y hay cosas que no me encajan, como que los amigos te decidan el “sí quiero”, porque si la cosa se descuadra con la pareja por la convivencia mal avenida pierdes mujer, léase o marido, y amigo, que podría ser incluso cuñado; que el conocer los número produce sobresalto y si ves que pasas de los cien kg en canal, del susto pasas de los torreznos al yogur y del vinito crianza a la Coca Cola Zero. Que me parece bien que te satisfaga una enormidad grande hacer cosas por los demás desfavorecidos o no y ser socia de varias oenegés, pero que tienes que empezar por quererte a ti mismo y aceptar tus muchas miserias, que no siempre es fácil aceptarse como se es y no paramos de criticarnos, aunque no lo digamos en voz alta para que los demás no se enteren y que somos más privilegiados de lo que creemos aunque nos quejemos muchos, que otros ya quisieran haber nacido donde nosotras y tener lo que necesitan y que nos sobra; si hacemos un recuento de lo conseguido, se nos dispara la fila del “haber”, y no me refiero solo a la cosa material. Y lo de los amigos, cien por cien Puri, que dime con quién andas y te diré de quién es el niño, aunque el Sebas no sea un buen ejemplo ni digno de presentar, pero tiene su aquél si lo desenrollas un poco y llegas a su mismidad.

- Si, Vani, que hay que pensar y dar a la reflexión sin precipitarse y conociendo las posibles alternativas y opciones cuando tomamos una decisión importante en la vida que no sea qué desayunar; ya decía Sófocles, otro difunto que sabía mucho, que “las decisiones rápidas son decisiones inseguras” -y yo añado, y más si te dejas deslumbrar por quién te quiere llevar al huerto y tenerte bien atado- y van a afectar a nuestra vida futura y a la de las personas que nos circundan y quieren, por eso hay que hacerlo con raciocinio, teniendo en cuenta nuestro sistema de valores y nuestra ética, para llegar a ser la persona que nos gustaría ser, conseguir la vida que queremos disfrutar sin atajos fáciles, esa que nos hará felices y sentir orgullosos del camino que nos hemos trazado con tiralíneas y hasta con penurias, porque no hay que darle al coco más de la cuenta ya que nunca sabremos lo que habría ocurrido si hubiéramos echado a andar por una vía distinta… Por eso es loable y digno la enmienda, porque nunca es tarde para volver a empezar y elegir, sin que se menoscabe nuestro orgullo y dignidad, el camino correcto. Rectificar es de sabios, y asumir la responsabilidad de nuestros actos, léase erróneos, es de personas honestas, inteligentes, maduras y listas cuando, en efecto, ¡has dejado que te jodan la vida! ¡Ahí lo dejo!

- ¡Cien por cien Puri, cien por cien!

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